Elizabeth Le proporciono la toalla impactando en su pecho con fuerza a lo que oigo los latidos lentos de este y rápidamente me alejo para ingresar al baño. Soy una estúpida, me quedé ahí parada babeando delante de él y haciéndole ver que ganó obteniendo un punto a su favor. No es tan fácil... Paso varios minutos en el baño por un corto tiempo para retirarme no sin antes verificando que la toalla en mi cuerpo esté ajustada en su lugar. Gran error. Pase por alto que se hallaba aún aqui. —Pense... supuse que saldrías. —¿A dónde, Eliza?—Recorre por completo mi cuerpo con su mirada. Sé que tengo la toalla puesta, pero intuyo que después de todo me ve hasta el alma. Él tiene la suya en la cintura. —No tengo idea, tampoco soy adivina. Puedes ir afuera a tomar aire, caminar o cenar tal vez, aunque este es el lugar menos indicado ahora mismo para ti. —La cena la tendremos en la habitación.—Sigue mirándome, ahora cruzando sus brazos sin tomarse la molestia alguna en abandonar el cuar
Elizabeth. Únicamente era tan solo una noche, me ratifiqué. No tenía expectativas de su parte así que mi siguiente paso fue acercarme a él hallando la tensión del ambiente junto su reacción ante mi contacto. Nuestra respiración iba a la par, despacio, pero tampoco rápido. Comienzo a reírme cerca de su boca cuando no descubre más lugares de mi cuerpo por dónde besar hasta que se fija en el lunar expuesto en mi oreja. —No me salgas ahora con qué: “no había visto un lunar en mi vida”. Estamos en lo que estamos. Evita distraerte, Maxin.— Me mira alzando una ceja. Quería reírme, pero no pierdo el tiempo probando sus labios una, dos, tres veces y más sin sacearme del todo porque yo siempre quiero más hasta quedar satisfecha. Me repara con una puta mirada que lo admito, era lo que buscaba y ahora es lo que obtengo. Él espera mi confirmación comenzando a magrear mis nalgas lentamente. Asiento a lo que mi repuesta queda a medias cuando nos conduce a la cama. Me queda claro que de na
Maxin Nadie en absoluto se enamora en un instante y menos aún por la atención que te brindan y la delicadeza con que lo hacen. No seré el primero en esta falta de insensatez. Si, reconozco que fue una cogida provechosa para los dos, pero resultó ser solo eso: una cogida sin importancia. Admito que el placer mutuo no lo encontramos con cualquiera en particular, a cambio de que ella acepte lo contrario, y en este caso quisimos los dos sin obligaciones que nos comprometiera. Fue muy inesperado e irracional de mi parte el pedirle permiso para tocarla cuando no suelo hacer esto porque básicamente ya saben que busco, que quiero y lo que no. Con ella no va a pasar nada más, no tengo dudas. A pesar de eso tampoco la tendré como una excepción, sola en un pedestal viéndola con interés y obligando a mi cabeza a engañarse a si mismo. Minutos después de despertarme notifiqué que trajeran las pastillas anticonceptivas a la habitación antes de salir del hotel. Deduzco que ya deberíamos estar
Elizabeth.Permanezco pacífica en mi puesto a la vez escrutando a Maxin. Su rostro no me da señales de humo y mantiene su agarre fuerte, lo que no me da opción para desatarme.—Suéltame.—murmullo con los dientes cerrados para los dos y no sirve de nada decirle la palabra, al contrario, este me mantiene pegada a él sin ofrecerme alguna escapatoria.Por supuesto que disfruta verme obstinada y frustrada. La aflicción me saluda atravesando mi cara cuando los presentes nos observan con ligereza para cambiar a un semblante honesto.—Ella es Elizabeth Sanders mi socia, por ende todo lo que discutamos a partir de este instante se le hará participe y aquel que esté en desacuerdo puede tomar sus pertenencias y largarse.Los dos hombres no paran der vernos en ningún momento hasta que uno de ellos da pasos hacia a mi arreglando su corbata para darme la mano aceptándola gustosa. El mismo procedimiento es con el otro chico que es sigiloso, calmado y empático.—Sean bienvenidos. Para nosotros es un
Elizabeth.Finalmente termino con el desayuno compuesto por una preparación de tortitas de arroz con aguacate. Este hombre cocina de maravilla.Ingresa para retirar el plato, lo detengo antes de que proceda dar su siguiente paso.—Todo, absolutamente todo el desayuno está delicioso, muchas gracias, Ethan.—agradezco sonriéndole.—Para mi no es ninguna molestia lavar el plato, no obstante, ahora se me es tarde para llegar a la oficina.—él baja la cabeza pacífico viéndome nuevamente antes de retirarme.Se asume que hace tres minutos tenía que haber llegado, no, tendría que estar en mi puesto de trabajo laborando. El tráfico en este país es un poco tardío.—Agarraré otro camino. Los de vigilancia me han comunicado que hay periodistas en la iniciación. Usted irá por el estacionamiento así no ocurrirá ninguna intervención a su persona.—Toma el camino que consideres necesario. Sobre el ingreso... Procede por la parte principal.— Rafael se fija en mi a través del retrovisor preocupado a lo qu
Elizabeth.Le temí demasiado a su respuesta. La punzada en mi cabeza se intensificaba cada vez más a lo cual tuve que contemplar con claridad donde me encontraba, pues la vista hacia de las suyas al nublarmela. Intente levantarme, no obstante, al hacerlo fallo lo que provoca que cierre mis ojos escuchando a lo lejos un «Elizabeth.»No tengo en cuenta el tiempo que ha pasado solo me obligo a abrir los ojos despacio para visualizar el lugar que me encontraba. Las paredes son blancas, hay un doctor con bata que revisa una máquina supongo que son mis signos vitales y al lado de este se ubica Maxin.—Oh, ya ha despertado. Me alegra eso, señorita Sanders.—¿Qué sucedió?—Te desmayaste. Al parecer algo le ha alterado lo que causó una hipotensión. Para especificar este tema es disminución de sangre al cerebro que si llega a ser constante tenemos que proceder a hacer exámenes, si es solo hoy no hay nada de que preocuparse.«Estoy por hacerlo.» Tres palabras que no me permiten pasar el nudo que
Maxin.—Ha llegado la hora de bajar. No podemos hacer esperar a los invitados, como futuros esposos que somos hay que darles la adecuada bienvenida.—Rebecca se terminaba de perfumar, mientras que por otro lado yo me arreglaba la corbata.—Puedo ayudarte con ello.—Apártate.La fragancia en todo el ambiente me repugnaba, las náuseas me llegan con pequeñas arcadas que logro manipular manejando mi respiración inhalando y exhalando a la vez todo lo retenido en mis pulmones.No estaba al tanto de quienes son las personas que asistirían a la reunión de hoy, sin embargo, me queda claro que para mis padres era supremamente importante que yo hiciera presencia en aquel encuentro. Si este tema dependiera de mi, no me encontraría aquí arreglandome para personas que me valen una puta mierda. Mi madre fue la que me insistió, no pude excusarme, con ella no.—¡Max, ya están aquí!—el grito de Maya sobresalta en su lugar a Rebecca que se exaspera.Bajamos sin hacer esperar más a los susodichos. Provení
Elizabeth.Intuía que el agua estaba helada aunque al sentir el calor del cuerpo de Maxin me transmitía paz llevándose toda temperatura alta en su momento. Corría un riesgo inmenso el estar aquí con él en privado. No es una opción decepcionar a mis padres, jamás lo será.Maxin pretende dar iniciativa a un juego que yo ya daba por culminar.—¿Qué te hace pensar que estar así es correcto y más a media noche?—pregunto agitada cuando se aproxima a mí rozando nuestros labios. —Mi subconsciente es la que está suplantando mi cerebro ahora mismo, por lo cual se hace a cargo de cada una de mis acciones está noche. Así que todo lo que argumentes o expongas no lo responderé decentemente.Recorre mi oreja con la punta de su lengua llegando a mis labios que tengo en cuenta que se han vuelto una tentación para él. Sonrío dentro de mi percibiendo su desesperación cuando me besa sin rodeos. Un beso sabor a pecado y seducción. Somos la definición de "cordura" aunque nuestros cuerpos proclamen por el