Capítulo 23

Una barrera se rompió.

Felipe, que había dejado de degustar el néctar de sus labios para besar la sedosidad de su cuello, escuchó el grito de dolor. Se paró en seco y buscó la mirada de Ángela. La joven tenía los ojos cerrados con fuerza.

-¡Dios mío, pequeña! ¿Estás bien? –exclamó preocupado-

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