Ángela tenía que ser sincera. Patricia Cruz había conseguido que se enfadara con ella también. Esos tontos comentarios que le había dicho eran... bueno, quizás tenían un poco de razón, pero realmente había creído haber dejado atrás las primeras impresiones que daba a la gente.
También era verdad que hacía mucho tiempo que no socializaba con desconocidos. En fin, tendría que hacerse a la idea que siempre causaría una impresión errónea en las personas que no la conocían. Pero, no
Fue pensar su nombre y que apareciera por el vano de la puerta.-Buenas tardes, Ángela –la saludó sonriente el señor Cruz.La joven pestañeó varias veces para asegurarse que no estuviera viendo un espejismo. Aprovechó la confusión de Ángela para terminar de acercarse a ella y rozar sus labios con los suyos. Con esa pequeña caricia descubrió la suavidad y calidez de esa boca que hacía días deseaba saborear. Y fue esa misma, la que resquebrajó cualquier atisbo de resistencia que aún hubiera podido albergar en su fuero interno. Con vehemencia, atrapó su labio inferior, y el apagado gemido que escuchó avivó aún más la pasión por ella. No había servido de nada tomar una ducha bien fría. El calor que sentía, cuando recordaba el beso de Felipe Cruz, se resistía a dejarla. Por fin, se dio por vencida cuando una de sus manos tocó sus labios mientras intentaba leer un informe de la empresa.Si su cabeza quería pensar en lo que le diera la gana, no se resistiría más. Estaba demasiado cansada para seguir ignorando lo que su mente no quería. Quizás, después de darle plena libertad se sentiría mejor. Por primera vez después de mucho tiempo, tuvo un despertar placentero. Se sentía en el cielo. Estaba segura que hoy iba a ser un día sin preocupaciones. Sólo tendría que divertirse y esquiar.Todos habían acordado reunirse en el restaurante del hotel para desayunar, así que después de asearse y cambiarse, Ángela, Patricia y Gabriela se pusieron en marcha. -¿Por qué iba a pensar eso?-Porque no quiere a mi hermano cerca. Supongo que ya sabes que no se llevan bien –Gabriela asintió, aunque en realidad no sabía mucho del tema, sólo que conociendo a su hermana seguramente estaría rehuyéndolo como siempre hacía cuando un hombre se interesaba en ella-. ¿Y qué hacemos nosotras? Lo invitamos.Capítulo 13
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Al final tuvo que acompañar a Carolina, pero no le importó porque a Fernando también se lo llevaron. Entre Alba y Gabriela lo animaron a alcanzarlas, y como no era de piedra, no lo pensó dos veces y fue tras ellas, después de todo, le encantaba perseguir bellas damas.Patricia se sentía culpable y quería...no, necesitaba encontrar una solución a todo aquello. -No gracias, Angy. Susana y yo necesitamos intimidad. Espero que no os importe –miró hacia el hotel-. Será mejor que vaya a buscarla. Ya está tardando mucho.-No, claro que no. Disfrutad de vuestra luna de miel –intervino Patricia. Inmediatamente después, miró a su hermano por el rabillo del ojo. Por nada del mundo quería perderse su reacción cuando comprendiera que Pedro era un hombre casado. Felipe sentía que por fin la suerte se ponía de su parte. No estaba mirando a Ángela, pero notaba su respiración irregular y sus pequeños sobresaltos cuando rozaba su piel con los dedos. Le gustaba tanto aquello que se estaba tardando más de lo debido.-¡Listo! –exclamó Felipe sonriendo y levantando la cabeza.Ángela se encontCapítulo 18
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