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¡¿Por qué a mí?!

Bastante animados vamos en el auto cantando como locas las canciones de moda, ocasionalmente hacemos una ronda de vodka con jugo de naranja que es nuestra bebida favorita, por su parte,  Manuel, siendo tan centrado y el conductor designado no ha ingerido ni una sola gota de alcohol, algo que me parece fantástico de su parte, como dije, es un chico muy responsable — ¡Por lo menos tenemos a alguien que nos representa! — pienso, mientras Libia canta bastante fuera de tono su canción preferida.

Tal como pensé, nos estacionamos en “The blue moon” una discoteca recién inaugurada, que está muy de moda entre los jóvenes de la ciudad. Salimos de auto y cada una se asegura de acomodar su vestuario y verse perfecta antes de ingresar. Mi quijada casi cae al suelo, al ver la enorme fila que hay para entrar — ¡Y yo con estos tacones! —

— ¡Ay no te quejes! Solo hay esperar un momento— dice Fanny, es imposible que algo la desanime.

— ¿Qué hacen allí paradas? — pregunta Libia extrañada.

— ¡Pues esperando el turno para entrar! — respondemos en conjunto.

Una carcajada bastante sonora salió de sus labios mientras nos miraba divertida — ¡No mamitas! Nosotras no haremos fila, o sea ¡ya verán! ¡Síganme! —

Mirándonos las caras asombradas, nos encogimos de hombro y la seguimos. Por supuesto iba pegada como chicle al brazo de su pobre novio, torciéndole los ojos a cuanta mujer se atreviera si quiera medio mirarlo — Nadie la manda a conseguirse un chico tan guapo— susurra Fanny en mi oído, riéndonos a escondidas.

La entrada de la disco en muy elegante, el encargado de vigilar esta finamente vestido con un traje negro inmaculado, que lo hace ver intimidante, en especial por su gesto serio. Manuel se presenta y dice un par de cosas que por el ruido no alcanzo a entender ¡et Voila! Nos dejaron pasar.

Coquetamente le di una sonrisa al gorila, que admito esta para comérselo — ¡Uy niña! El papasote ese, no dejo de verte el trasero mientras entrabas— dice Fanny a quien nada se le escapa. Victoriosa le hago una mueca presumida y seguimos avanzando al ritmo de la música.

Admito que el sitio no está nada mal, la decoración es contemporánea, las áreas son amplias y las mesas son bastante cómodas — ¡Excelente elección! — grito para que Libia me pueda escuchar por la música. Sin perder tiempo Fanny me hala de un brazo hasta la barra por unos cocteles para luego adentrarnos en la pista de baile hacer lo nuestro.

No pasa mucho tiempo cuando un grupo de chicos comenzaron a rodearnos, atraídos de seguro por los movimientos de gata en celo de mí amiga, quien parece desarmarse al ritmo de la música — ¡Que bárbara! — exclamo con los ojos abiertos. Por mi parte, bailo con un poco más de recato, aunque para ser honesta no hay manera pudorosa de bailar esa música.

Uno de los chicos se pega a su trasero y al darse cuenta, en vez de apartarse la muy loca agudizó sus movimientos — De seguro esta no regresa a casa con nosotros— dos manos escurridizas sobre mi cintura hace que reaccione, un chico me tenía bien sujeta haciéndome seña para que me moviera, cosa que hice, pero para quitármelo de encima, el volvió agarrarme pegándose a mi trasero, haciéndome sentir de ese modo su erección.

— ¡Suéltame desgraciado! — me aparto de su lado.

— ¡Ay tranquila mamacita! No te sulfures, que bien que te gustó lo que sentiste— responde descaradamente.

— ¡Aléjate cretino! — lo empujo. Mis acompañantes estaban bien entretenidos en sus cosas, que ni se fijaron de mi situación.

— ¡Ay mamita! No te la des de digna, que con ese vestido bien que andas provocando. ¡Más bien, ven y la pasamos rico!—   volvió a sujetarme con más firmeza restregando su paquete contra mi trasero.

— ¡Suéltame animal! ¡Que me sueltes te digo! — forcejeo como loca, pero tiene más fuerza que yo y me cuesta liberarme.

— ¡Ya escuchó a la señorita! ¡Que la suelte! — dice una voz calmada y gruesa, pocos segundos después percibo quejidos de dolor de parte del abusador que lo obligan a soltarme. El alivio que sentí en ese momento no tiene nombre, de inmediato me voltee a darle las gracias a ese extraño caballero que me defendió de ese degenerado.

— ¡Muchas gracias de verdad! — digo en automático sin detallar su identidad.   

— ¡No fue nada! ¡Tenga más cuidado para la próxima señorita! —

El Dj cambia el juego de luces, aumentando la iluminación del lugar, haciendo que me quede petrificada al darme cuenta de quién se trata — ¡No puede ser! — exclamo, mientras sus ojos me escanean lentamente.

— ¡Caramba González! Se trataba de usted, ahora entiendo porque se metió en ese problema—

Todo el agradecimiento que se sentí anteriormente se fue por la cañería — ¡Profesor Serrano! Gracias por todo, pero mejor me voy antes que diga algo que pueda ofenderme — 

Sin esperar respuesta me doy la vuelta y me pierdo entre el mar de gente que está bailando en la pista, a medida que avanzo busco a mis acompañantes pero nos los veo por ninguna parte — ¡¿Por qué a mí?! — definitivamente, la mala suerte me persigue, venir a encontrarme a ese sujeto aquí en mi noche de distracción y en esa situación, es el colmo de la desgracia.

En eso siento que me toman del brazo y me halan en contra de mi voluntad en otra dirección, la oscuridad no me permite ver de quien se trata, pero sea quien sea, es bastante fuerte, porque por más que peleo, no puedo soltarme. Al parecer sus intenciones son llevarme a la zona más calmada de la discoteca, ese lugar donde se supone hay privacidad para las parejas — ¡Ay Dios mío protégeme! — rezo, al darme cuenta de lo que puede pasarme.

Es increíble como ninguna persona se percata de la situación, es claro que en estos lugares nadie está por nadie, sin mencionar que el pensamiento machista prevalece, según ello, en teoría una mujer que se viste provocativamente anda buscando ser manoseada por los hombres — ¡Me enferma! — tristemente, si algo llega a pasarme lo primero que harán será echarme la culpa.

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