Amy:Echo una mirada rápida alrededor, busco un sitio en el que esconderme, pero el único armario que hay en la habitación es demasiado pequeño para mantenrrme aquí. No hay otro sitio en el que esconderme. Quedarme aquí sería un suicidio. Necesito salir y tiene que ser ya. Por suerte duermo en pijama, y con cautela salgo al pasillo. Como tengo los pies descalzos, noto el frío del suelo, que se une al escalofrío que me recorre por dentro. Fuera de allí, me siento aún más expuesta y vulnerable, por lo que la urgencia de esconderme se intensifica. Me encuentro un montón de puertas al final del pasillo, escojo una al azar, la abro con cuidado. Para mi alivio, no hay nadie dentro, entro y la cierro. El sonido del tiroteo continúa a intervalos aleatorios, acercándose a cada segundo. Me dirijo hacia la esquina que hay detrás de la puerta y me pego a la pared, intentando controlar el pánico, que cada vez es mayor. No tengo ni idea de quiénes están armados, pero las posibilidades que se me
Amy:El coche arranca y se aleja. No suelto la mano de Katya, mirabdopor la ventana y viendo cómo nos alejamos del edificio blanco del hotel. La carretera por la que vamos está pavimentada y lisa, pero el ambiente dentro del coche está tenso. Los hombres que van en el asiento trasero, con nosotras, sujetan con firmeza sus armas y de nuevo me da la sensación de que tienen miedo de algo… o de alguien. Me pregunto si es de Alexis. ¿Sabe lo que me ha pasado? ¿Va de camino al hotel? Miro por la ventana, tengo los ojos secos pero me arden, y también la garganta. Esto no debió ocurrir. Se supone que todo el asunto entre el Visconti y yo se terminó en la isla. Se supone que yo debía estar de regreso a la plácida tranquila que he tenido durabte los últimos años, una vida que anhelo con toda intensidad y que cada vez parece más irreal. El coche se va alejando por la carretera, apartándonos cada vez más de la seguridad. Dentro hace calor. Huele a sudor y a cuerpo de hombre sin lavars
Amy:—¿Sabes quiénes son estos cabrones o qué quieren de nosotras? —No estoy segura, pero me lo imagino —dice Katya ,con las manos tensas en la espalda—. Creo que forman parte del grupo terrorista yihadista del que me habló el señor hace un par de meses. Supuestamente, están cabreados porque los Ivanov no les quieren vender un arma que han desarrollado. —¿Por qué no? —pregunto con curiosidad—. ¿Por qué no se la venderían? Se encoge de hombros. —No lo sé. Los ivanovs pueden ser celectivos a la hora de escoger a sus socios de negocios y podría ser que no confiaran en ellos. —¿Nos han secuestrado para chantajearlos? ¿ A los Ivanov? —Sí, eso supongo —afirma con suavidad—. Al menos para eso estás tú aquí. Alguien a quien conoces debió informarle a estos terroristas. Estaba durmiendo en una de las habitaciones de abajo de tu piso, cuando me encontraron e inmediatamente subieron a tu planta, a la habitación donde estabas. Creo que pretenden utilizarte para obligar a los familiares d
Amy:A pesar del miedo y de la incomodidad, de alguna manera consigo quedarme dormida en la silla. Creo que no me resultó difícil porque después de todo lo que ha sucedido, estoy exhausta tanto física como mentalmente. Me despierto por el ruido de unas voces. El hombre del traje y el bajito, al que yo he llamado líder, están de pie delante de mí, colocando una gran cámara en lo alto de un trípode. Trago saliva, mientras los miro fijamente. Tengo la boca tan seca como el desierto del Sáhara y a pesar de todo el tiempo que ha pasado, no tengo ganas de orinar. Me imagino que eso implica que tengo una gran deshidratación. Al ver que estoy despierta, el de traje (he decidido llamarlo así)me lanza una sonrisa siniestra. —Es hora de que empiece el espectáculo. Veamos las ganas que tiene Alexis Ivanov de recuperar a su puta. Siento náuseas y giro la cabeza para ver a Katya. Está mirando fijamente al frente, con la rostro blanco y la mirada vacía. No sé si ha dormido algo, pero parec
Amy:Después de apagar la cámara la, sacan el cadáver de Katya a rastras y friegan el suelo sin miramientos, dejando algunas manchas de color marrón rojizo. Me las quedo mirando en silencio, con un horrible nudo en la garganta. Mis pensamientos van a otro ritmo mucho más lento, como si estuviera en estado de shock. Creo que lo estoy.Ya no tiemblo, aunque me estremezco de vez en cuando. Noto el dolor de mi estómago y me pregunto si estos cabrones planean matarme de hambre antes de que Alexis aparezca. Poco tiempo después me traen agua. Me bebo el vaso de golpe y con ganas; algunos hombres se ríen y dicen algo en árabe mientras se frotan la ingle de modo insinuante. Creo que realmente esperan que no aparezca Alexus para poder «jugar» conmigo antes de que el inglés se vaya. Por ahora, me dejan tranquila, por suerte. Hasta me dejan salir un momento para usar el baño, y el mismo tipo de antes ( ese tan impresionante) me vigila mientras me escondo entre entro y salgo del baño. Creo qu
Amy: Imagino que los hombres del otro extremo del almacén están dormidos, seguramente tendidos en mantas en el suelo. Creo que son más de ocho, lo que significa que Alexis se las ver negras para cmsacarnos de aquí. Vuelvo a mirarlo y me percato de que está abriendo las esposas de mis muñeca con una presilla, para luego cortar la soga que ata mis tobillos con un puñal. —¿Cómo has entrado? —susurro sin dejar de mirarlo, embobada. Él se detiene un segundo y me mira. —Calla, motita —dice en un tono casi inaudible—.Quiero que salgas de aquí antes de que los guardias se despierten. Asiento y me quedo callada mientras sigue cortando las cuerdas. A pesar de la situación de peligro en que nos hallamos, estoy casi rebosante de felicidad.¡Ha venido! Realmente lo dudaba, pero Alexis está aquí, conmigo.Ha venido a rescatarme. La oleada de gratitud y de algo más es tan fuerte,creo sentirme mareada por un momento . Quiero saltar sobre él y abrazarlo, pero me quedo quietecita mientras él t
Amy:Las veinte y cuatro horas posteriores se desdibujan en mi memoria. Después de incorporarme, me sentí mareada y desorientada; me dolía la cabeza y todas las articulaciones, como si todo mi cuerpo fuera un enorme moretón. Escuchaba un estruendo de fondo y parecía como si todo lo que me rodeaba se fuera volviendo cada ves más irreal y me llegara de muy lejos. Creo que en algún momento ,me había desmayado por la explosión, pero no estoy segura. Cuando me recuperé lo suficiente para caminar, vi que el fuego que consumía el almacén se había apagado prácticamente en su totalidad. Aturdida, subí por la colina y empecé a buscar entre las ruinas humeantes. A ratos encuentré cosas que parecían extremidades chamuscadas y, en un par de ocasiones, descubrí algún cadáver que parecía entero. No sé qué demonios se apoderó de mí, pero parecía estar en modo automático. La escena es grotesca, pero no terminoñaba de procesarla. Me sentía indiferente, como si no estuviera allí en realidad. Nad
Alexis:—Mierda, ¡ten cuidado con eso!— ladro, y la enfermera me mira con odio.A mi alrededor se desatan las tostadas de mi tío y mi hermano y les lanzo una mirada envenenada.—Por favor, hermano, no te desquites con la pobre mujer, solo hace su trabajo.La condenada enfermera termina de limpiar la herida que tengo en el hombro izquierdo, coloca un nuevo vendaje y se marcha, a ruda prisa.—Con todo y que hiciste una prueba beta del enjambre con esos cabrones, aún me parece increíble que sobrevivieras— comenta Velkan, contemplándome con orgullo.—No fue nada del otro mundo, Harold Stromae quería nuestro armamento, yo solo lo complací.El tío Evan se me queda mirando con una expresión que reconozco.—¿Alguna vez te han dicho lo mucho que...?— susurra, no lo dejo terminar.—Sí, Viktoria y Sandro me lo han dicho miles de veces. Que soy muy parecido a Alexis, el viejo lobo. —Sí, es cierto que eres muy parecido físicamente al bisabuelo. Exceptuando el color de los ojos, claro—comemta Velka