Amy:—¿Podemos hablar?Entro en el despacho de mi marido y me acerco a su escritorio. Alza la vista a modo de saludo y me quedo maravillada una vez más por lo muchísimo que ha avanzado su proceso de recuperación durante las últimas seis semanas.Ya le han quitado la escayola y los vendajes. La verdad es que él había afrontado su curación de la misma forma en que suele acometer cualquier otra ambición: con una obstinación implacable y una gran convicción. En cuanto el doctor Goldberg dio el visto bueno para quitarse la escayola, le faltó tiempo para ir a rehabilitación. Se había pasado los días ejercitándose durante horas para restablecer la movilidad y el funcionamiento del lado izquierdo del cuerpo. Sus cicatrices se notan cada vez menos, por lo que hay días en los que casi olvido que estuvo gravemente herido y que pasó por un infierno del que había salido relativamente ileso. Nuestra estancia en la clínica en Rusia y todas las operaciones le habían costado millones
Amy:—¿Un viaje a España? —repite él, vagamente sorprendido cuando saco el tema—. Pero si viste a tus padres hace menos de dos meses.—Sí, lo sé, pero los echo de menos —replico, antes de soplar la crema de champiñones e introducir la cuchara en el líquido humeante— además, tu recibes visitas de tu familia todo el tiempo, ¿por qué no puedo yo ir a pasar tiempo con la mía?Alexis me observa durante un segundo, con las cejas elevadas,antes de murmurar:—Está bien. Quizás tengas razón. —Me quedo mirándolo mientras empieza a comer, incapaz de creerme lo fácil que ha sido hacer que estuviese de acuerdo.—¿Eso es un sí?Quiero asegurarme de que no lo he malinterpretado. Se encoge de hombros.—Si quieres, te llevaré dentro de un par de días.Tendremos que reforzar la seguridad en torno a tus padres, claro, y tomar algunas precauciones adicionales, pero no creo que haya problema.La sonrisa que comienza a asomárseme se congela cuando me viene a la mente algo que me dijo una vez.—¿Crees que e
Alexis:Cuando entramos en el dormitorio, ella se disculpa y va a refrescarse. Entra en el cuarto de baño mientras yo me desvisto, disfrutando de la liberación que supone no tener el brazo escayolado. Todavía me duele el hombro izquierdo cuando hago ejercicio, pero estoy recuperando la fuerza y la amplitud de mis movimientos. Ni siquiera la pérdida del ojo me incomoda demasiado; los dolores de cabeza y los efectos de la vista cansada están remitiendo día tras día En resumidas cuentas, casi he vuelto a la normalidad, pero no puedo decir lo mismo de ella. Cada vez que sus gritos me despiertan o empieza a hiperventilar de forma súbita, me inunda el pecho una mezcla tóxica de rabia y culpa. Nunca he sido propenso a vivir en el pasado, pero no puedo evitar que me embargue el deseo de ser capaz de retroceder en el tiempo y deshacer todas las putas decisiones que han desencadenado consecuencias indeseadas. Y así poder volver a tener a Amy, a mi Amy, de vuelta. Sale del cuarto de bañ
Amy:Hago acopio de toda mi fuerza de voluntad para mantenerme despierta mientras escucho el ritmo constante de la respiración de Alexis. Me pesan los párpados y siento el cuerpo adormecido por la extenuación de haber saciado mi apetito sexual. Solo quiero cerrar los ojos y dejar que me engulla la oscuridad reconfortante, pero no puedo.Antes debo hacer una cosa.Espero hasta que me cercioro de que él está dormido y entonces me libero cuidadosamente de su abrazo. Compruebo con alivio que no se mueve, me levanto y doy con la bata, que había caído antes al suelo.Me la pongo con sigilo y camino descalza sin hacer ruido hasta el cuarto de baño. Mi estómago sigue sin estar bien y vuelven a aparecer las náuseas. Tengo que tragar saliva varias veces para no vomitar.Probablemente hacer esto sintiéndome mal no sea la mejor idea, lo sé, pero también soy consciente de que, si no lo hago ahora, puede que no tenga el coraje de intentarlo más tarde. Y necesito hacerlo. Necesito cumplir mi prome
Amy:—Amy, abre la puerta. ¡Ahora mismo!No respondo. Me tiemblan tanto las manos que me equivoco al escribir la contraseña y tengo que hacerlo de nuevo.—¡Amye! —grita , sin dejar de golpear la puerta—. ¡Abre la puta puerta antes de que la eche abajo!Consigo entrar en Gmail. Me martillea el corazón mientras busco el último correo de Marco.La puerta tiembla al recibir una fuerte patada.Las náuseas son cada vez más intensas y se me acelera el pulso cuando encuentro el correo. Más patadas contra la puerta mientras hago clic en «Responder» y adjunto la lista.Hago clic en «Enviar» y la puerta se sale de las bisagras, estrellándose contra el suelo frente a mí.Veo a Alexis allí, de pie. Sus ojos parecen gélidas rendijas verdes que se abren en su hermoso rostro. Tiene los puños apretados, se le han ensanchado las fosas nasales y le arden las mejillas.Resulta majestuoso y terrorífico, como un arcángel que entra en cólera.—Dame el portátil, mujer. Ahora.Su voz destila una tranquilidad
Alexis:Subo las escaleras hacia la habitación con una bandeja de té y galletitas saladas. Debería estar furioso con ella, pero, en lugar de eso, siento una preocupación teñida de una cierta admiración.Me ha desafiado, se ha encerrado en el baño y se ha colado en mi ordenador para pagar una deuda que creía que debía. Sabía que la descubriría, pero aun así lo ha hecho y no puedo evitar respetarla por ello. Yo hubiese hecho lo mismo si estuviera en su lugar.En realidad, debería haberlo esperado. Llevaba días insistiendo con querer la lista, así que no me sorprende que haya decidido actuar por su cuenta. Desde el principio, percibí que en ella había un alma obstinada, un espíritu luchador que contradice su aspecto delicado.Puede que mi motita sea obediente la mayor parte del tiempo, pero solo porque es lo bastante inteligente para escoger sus batallas y debería haber sabido que escogería luchar en esta.Cuando me estoy acercando a la habitación, reconozco el tono ligera
Amy:Tengo la mente en blanco, vacía de todo pensamiento racional al mirarlo. Apenas noto que sigue dentro de mí, pero no puedo procesar nada más en este momento. Me siento rota, destruida, el dolor aumentado de mi cuerpo por el intenso y punzante dolor de mi alma. No sé porque este sexo duro me ha parecido como una violación ni por qué me ha recordado a esos primeros días en la isla, cuando él era mi cruel captor y no el hombre al que amo. Solo hace un par de días, me torturó con un azotador y pinzas para pezones y lo disfruté, le supliqué. También le he suplicado hoy, pero para que continuase. Quería sexo, pero creo que quería más un sexo lento y romántico, en el que él me dijera que me ama y que todo va a estar bien. Pero como siempre, fue esperar demasiado. Y se me rompe el alma por la pequeña vida que crece en mi interior. Por el niño inocente que ha sido concebido por dos asesinos. —Amy… —La voz de Alexis es un susurro. El dolor en su voz ablanda lo poco que me queda de co
Amy:Cuabdi el médico ya se ha ido, me pongo un bañador y voy hacia el porche trasero, cogiendo de paso un libro. Embarazada o no, me gusta leer, y pienso hacerlo, aunque solo sea para distraerme de la situación que estoy viviendo. Vuelvo a llevar una tirita en el brazo e intento olvidar el dolor que siento. No quiero pensar demasiado en que el implante ya no está y la razón para ello.Debería estar dolida y enfadada con Alexis, pero no lo estoy. Me estoy engañando otra vez, solo existo en este momento y relego todo lo malo a un rincón de mi mente. Necesito hacerlo para no volverme loca.Lo necesito porque no puedo dejar de amar a mi captor, haga lo que haga.Y no ayuda mucho que el Alexis de esta mañana esté a años luz del ser salvaje de anoche. En cuanto me he levantado me ha tratado como si fuera de porcelana: desayuno en la cama, masaje en los pies, besos y muestras de afecto constantes. Si no lo conociera, diría que se siente culpable.Sé de la pata que cojea, cl