Alexis:Cuando aterrizamos ya es de noche.Guío a Amy, que está adormilada, fuera del avión y nos metemos en el coche para irnos a casa.A casa. Es raro pensar en este sitio otra vez como mi casa. Era mi casa cuando era un niño y la odiaba. Lo odiaba todo, desde el calor húmedo hasta el olor acre de la vegetación. Sin embargo, ahora que he crecido, me siento atraído por lugares como este, sitios aislados que me permiten ser quien soy, sin esconderme .Tuvo que venir Amy para darme cuenta de que no odiaba la finca, de que este lugar es perfecto para que vivamos. Ella se acurruca cerca de mí en el asiento trasero del coche,interrumpiendo mis cavilaciones, y bosteza con delicadeza sobre mi hombro. El sonido recuerda tanto a un gato que me río y le paso el brazo derecho alrededor de la cintura para atraerla más hacia mí.—¿Tienes sueño?—Mmm-mmm. —Frota la cara contra mi cuello—. Hueles bien —murmura.Y solo con eso, se me pone dura como reacción a sentir sus labios rozarme la pi
Alexis:Así que, en vez de murmurar inútiles palabras de cariño, me agacho apoyándome sobre el codo derecho y la beso en la boca con fuerza, aprovechando que tengo su mandíbula sujeta para mantenerla quieta. Mis labios chocan con los suyos e hinco los dientes en su labio inferior mientras fuerzo la lengua a entrar dentro, la invaden y le hacen daño. Mi monstruo sádico interno tiembla de placer ante el sabor metálico de la sangre, al tiempo que me retuerzo de arriba abajo de dolor ante la angustia que está sintiendo. Jadea en mi boca, pero ahora es un sonido distinto, más sorprendido que desesperado. Siento que se le expande el pecho al respirar profundamente y me doy cuenta de que mi duro método para llegar a ella está funcionando, que ahora se está centrando en el dolor físico y no en el mental. Abre los puños, ya no se aferra a las sábanas, y se queda quieta debajo de mí. Todo el cuerpo se le tensa como si tuviera un miedo distinto, un miedo que excita mi parte más oscura, más
Amy:—¿Podemos hablar?Entro en el despacho de mi marido y me acerco a su escritorio. Alza la vista a modo de saludo y me quedo maravillada una vez más por lo muchísimo que ha avanzado su proceso de recuperación durante las últimas seis semanas.Ya le han quitado la escayola y los vendajes. La verdad es que él había afrontado su curación de la misma forma en que suele acometer cualquier otra ambición: con una obstinación implacable y una gran convicción. En cuanto el doctor Goldberg dio el visto bueno para quitarse la escayola, le faltó tiempo para ir a rehabilitación. Se había pasado los días ejercitándose durante horas para restablecer la movilidad y el funcionamiento del lado izquierdo del cuerpo. Sus cicatrices se notan cada vez menos, por lo que hay días en los que casi olvido que estuvo gravemente herido y que pasó por un infierno del que había salido relativamente ileso. Nuestra estancia en la clínica en Rusia y todas las operaciones le habían costado millones
Amy:—¿Un viaje a España? —repite él, vagamente sorprendido cuando saco el tema—. Pero si viste a tus padres hace menos de dos meses.—Sí, lo sé, pero los echo de menos —replico, antes de soplar la crema de champiñones e introducir la cuchara en el líquido humeante— además, tu recibes visitas de tu familia todo el tiempo, ¿por qué no puedo yo ir a pasar tiempo con la mía?Alexis me observa durante un segundo, con las cejas elevadas,antes de murmurar:—Está bien. Quizás tengas razón. —Me quedo mirándolo mientras empieza a comer, incapaz de creerme lo fácil que ha sido hacer que estuviese de acuerdo.—¿Eso es un sí?Quiero asegurarme de que no lo he malinterpretado. Se encoge de hombros.—Si quieres, te llevaré dentro de un par de días.Tendremos que reforzar la seguridad en torno a tus padres, claro, y tomar algunas precauciones adicionales, pero no creo que haya problema.La sonrisa que comienza a asomárseme se congela cuando me viene a la mente algo que me dijo una vez.—¿Crees que e
Alexis:Cuando entramos en el dormitorio, ella se disculpa y va a refrescarse. Entra en el cuarto de baño mientras yo me desvisto, disfrutando de la liberación que supone no tener el brazo escayolado. Todavía me duele el hombro izquierdo cuando hago ejercicio, pero estoy recuperando la fuerza y la amplitud de mis movimientos. Ni siquiera la pérdida del ojo me incomoda demasiado; los dolores de cabeza y los efectos de la vista cansada están remitiendo día tras día En resumidas cuentas, casi he vuelto a la normalidad, pero no puedo decir lo mismo de ella. Cada vez que sus gritos me despiertan o empieza a hiperventilar de forma súbita, me inunda el pecho una mezcla tóxica de rabia y culpa. Nunca he sido propenso a vivir en el pasado, pero no puedo evitar que me embargue el deseo de ser capaz de retroceder en el tiempo y deshacer todas las putas decisiones que han desencadenado consecuencias indeseadas. Y así poder volver a tener a Amy, a mi Amy, de vuelta. Sale del cuarto de bañ
Amy:Hago acopio de toda mi fuerza de voluntad para mantenerme despierta mientras escucho el ritmo constante de la respiración de Alexis. Me pesan los párpados y siento el cuerpo adormecido por la extenuación de haber saciado mi apetito sexual. Solo quiero cerrar los ojos y dejar que me engulla la oscuridad reconfortante, pero no puedo.Antes debo hacer una cosa.Espero hasta que me cercioro de que él está dormido y entonces me libero cuidadosamente de su abrazo. Compruebo con alivio que no se mueve, me levanto y doy con la bata, que había caído antes al suelo.Me la pongo con sigilo y camino descalza sin hacer ruido hasta el cuarto de baño. Mi estómago sigue sin estar bien y vuelven a aparecer las náuseas. Tengo que tragar saliva varias veces para no vomitar.Probablemente hacer esto sintiéndome mal no sea la mejor idea, lo sé, pero también soy consciente de que, si no lo hago ahora, puede que no tenga el coraje de intentarlo más tarde. Y necesito hacerlo. Necesito cumplir mi prome
Amy:—Amy, abre la puerta. ¡Ahora mismo!No respondo. Me tiemblan tanto las manos que me equivoco al escribir la contraseña y tengo que hacerlo de nuevo.—¡Amye! —grita , sin dejar de golpear la puerta—. ¡Abre la puta puerta antes de que la eche abajo!Consigo entrar en Gmail. Me martillea el corazón mientras busco el último correo de Marco.La puerta tiembla al recibir una fuerte patada.Las náuseas son cada vez más intensas y se me acelera el pulso cuando encuentro el correo. Más patadas contra la puerta mientras hago clic en «Responder» y adjunto la lista.Hago clic en «Enviar» y la puerta se sale de las bisagras, estrellándose contra el suelo frente a mí.Veo a Alexis allí, de pie. Sus ojos parecen gélidas rendijas verdes que se abren en su hermoso rostro. Tiene los puños apretados, se le han ensanchado las fosas nasales y le arden las mejillas.Resulta majestuoso y terrorífico, como un arcángel que entra en cólera.—Dame el portátil, mujer. Ahora.Su voz destila una tranquilidad
Alexis:Subo las escaleras hacia la habitación con una bandeja de té y galletitas saladas. Debería estar furioso con ella, pero, en lugar de eso, siento una preocupación teñida de una cierta admiración.Me ha desafiado, se ha encerrado en el baño y se ha colado en mi ordenador para pagar una deuda que creía que debía. Sabía que la descubriría, pero aun así lo ha hecho y no puedo evitar respetarla por ello. Yo hubiese hecho lo mismo si estuviera en su lugar.En realidad, debería haberlo esperado. Llevaba días insistiendo con querer la lista, así que no me sorprende que haya decidido actuar por su cuenta. Desde el principio, percibí que en ella había un alma obstinada, un espíritu luchador que contradice su aspecto delicado.Puede que mi motita sea obediente la mayor parte del tiempo, pero solo porque es lo bastante inteligente para escoger sus batallas y debería haber sabido que escogería luchar en esta.Cuando me estoy acercando a la habitación, reconozco el tono ligera