Amy:Cuando aterrizamos en el pequeño aeropuerto cerca de Moscú, hay una gruesa capa de nieve en el suelo, por lo cual agradezco haber decidido traerme la ropa que traigo. Ya es de noche, el viento está muy frío y me cala los huesos a través del abrigo de invierno. Apenas pienso en el malestar porque solo le doy vueltas a lo que nos espera. No nos espera ningún coche blindado porque no hay nada que delate nuestra llegada. Marco llama a un taxi para mí y subo a la parte trasera sola, mientras él se dirige de regreso al avión. El conductor, un hombre amable de mediana edad, trata de charlar conmigo, probablemente con la esperanza de averiguar quién soy. Estoy segura de que se cree que soy una famosa que llega en un jet privado como ese. Le doy respuestas monosilábicas a todas sus preguntas, y rápidamente entiende que solo quiero que me deje tranquila. El resto del trayecto pasa en silencio mientras miro por la ventana los caminos oscurecidos por la noche. Me late la cabeza por el estr
Amy:A pesar de que estoy agotada, apenas duermo esta noche. Sé que los malos tardarán algún tiempo en reaccionar a que yo esté aquí, pero todavía estoy consumida por el temor y los nervios. Cada vez que me adormezco, tengo pesadillas, solo que en estos sueños no es Katya a quien cortan en pedazos, sino Alexis. Las imágenes sangrientas son tan gráficas que me despierto con náuseas y temblando… y con las sábanas empapadas de sudor. Por último, me doy por vencida: Saco el somnifero que me recomendó Marco y me lo trago, con la esperanza de que me impida seguir teniendo pesadillas sobre lo que puede estar sucediendo en este momento en algún escondite de criminales a miles de kilómetros de distancia.*** —No has dormido bien, ¿cierto? —Mi suegra arruga la frente, preocupada, y sé que no he conseguido ocultarle mi cansancio—. Estás preocupada por él —Pues claro. —Una oleada repentina de rabia me agudiza la voz—. Es mi marido, ¿ recuerda? Ella parpadea, claramente sorprendida y me arre
Alexis:Debo de haber perdido la conciencia otra vez porque me están arrojando más agua fría. Tiemblo, mi cuerpo ha entrado en shock por la agonía intensa. No veo nada por el ojo izquierdo; pero siento un dolo punzante en mi rostro. Se me revuelve la bilis e intento evitar a toda costa vomitarme encima. —¿Por lo visto quieres perder un ojo, no, Visconti? —Majid sonríe, sujeta con el puño firme el cuchillo ensangrentado—. ¿Te gustaría estar tuerto o ciego mientras te cortamos la polla o prefieres verlo? Por supuesto, no es demasiado tarde para detenerlo… solo dinos lo que queremos saber e incluso podríamos dejarte vivir. Está mintiendo. Lo deduzco por el tono presuntuoso de su voz. Piensa que casi me tiene destruido, tan desesperado por detener el dolor que me voy a creer todo lo que diga. —Vete a qué te den por el culo —susurro con las fuerzas que me quedan. «No te eches atrás, nunca te eches atrás». Entrecierra los ojos de rabia y el cuchillo destella en mi cara. Aprieto los ojo
Amy:No sé si me he golpeado la cabeza o solo estaba aturdida por la explosión, pero de lo siguiente que soy consciente es del sonido de los tiros al otro lado de las paredes. La sala está llena de humo y toso mientras, por instinto, intento ponerme de pie. —¡ Amy, agáchate! —Es Alexis; tiene la voz ronca por el humo—. Quédate agachada, nena, ¿me oyes? —¡Sí! —grito. Una felicidad intensa me invade al ver que está vivo y en tan buenas condiciones como para hablar. Sigo agachada en el suelo, miro por detrás de la mesa que ha caído a mi lado y lo veo recostado al otro extremo de la sala, todavía amarrado a la silla de metal. También veo que el humo entra por el conducto de ventilación del techo y que la habitación estávacía, salvo nosotros dos. La batalla, o lo que sea que esté sucediendo, está afuera. Marco y los guardias deben de haber llegado. A punto de llorar de alivio, agarro el AK-47 tirado a mi lado, me agacho y empiezo a arrastrarme por el suelo hacia alexus, conteniendo l
Alexis:— No puedes continuar cometiendo esas locuras,hijo— dice en un tono sereno, calmado, y me limito a mirarle directamente a los ojos— no es que no seas lo suficientemente fuerte para acabar con tus enemigos, lo eres. Él asunto aquí, es que no necesitas cargar contra el mundo tú solo, pudiste pedirnos ayuda y es que esta vez casi mueres...—Lo sé.— Debes andarte con cuidado, Alexis. Tú y Velkan son lo más importante para tu madre y para mí. Si ustedes mueren sin herederos, la mafya y la mafia italiana sufrirían un golpe irreparable. Y casi matan a tu esposa también.—Ya dije que lo sé — mascullo entre dientes.Tanner Volka me contempla con las cejas elevadas, luego entre cierra sus ojos y me entrega una sonrisa burlona. —No te importa que pudiste haber muerto, pero su te emputa que casi la matan a ella, ¿verdad?Liberó un gruñido y él rue a carcajadas, relajándose en su silla. —¿Las cosa han mejorado entre ustedes, entonces?— interroga, cambiando de tema.—Sí.—Segun supe, se
La forma en que me mira me pone inmediatamente nerviosa; pese a lo que acabo de revelar, no cambia la expresión de su rostro. Quiero apartar la vista, pero no puedo, me tiene sujeta por la barbilla, lo que me obliga a sostenerle la mirada mientras le desvelo el secreto terrible que me ha estado consumiendo desde que nos rescataron.Su falta de reacción me hace pensar que no comprende del todo lo que le estoy diciendo.—Lo maté,—repito, decidida a hacérselo comprender ya que me ha obligado a hablar del tema—. Maté a Majid a sangre fría. Cuando lo vi entrar en la habitación, supe que quería hacerlo y lo hice. Lo desarmé con un disparo y entonces le volví a disparar en el estómago y el pecho, asegurándome de no darle en el corazón para que viviera un par de minutos más. Podría haberlo matado de inmediato, pero no lo hice. —Aprieto los puños sobre el regazo, sintiendo el dolor de las uñas clavadas mientras confieso—: Lo dejé con vida porque quería mirarlo a la cara cuando se la quitase.S
Amy:Me dejo la camisa puesta y corro hacia la puerta para echar el cerrojo y tener intimidad. Cada paso me recuerda el calor palpitante que siento entre las piernas y el roce de los vaqueros contra mi clítoris sensible aumenta mi excitación. Al volver, Alexis está medio reclinado hacia adelante sobre la cama. Se ha desatado el pijama por la parte delantera y se acaricia la polla erecta. Un fuerte vendaje le cubre las costillas, pero no consigue menoscabar el poder salvaje de su cuerpo musculoso. Hasta herido se las maneja para dominar en la habitación, mantiene el atractivo magnético de siempre. —Buena chica —murmura. Me observa con una mirada de párpados gruesos— Ahora baila para mí, nena. Quiero que te quites los vaqueros lentamente, déjame ver ese culito sexi. Me muerdo el labio, el calor de su mirada me enciende aún más. —Vale —susurro y me pongo de espaldas, me inclino hacia delante y me bajo los pantalones despacio, con un movimiento balanceante de caderas mientras voy de
Alexis:Un chillido ahogado me despierta y me saca a la fuerza de un sueño tranquilo. Abro de golpe los ojos en un subidón de adrenalina y me incorporo para sentarme. El movimiento repentino hace que se resientan las costillas fracturadas. Con la escayola del brazo izquierdo golpeo el monitor cardíaco que está al lado de la cama y la punzada de dolor es tan intensa que la habitación da vueltas a mi alrededor en una espiral nauseabunda. Me late el pulso con fuerza y tardo un momento en comprender qué me ha despertado. Amy. Creo que tiene otra pesadilla. Relajo un poco el cuerpo, que se había puesto en tensión, preparado para el combate. No hay ningún peligro, nadie nos persigue. Estoy tumbado junto a ella en la lujosa cama del hospital, a salvo, con toda la seguridad que la mafya nos puede proporcionar en la clínica del San Pietro. El dolor en las costillas y el brazo ha mejorado y ahora lo tolero mejor. Me muevo con cuidado y coloco la mano derecha sobre su hombro para desperta