Mientras tanto, en la guarida de Alaric, Draven se encontraba tumbado en el sillón de Alaric con las piernas colocadas en un extremo de los reposabrazos y con la cabeza en el otro, al tiempo que tiraba unas golosinas al aire para atraparlas con su boca. —Es cierto que cuando los gatos están de vacaciones, las ratas se aprovechan. Mírate teniendo una buena vida mientras tu jefe está encerrado —habló Caroline al otro extremo de aquel salón rocoso. —Sentí tu hedor desde que ingresaste a la cueva. ¿Has venido a morir? —rezongó Draven sin una pizca de amabilidad. —La que debería estar furiosa soy yo, por lo que me has hecho. —Al llegar a su lado, Caroline le pateó las piernas. —Tu estúpido jefe me ha regañado porque hice tu trabajito sucio, y con eso el rey perro supo de mí, aunque él no me vio, la bruja patética, sí —largó furioso, y tras tomar una bocanada de aire, centró su mirada de brujo en Caroline, intimidándola por completo. —Odio que me den órdenes y me reprochen, y más cuando
En el área de la cocina imperial del aquelarre de Diamantim, Dayanara estaba desayunando junto a su esposo e hija. Pese a su esfuerzo por aparentar normalidad, la inquietud manchaba su semblante, reflejando una batalla interna por mantenerse serena ante los nervios que se agolpaban en su estómago. Con cada encuentro de miradas con su esposo, su sonrisa se forzaba un poco más y sus dedos se entrelazaban con los de él en una súplica muda. Mientras tanto, él recogía su mano con una frialdad que no le era propia, dejando un espacio helado entre ellos. —Amor, aún sigo con la idea de que deberías enviar a un emisario a dar aviso al padre de tu hija —susurró el esposo, con mandíbulas apretadas. Dayanara, con la frente ligeramente fruncida, le sostuvo la mirada. —Querido, ya te he dicho. Esta especie es recelosa con extraños y te aseguro que un emisario no encontraría su reserva. Si pudiera, ya le habría hecho saber a Glenn, mediante un aviso mágico, pero en Ashton nuestras artes mágicas so
—Thiago. No malinterpretes mi petición, te aseguro que…— le decía Marlen, creyendo que estaba enfadado; sin embargo, al mirar al punto donde él tenía su mirada fija, encontró a Sabrina viéndolo de igual modo, por lo que alzó una ceja incrédula y frunció el ceño sutilmente.Sabrina no entendía qué estaba ocurriendo; nunca se había encontrado con ese chico, esta era la primera vez, pero el vuelco que dio su corazón y la forma en la que se sentía le daba a entender que él era uno de los motivos para estar ahí. Como le dijo a Marlen, sentía que algo más la ataba a ese lugar; lo podía sentir a pesar de ser solo humana. Observaba a Thiago con asombro, llevándose una mano al pecho en un gesto de incredulidad y desconcierto.—Hola…— alzó una mano y agitó los dedos, tratando de ser la primera en dar el paso; sin embargo, su sonrisa se desvaneció cuando lo vio salir corriendo como animalillo asustado, y avergonzada miró a los presentes mientras se tragaba su propia saliva con consternación y de
Impresionada, Marlen veía alrededor de la pequeña pista de aterrizaje, observando la torre de control, y al piloto conversando con dos azafatas que se movían con eficacia y gracia. Esto era monumental para alguien como ella, que solo había viajado en clase turista y en muy pocas ocasiones, y parpadeó varias veces, intentando grabar cada detalle en su memoria.«Es como una película», pensó, y al girarse hacia Elijah, una brisa sutil agitó los flecos de su cabello. Ella, no podía evitarlo, lo estudiaba; había algo en la forma en que la camisa negra subrayaba los músculos de su torso y cómo las mangas arremangadas exponían sus antebrazos tensos. Incluso los jeans grises que le delineaban las piernas con precisión y botas de cuero pulido que crujían ligeramente con cada movimiento, parecían conformar un conjunto hecho a medida para su esbelta figura.«Esa ropa lo hace parecer más sexy de lo que verdaderamente es», suspiró para sus adentros antes de agitar la cabeza, ordenándose a sí misma
Después de una hora de vuelo y de recorrer un sendero de piedra, la camioneta se detuvo frente a una enorme casa estilo cabaña rústica. Aunque más pequeña que el palacio del supremo, era realmente hermosa.—Bienvenida a la manada Lucero del alba —le dijo Elijah a Marlen antes de extender su mano para ayudarla a desmontarse. Al pararse junto a él, vio a muchas personas, las cuales inclinaron las cabezas.Al escuchar las murmuraciones, Marlen abrió los ojos sin saber si alzar una mano para saludar a esas personas que la veían fijamente, o si inclinarse igual que ellos.—Es humana—escuchó entre los murmullos mientras caminaba junto a Elijah. —Es muy pequeña, ¿cómo pudo tener al hijo del supremo cuando se nota que es débil?— seguían las murmuraciones, y Elijah la miraba de reojo con una pizca de diversión.Cuando entraron a la casa, Marlen se quedó sin aliento al ver a 7 hombres saltar encima de Elijah en un abrazo grupal, y todos los llamaban hermano. Todos tenían ciertos rasgos idéntico
Elijah se paró amenazante, con mandíbula apretada mientras sus ojos brillaban.—Supremo, nuestro hermano tiene razón, esa humana tuvo a tu hijo y es un milagro, lo aceptamos y nos sorprendemos, pero, no solo nosotros como alfas estamos en contra de tu decisión, sino todos. En todas las manadas se protesta —expresó uno con voz grave.Marlen, ya no soportaba escuchar a escondidas, e incómoda salió de la casa, su andar mostraba irritación, mientras una mueca de frustración se dibujaba en sus labios.—Si tan solo pudiera mostrarle que no soy lo que consideran —murmuró expulsando el aire, porque a pesar de todo le molestaba que hablaran así de ella.—No todo puede ser perfecto — seguía murmurando cuando de repente una mujer muy parecida a la luna de esa manada, se acercó a ella. —¿Así que eres esa mujer? Has creado un gran alboroto entre los lobos. Marlen la observó de arriba abajo, con el ceño fruncido.—¿Quién eres? — le preguntó desconfiada, y la loba sonrió.—Soy Rosana, cuñada del a
—¡Ven a lavar los trastes! —escuchó Sabrina esta orden mientras se dirigía a la cocina con pasos lentos.—No, recuerden que ya no soy una criada doméstica, soy la doncella de la luna suprema. Ella ha dejado muy claro que solamente debo seguir sus órdenes y de nadie más —protestó otra voz. Sabrina supo de inmediato que se trataba de Nerea. Avanzó con determinación y al entrar a la cocina encontró a una mujer tirando del cabello de la chica, y a dos hombres con Thiago atrapado, quien emitía gruñidos amenazantes mientras forcejeaba por zafarse, pero parecía imposible.—¡¡Suéltenlos ahora mismo!!, ¡infelices del infierno! —voceó Sabrina totalmente fuera de sí, y ellos la miraron con cierta burla.—¿Si no lo hacemos qué hará? —la desafió la mujer que aún tenía el cabello de Nerea entre sus manos.Sabrina apretó los puños y dientes, sintiéndose impotente, pero en un momento su cabeza hizo clic, y en un movimiento rápido sacó su teléfono celular.—¿A quién llamaré primero, a la señora Alana
En el mismo instante en que Marlen atravesó el umbral de su aposento con Mateos acurrucado en sus brazos, se detuvo bruscamente al encontrarse frente a frente con dos mujeres de constitución atlética y músculos bien definidos que le bloqueaban el paso.—¿Qué significado tiene esto? —les preguntó, alzando el mentón para poder sostener la mirada desafiante que le echaban desde lo alto.—Luna, no puede salir del palacio —la voz de una de ellas resonó con una autoridad que no admitía discusión.Marlen rodó los ojos antes de tomar una profunda respiración.—Lo sé, iré a conversar con mi mamá. ¿Acaso no puedo hacer eso? —replicó con irritación y cruzó los brazos sobre el pecho, presa de una molestia que parecía cocerse en su interior, por lo que sentía como una restricción excesiva por parte de Elijah.—La acompañaremos.Acorralada por esa imposición, Marlen emprendió la caminata con pasos que retumbaban en el suelo.—¡Como quieran! —murmuró, y golpeteó el aire con una mano en un gesto de