El chico Omega se sentía subyugado e insignificante por la rudeza del supremo, y sentía cómo su confianza se desvanecía, obligándolo a bajar la cabeza. Con su actitud severa y figura imponente, Elijah caminaba lentamente a su lado, mirándolo fijamente a los ojos.—¿Cómo te atreves a coquetear con mi luna? Puedo percibir el desagradable olor de tus feromonas. Los omegas son tan patéticos. No te hagas ilusiones con mi mujer — le sentenció Elijah con altanería y orgullo, dejando a Marlén impactada por sus palabras.Elijah rodeó a Thiago con pasos tranquilos, mientras se recogía el cabello blanco en una coleta; un tic característico que se evidenciaba cuando algo lo irritaba o buscaba un enfrentamiento. Este gesto hizo que el chico Omega temblara de terror.—Supremo… —intervino Lucius, deteniéndose frente a Elijah para proteger al joven.Elijah soltó una carcajada y tomó a Lucius por el hombro derecho.—No seas tonto. Sabes que no me enfrentaré a una persona que no esté a mi altura—le rep
Marlén observó con creciente temor cómo la apariencia de Elijah se transformaba rápidamente frente a ella. Su piel lozana dio paso a una capa de pelo, sus músculos se ensancharon y su ropa comenzó a romperse por la presión. Sus facciones se desfiguraron, y sus ojos azules se volvieron dorados. Asustada, Marlén se pegó a la pared, deseando que la misma se agrietara, y la succionara hacia dentro, llevándola a otro espacio, para escapar de esa aterradora imagen. Lo miraba a la cara desde su posición, sintiendo su respiración caliente. —Mi luna, por favor, no me temas. Nunca podría lastimarte—, le aseguró Atlas con una voz ronca pero suave, transmitiéndole una sensación de calma.—Atlas…—murmuró, ella, con su respiración agitada y de una forma incomprensible, lo vio sonreír.— Mi luna, qué hermoso suena mi nombre en tus labios— le dijo entre ronroneos, mirándola con tanta adoración que Marlén sintió que todo su temor desaparecía.Cuando sintió como él le acarició una mejilla, cerró los
Marlén caminaba con cautela entre las sombras, como un habilidoso ladrón que espera no ser descubierto. Cada paso era silencioso, cada movimiento cuidadosamente planeado para evitar cualquier ruido que la delatara. Se escondía detrás de las paredes, asomándose furtivamente para asegurarse de que no hubiera nadie cerca y su corazón latía acelerado, excitado por la adrenalina de su pequeña travesía.De repente, cuando solo le faltaba un pasillo para llegar a su habitación, sintió como dos dedos se hundieron en sus costillas, haciendo que se estremeciera de sorpresa.Un grito escapó de sus labios cuando una voz familiar le susurró al oído: —¡Bueu, te atrapé! —. Marlén saltó hacia atrás, con una mezcla de susto y diversión en su rostro. Su respiración se aceleró, mientras ponía una mano sobre su pecho para calmar su corazón cobarde que estaba a punto de echar patitas e irse por cuenta propia.Cuando se dio la vuelta se encontró con Tara, quien la había estado siguiendo desde que salió de
En el oscuro calabozo, Alaric golpeaba furiosamente las rejas, y el sonido metálico resonaba de manera muy molesta en la opresiva atmósfera.En su rostro se podía ver el enojo puro mientras miraba con asco el lugar que lo confinaba y a pesar de la fatiga y la incomodidad, se negaba a sentarse en la pequeña y desgastada camita.—¿Cómo se atrevió a encerrarme? ¡Yo no soy un don nadie! — bramó tan furioso que su voz vibraba de rabia reprimida, puesto que, sentía el peso de su orgullo herido, y creyendo que su posición estaba amenazada por ese encierro.— Pronto me desharé de ti, Elijah, pronto— prometía, mientras sus dedos se crispaban alrededor de los barrotes, como si pudiera doblarlos con la fuerza de su enfado.En ese momento, Caroline hizo su entrada con su habitual elegancia, y con su presencia desafiante, que contrastaba con la crudeza del calabozo.— Tío político, te asienta bien esa jaula. Lástima que aquí no haya trajes para reos como en las cárceles humanas, sería genial—. Sus
Era la hora de la cena, y los empleados se movían de un lado a otro, preparando la mesa meticulosamente. En medio del ajetreo, Marlén buscaba a su madre con la mirada, reflejando tristeza y su temor al creer que debía enfrentarla, porque había sucumbido ante Atlas, pero ¿cómo le explicaba que él era diferente a Elijah? Solo ella parecía entenderlo y le aterrorizaba la reacción de Julia.En medio de la actividad, Tara observó a Mateo, sentado en el regazo de Marlén, mirándolo todo con inocencia y curiosidad infantil.—Este pequeño parece que no quiere descansar —comentó al mismo tiempo que le alborotaba el cabello a Mateo, el cual soltaba pequeños gruñidos con entrecejo fruncido.—Sí, últimamente duerme menos horas al día y parece tener una energía inusual, y sobre todo tiene un apetito voraz —. De repente, una criada se acercó para ofrecerle a Marlén su plato de entrada, pero el bebé, con su pelo blanco como la leche, estiró su manita hacia el plato con una expresión de ansia y frustr
—¡Woow! Miren ese espectáculo de luces, es maravilloso— exclamó Marlén boquiabierta cuando alcanzaron los perímetros de la barrera. Aunque el aire gélido de la noche atravesaba la tela fina de su vestido, provocando que sus pezones se endurecieran, y se reflejarán a través de la tela, eso no parecía inquietarla en lo más mínimo.«La visión de mi luna ya no es la de un humano, puede ver el fulgor creado por la magia que compone la barrera», le dijo Atlas a Elijah, celebrando por el vínculo el avance en Marlén.La cual con la cabeza echada hacia atrás, extasiada, admiraba el resplandor anaranjado mezclado con un suave tono azul, los cuales danzaban de manera inestable, como si tuvieran vida propia.— ¿Cómo es posible que ya no estén aquí? ¡Estas son huellas de wendigos! ¡Esos espectros del infierno! — bramó Elijah, agachado mientras tocaba las huellas dejadas por los intrusos.Los rastros eran evidentes, ya que la barrera estaba tan debilitada que incluso un humano podría atravesarla s
—No, no lo hagas, Lucius — le ordenó Elijah autoritario. —Déjalos en sus posiciones, porque no pueden ver lo que estoy esperando que suceda. Marlén lo miró con los ojos abiertos de par en par. Congelada en su lugar, temblaba por el miedo que sentía, y creía que su corazón traicionero escaparía para no morir junto con ella. —¡Estás loco! — exclamó con miedo y frustración, cuando finalmente pudo liberar el nudo que tenía en la garganta.Sin dudarlo, acercándose con su presencia abrumadora, él cerró la distancia entre ellos en solo unos pasos. —Vamos, destrúyelos. Sé que puedes hacerlo. Permíteme presenciar tu verdadero potencial — le susurró al oído, provocando que su aliento caliente hicieran que unos escalofríos recorrieran la espalda de Marlén.Sintiéndose abrumada, ella tembló mientras inclinaba la cabeza para encontrarse con su mirada, pero se asustó cuando él la rodeó con sus brazos desde atrás, atrayéndola hacia él.—¿Cómo esperas que haga eso? ¿Tienes algún tipo de manual de
Las profundidades del océano susurraban su misteriosa canción, mientras una brisa cálida y salada acariciaba la playa, creando una atmósfera mágica. Mientras, los miembros del aquelarre, la Orden de Diamantim, se reunían en la majestuosa casa del rey brujo, ubicada en un punto donde la tierra se fundía con el mar. El lugar exudaba un aura enigmática, con una arquitectura intrigante, y sus paredes estaban cubiertas de musgo y tapices oscuros adornados con antiguos símbolos y runas trazadas en oro. Los pasillos, iluminados por antorchas que parecían tener vida propia, irradiaban un aroma embriagador a incienso, el cual podía sumergir a cualquier intruso en un mar de alucinaciones, y solo los brujos podían resistir sus efectos. Todos los invitados del rey se dirigieron hacia un lugar en particular: el "salón principal", donde se celebraría el cumpleaños de la princesa Arabella, una chica rubia y arrogante, de gran estatura y ojos de color lila, como los de todos los presentes. Ella había