Era la hora de la cena, y los empleados se movían de un lado a otro, preparando la mesa meticulosamente. En medio del ajetreo, Marlén buscaba a su madre con la mirada, reflejando tristeza y su temor al creer que debía enfrentarla, porque había sucumbido ante Atlas, pero ¿cómo le explicaba que él era diferente a Elijah? Solo ella parecía entenderlo y le aterrorizaba la reacción de Julia.En medio de la actividad, Tara observó a Mateo, sentado en el regazo de Marlén, mirándolo todo con inocencia y curiosidad infantil.—Este pequeño parece que no quiere descansar —comentó al mismo tiempo que le alborotaba el cabello a Mateo, el cual soltaba pequeños gruñidos con entrecejo fruncido.—Sí, últimamente duerme menos horas al día y parece tener una energía inusual, y sobre todo tiene un apetito voraz —. De repente, una criada se acercó para ofrecerle a Marlén su plato de entrada, pero el bebé, con su pelo blanco como la leche, estiró su manita hacia el plato con una expresión de ansia y frustr
—¡Woow! Miren ese espectáculo de luces, es maravilloso— exclamó Marlén boquiabierta cuando alcanzaron los perímetros de la barrera. Aunque el aire gélido de la noche atravesaba la tela fina de su vestido, provocando que sus pezones se endurecieran, y se reflejarán a través de la tela, eso no parecía inquietarla en lo más mínimo.«La visión de mi luna ya no es la de un humano, puede ver el fulgor creado por la magia que compone la barrera», le dijo Atlas a Elijah, celebrando por el vínculo el avance en Marlén.La cual con la cabeza echada hacia atrás, extasiada, admiraba el resplandor anaranjado mezclado con un suave tono azul, los cuales danzaban de manera inestable, como si tuvieran vida propia.— ¿Cómo es posible que ya no estén aquí? ¡Estas son huellas de wendigos! ¡Esos espectros del infierno! — bramó Elijah, agachado mientras tocaba las huellas dejadas por los intrusos.Los rastros eran evidentes, ya que la barrera estaba tan debilitada que incluso un humano podría atravesarla s
—No, no lo hagas, Lucius — le ordenó Elijah autoritario. —Déjalos en sus posiciones, porque no pueden ver lo que estoy esperando que suceda. Marlén lo miró con los ojos abiertos de par en par. Congelada en su lugar, temblaba por el miedo que sentía, y creía que su corazón traicionero escaparía para no morir junto con ella. —¡Estás loco! — exclamó con miedo y frustración, cuando finalmente pudo liberar el nudo que tenía en la garganta.Sin dudarlo, acercándose con su presencia abrumadora, él cerró la distancia entre ellos en solo unos pasos. —Vamos, destrúyelos. Sé que puedes hacerlo. Permíteme presenciar tu verdadero potencial — le susurró al oído, provocando que su aliento caliente hicieran que unos escalofríos recorrieran la espalda de Marlén.Sintiéndose abrumada, ella tembló mientras inclinaba la cabeza para encontrarse con su mirada, pero se asustó cuando él la rodeó con sus brazos desde atrás, atrayéndola hacia él.—¿Cómo esperas que haga eso? ¿Tienes algún tipo de manual de
Las profundidades del océano susurraban su misteriosa canción, mientras una brisa cálida y salada acariciaba la playa, creando una atmósfera mágica. Mientras, los miembros del aquelarre, la Orden de Diamantim, se reunían en la majestuosa casa del rey brujo, ubicada en un punto donde la tierra se fundía con el mar. El lugar exudaba un aura enigmática, con una arquitectura intrigante, y sus paredes estaban cubiertas de musgo y tapices oscuros adornados con antiguos símbolos y runas trazadas en oro. Los pasillos, iluminados por antorchas que parecían tener vida propia, irradiaban un aroma embriagador a incienso, el cual podía sumergir a cualquier intruso en un mar de alucinaciones, y solo los brujos podían resistir sus efectos. Todos los invitados del rey se dirigieron hacia un lugar en particular: el "salón principal", donde se celebraría el cumpleaños de la princesa Arabella, una chica rubia y arrogante, de gran estatura y ojos de color lila, como los de todos los presentes. Ella había
Los empleados que se encontraban en la cocina del palacio disfrutaban de un merecido descanso alrededor de una taza de café caliente, compartiendo animadas conversaciones entre ellos y a pesar de la hora tardía, el lugar rebosaba de vida y energía. Sin embargo, todo cambió en un instante cuando sintieron la presencia de Marlen acercándose.—Lo siento, si los asusté— murmuró apenada, sintiéndose extraña mientras todos se inclinaban, brindándole una reverencia.—Luna debió comunicarse por el intercomunicador con nosotros. Le habríamos llevado cualquier cosa que necesite— le dijo Nerea, visiblemente angustiada, mordiéndose la mejilla interna con vacilación mientras movía nerviosamente la pierna derecha, ya que temía que Elijah viera a Marlen haciendo las tareas que le correspondían a ella, y tenía miedo de ser despedida. Marlen se acercó al refrigerador con un nuevo envase de extracto para Mateo, quien ya no se conformaba con la simple leche materna.—Espere, luna, yo lo haré por usted—
Fue tanto lo que Elijah sacó de quicio a Marlen, que ahora él yacía tendido en la cama, con un brazo bajo la cabeza y una pierna cruzada sobre la otra, mientras miraba distraído la pantalla de su teléfono. Mientras tanto, Marlen se encontraba delicadamente desinfectando su herida. Intentaba evitar que sus dedos le rozaran la piel desnuda, evitando así sentir esa electricidad que siempre le transmitía Elijah. Pero era inevitable; a pesar de todos sus esfuerzos, sus yemas terminaban deslizándose suavemente sobre su piel, haciendo que Elijah contuviera la respiración y sintiera lo mismo. Para resistir, se mordía fuertemente la parte interna de los labios, provocando incluso un ligero rastro de sangre.—Pulga, sé más gentil. Aunque sea sobrenatural, no me hace inmune al dolor. Deberías soplar sobre mi piel con tu boca, así no sería tan doloroso. No eres precisamente una persona tierna — protestó, haciendo un puchero para distraerse de lo que verdaderamente estaba experimentando. Marlen al
—Sería muy fácil, ¿cierto? Pero no puedo, cualquier ser puede percibir el olor a supremo en Mateo. Antes no era un problema porque no se había transformado, ahora es imposible, y no solo eso, si te dejo ir, mi especie morirá, incluso yo lo haré, y cuando eso ocurra irán tras ustedes para eliminar a mi descendiente, porque el plan es erradicar la especie—. Con esto último, Elijah salió dejando a Marlen muy desconcertada.El ambiente se volvió denso y cargado de incertidumbre. Marlen intentaba comprender la magnitud de lo que acababa de escuchar, pero sus pensamientos se entrelazaban en un torbellino de emociones encontradas. ….Más tarde, en una de las boutiques más exclusivas de la manada:Era el sexto vestido que Marlen se probaba y salía del vestidor para mostrárselo a Tara y a Sabrina.—Uy, solo eres pequeña, pero voluminosa — comentó Tara, ladina, mientras simulaba apretarse los pechos de manera graciosa. — Con razón mi hermano anda loquito por ti— le guiñó un ojo, y Marlen negó
Unos minutos antes...Plantada en la imponente puerta principal del palacio, donde los guardias protectores de Elijah se yerguían como una barrera infranqueable, Caroline desplegó su aura de ferocidad. Sus ojos de loba feroz parecía desafiar a cualquiera que se atreviera a interponerse en su camino.Percibiendo un inusual olor proveniente de ella, Roy lo atribuyó a un perfume o crema corporal extravagante que Caroline solía usar; olores que los lobos consideraban desagradables debido a su olfato agudo.~Pero huele oscuro, como si hubiera absorbido aura demoníaca. Debemos contarle a nuestro supremo~, le insistía su lobo a Roy.—Te lo diré una vez más, delta inútil, si no me permites ver a mi marido, te arrepentirás —le gritó Caroline, consumida por la ira.Luchando por mantener la calma ante la actitud desafiante de Caroline, Roy le respondió con voz calmada:—El Supremo no está de humor para recibirte en este momento —. Luego respiró profundamente, tratando de contener su enfado.—Dil