Choque de voluntades.

Como si un balde de agua helada fuera vertido en la cabeza de Marlén, ella miró a Sabrina con los labios apretados.

—Esto fue algo que se me olvidó decirte. Estas personas escuchan tanto que pueden oír nuestras respiraciones.

Sabrina quedó estática.

—¡Oh, santo misericordioso! ¡Qué vergüenza! — exclamó Sabrina, cubriéndose el rostro con ambas manos.

Pero Marlén se olvidó de la conversación de inmediato al recordar que había pasado prácticamente toda la mañana enfadada y buscando a Elijah. Se levantó y se acercó a él dando zancadas.

—Tú y yo tenemos que hablar — lo señaló con el dedo índice. Elijah, desde su gran altura, la veía con cierta diversión.

—Ya me hablas como si fueras mi esposa — dijo con el fin de molestarla.

—¡Ya quisieras tú! — replicó Marlén, notando cómo la cólera se apoderaba de ella.

Marlén estaba furiosa y estaba harta, pero algo en la mirada del padre de su hijo y en su actitud, a pesar de su enojo, la atraía hacia él. Elijah estaba siendo todo un misterio para ella
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