CAPÍTULO 40: NO ESTOY TAN SEGURA

CAPÍTULO 40: NO ESTOY TAN SEGURA

Gaia

Después de procesar todo lo que me ha ocurrido, con la barriga llena y una calma aparente que no termina de convencerme del todo, empiezo a evaluar mis opciones. La cabaña donde me encuentro es mucho mejor que la estrecha habitación de la torre; es más grande, tiene más lugares y sobre todo, puedo salir cada vez que quiera, aunque no debo alejarme demasiado.

Aparto mis sentimientos de tristeza y me pongo manos a la obra. El lugar está un poco sucio y si voy a pasar siete meses aquí, al menos lo dejaré limpio.

Sin darme cuenta el tiempo se me pasa volando, saco el polvo y las telarañas en las esquinas del techo, arreglo la mesa, sacudo la cama y por último, limpio la chimenea que tiene años sin usarse.

—Probablemente necesite algo de leña para encenderla —digo para mí misma.

“¿Lo ves Gaia? Nikolai nos trajo a un lugar mucho mejor”, dice Tala.

—No digas tonterías, loba. Aunque tengamos más libertad, no hemos dejado de ser prisioneras.

Sé que cometí
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