―Así como no pararás de sangrar tú. ―Tahiel lo escupió. ―¡Te dije que no te pusieras esa mierd4! ―Gritó sin importarle las miradas. ―Ve a cambiarte eso de una vez. ―Ordenó como si fuera su dueño, situación que no le gustó a Valentina.―No vuelvas a gritarme. ―Le advirtió dolida. ―No pienso cambiarme
Tahiel estaba enloquecido, habían pasado horas desde que Valentina había desaparecido y él no podía encontrarla, era como si toda conexión entre ellos se hubiera roto de manera inexplicable. Él todo un semidiós, un lobo puro no puede encontrar a su destinada, ¿Qué tan patética era su situación? ―De
―Se supone que en este lugar no me vería en esta situación. ―El hombre rio con ironía. ―Los hijos de la alfa haciendo lo mismo que su madre alguna vez. ―Suspiró. ―Su hermano mayor está con él. ―No se sintió culpable por el orgullo que siente. ―Y mi hijo mayor no es como el menor. ―Tahiel frunció el
Tahiel cayó de rodillas, por algo no la sentía, debió imaginarse que Christian era lo suficientemente estúpido como para cometer un error sin ni siquiera darse cuenta. ¿Por qué la descuidó? ¿Por qué le dio ese espacio que ella le pidió? Comenzó a culparse. ―Por supuesto que sobrevivirá. ―Kioni sonr
―No le habrás dicho que Nahil estaba conmigo, ¿No? ―Ikal miró a su hermanita con seriedad. ―No estoy loco. ―Miró a su cuñado. ―No podrás volver con ella, te necesito aquí, varias manadas se dieron cuenta de lo que estuvo a nada de suceder y tendremos muchas juntas. ―Nahil asintió, parece una maldic
Valentina tomó de la mano a Huilén y corrieron lo más rápido que pudieron para alejarse de los chicos que la perseguían muy de cerca. Ambas con respiraciones agitadas, temblorosas y ocultándose lo más que podían, avanzaron echando una que otra mirada a sus espaldas. ―Están cerca. ―Susurró Valentina
―Te amo. ―Valentina de lo más feliz salió de la cabaña con su hombre y al ver a su amiga con la bandera empezó a chillar.―Oh sí… oh sí… oh sí… Ganamos, sí, ganamos. ―Inició a bailar en compañía de Huilén, los chicos solamente gruñeron, son unas toca pelotas las dos. ―Muero de hambre. ―Aluhe comenz
Tanok la miró con tristeza, decepcionado de como la mujer que amaba, se deja llevar por su miedo irracional e intente acabar con la vida de su hijo, de ese ser que tanto deseaba desde ya hacía años. ―Me perdí el embarazo de los trillizos. ―La miró a los ojos. ―Perdí los primeros años de su niñez y