―Cielo, no seas tan grosero. ―Enola le sonrió al hombre que fue capaz de echar a su alfa de su propio reino. ―Venimos en son de paz, a dialogar y de no llegar a un acuerdo, entonces haremos las cosas como a mi esposo le gusta. ―Su dulce voz no denotaba más que amenazas y el hombre las percibió sin p
―Sin duda sigues siendo una Diosa. ―Le susurró al oído. ―Fuiste capaz de que la persona más incómoda de toda la fiesta se uniera y disfrutara. ―Enola miró esos hermosos ojos y sin poder evitarlo, tiró de él y lo besó con deseos. ―Solamente trato de entender a los demás, es todo. ―Susurró entre sus
―¿Sabes tú que nuestros padres pueden castigarnos aún estando a miles de kilómetros? ―Lo miró furioso. ―Mamá dijo que debías controlarte, Tahiel, ¿Golpear a un chico más grande que tú solo por qué hizo algo que a Valentina no le gustó? ¡Ella te ha dicho que puede defenderse sola! ¡No olvides tu edad
―¿Se están divirtiendo por lo menos? ―Quiso saber Tahiel. ―Sí, por supuesto. ―La emoción de Enola hizo vibrar el corazón de Tanok. ―Su padre sabe muy bien como sorprenderme, ¿Pueden creer que me llevó a un restaurante que está justo dentro de un zoo? ―Los niños se emocionaron al escucharla tan anim
Tanok le dio un último beso a su mujer en los labios y tras ponerse en pie, respiró profundo, está jodidamente duro, ¿Por qué Jessica decidió aparecer justo en ese instante? Cerró los ojos con fuerza, si está ahí es porque algo importante pasó. ―¿Crees que ya encontraron a la bruja suprema? ―Enola
―¿Qué haces? ―Corrió a ella al verla aferrada a la puerta y sangrando por la nariz. ―¡Debiste quedarte sentada! ―La tomó en brazos y la llevó a la habitación para acostarla y limpiarle la sangre, ahora tose hasta parecer ahogarse. ―No debiste esforzarte, yo jamás me alejaría de ti. ―Comenzó a limpia
Oscuro, así había iniciado el día para Enola al intentar dar un paso y caer con todo su peso al piso sin poder ponerse en pie nuevamente por su propia cuenta. Los gritos, la desesperación y los insultos no tardaron cuando Tanok la ayudó a ir al baño para hacer sus necesidades. Una inválida, así se
―Es por aquí. ―Tanok empujó la silla y Enola no hacía más que irritarse. ―Es aquí. ―Miró su reloj de pulso. ―Justo a tiempo. ―Pasó de la mirada de su mujer y agrandó la sonrisa al ver lo que estaba buscando. ―Déjame poner el freno o esto se va a poner feo. ―Rápidamente, le puso los frenos a la silla