―Adiós, papi. ―Se despidió agitando su mano libre, Aluhe la tomó de la mano una vez la tuvo a su alcance. ―Tienen el mismo temperamento que yo. ―Los miró alejarse. ―Por eso estoy seguro de que debo llevármelos de aquí, no me aceptarán sin que antes les demuestre que soy lo suficientemente capaz de
―¿El bosque? ―Tahiel lo miró con desconfianza. ―¿No es mejor practicar en un lugar llano y despejado? ―Tanok sonrió. ―Tienen que ser los mejores. ―Miró a sus hijos. ―Y para eso deben entrenar con complicaciones, es la única manera de que su instinto se active y evolucione. ―Miró tras de ellos. ―El
{Caraj0s} Saltó así escapando de sus hijos que se dieron de bruces por ir tan rápido. {Lo han conseguido} Los trillizos lo miraron una vez lograron ponerse en pie, están cansados y hambrientos. {Vamos, síganme} No los felicitó, los trataría como a cualquier guerrero. {Coman para que puedan descansar
{Papi} Huilén quien iba más adelante, corrió de vuelta llena de miedo. {Hay lobos} Tanok los sintió, la tarde anterior también percibió alguna que otra presencia, pero decidió no hacer nada justo porque sus hijos estaban ahí junto a él. {Quédense junto a mí} Ordenó mirando a su alrededor, lo tienen
Los trillizos aceptaron a su padre después de pasar un día completo con él y el ver como los protegió de diez lobos a la vez, los convirtió en sus mejores fans. Tanok no cabe de la felicidad, ahora no le importa que perdió la memoria, no le interesa los años que se perdió, ahora lo único que le impo
―Eres un arrogante. ―Lo empujó para quitárselo de encima, pero Tanok no se movió ni un centímetro. ―¿Así dejabas a las otras mujeres? ―Debemos ducharnos. ―Se puso en pie y la tomó en brazos. ―No quiero esa conversación, la última vez me golpeaste porque no soportaste los celos. ―La miró a los ojos,
Los nervios estaban a flor de piel, la emoción estaba en cada habitante y la luna en todo su esplendor, reflejando el estado de Enola. Tanok le dio un beso a su pequeña cachorrita en los labios y tras respirar hondo miró a sus hijos y asintió buscando el permiso, cuestión que no fue difícil, los tre
―Cuando hagamos eso, aguardaremos fuera del lugar. ―Uno de los vampiros los miró divertido. ―No podemos estar cerca del fuego, ustedes lo saben. ―Ikal lo aceptó. ―Con una sola de estas, ella quedará rendida. ―Le tendió la aguja. ―Por favor, no te pinches con ella. ―Ikal negó, no es estúpid0. ―Tenem