―Alfa. ―La hechicera lo miró. ―Algo me dice que debe hacerle caso. ―Llamó su atención logrando sacarlo de sus pensamientos. ―Los cachorros deben crecer en el vientre de su madre estando cerca de su padre y más considerando que es el alfa más fuerte que hay. ―Los ojos de Kato se oscurecieron. ―Ella h
―Vengo a hablar con el alfa. ―Dijo llegando a los guerreros frente a la puerta que da a la manada. ―¡Que sea rápido! ―Gritó al ver al montón de ineptos mirándolo como si fuera un cazador. ―Ven conmigo. ―Nahil, el beta, lo invitó a pasar. ―Solo tú. ―Hizo que los guerreros detuvieran a los cuatro hom
―El tercer bebé está afuera. ―Informó la partera. ―Pero ella no lo ha resistido. ―Miró el cuerpo inerte de Enola. ―Perdió demasiada sangre y gastó toda su energía trayendo a los niños. ―Se lamentó con tristeza. ―Cumplió su cometido, dio a luz a sus hijos con bien, pero de no llegar el padre morirán
―Un encantamiento de lujuria. ―Susurró la hechicera. ―Básico, pero efectivo. ―Acercándose a Tanok, colocó el dedo índice en su frente y se metió a su cabeza. ―También creó una conexión entre el bebé y tú. ―Lo soltó. ―Pero no pensó en el nacimiento, es una novata. ―Alejándose de él, suspiró. ―Te ayud
Los días concurrieron y el dolor de Tanok se intensificó al punto de dejarlo casi muerto, los cachorros de ahora dos semanas están fuertes y saludables. El día del ritual había llegado, la luna llena roja finalmente mostraría su cara y la oportunidad de devolverle la vida a Enola se había presentado
―Que lastima, tú hiciste que una simple humana embarazada viviera en esas condiciones, ¿Por qué no podrías tú que eres una loba? ―El rostro de Katriona se desencajó por las ganas de llorar. ―Oh, cierto… ¡Tu loba te abandonó! ―Carcajeó al verla llorar finalmente. ―¡Ikal! ―Corkhel, otro de los ancian
Lo que era un ritual para convertir en lobo a Enola, se ha convertido en una ceremonia fúnebre, Tanok perdió todas las esperanzas y con eso su fuerza. Su lobo sucumbió a la perdida de su destinada y el humano cedió a la perdida de su amada. No había palabras de consolación, no había manera de que l
―Alfa. ―Una de las cuidadoras de los trillizos se acercó a él. ―Los bebés necesitan de usted. ―Tanok giró la cabeza para poder ver a la mujer. ―Por favor, ya es muy tarde, debería volver a la cabaña y cuidar de sus cachorros, ahora ellos solamente lo tienen a usted. ―Mirando por última vez el fuego