Capítulo 20

Llevaba dos días seguidos atada a esa silla. Ese había sido el tiempo más largo que la habían mantenido así. Apenas le habían dado algo de comer y prácticamente nada de agua. Los labios estaban resecos, resquebrajados por la falta de hidratación. El hombre volvió luego de unas cuantas horas en la que la dejó completamente sola. Ella lo había irritado al pedirle por favor que la liberara de la silla, ya no sentía sus piernas ni brazos y la espalda le dolía demasiado. Sus súplicas le causaron enojo al sujeto que, luego de insultarla y darle un buen golpe en su mejilla izquierda, la dejó sola un largo tiempo. 

Apenas entró acercó una silla hasta ubicarla delante de ella. Se sentó en ésta y apoyó sus manos en las rodillas de la morocha. Aquel míni

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