—¿Llegaste?— El nudo en su voz la delató.—Sí ¿Estás llorando?—.—Tendré que acostumbrarme es todo— Se amonestó mentalmente, porque se supone que no iba a preocuparlo.—También tendré que hacerlo nena, estaré pensando en ti—.—Por favor quiero que te cuides—.—No te preocupes por nada princesa. Tengo que irme—.—Te amo, Alexander—.Ella terminó la llamada primero, no iba a soportar que él no le respondiera igual, en ese momento.Audra se preparó para irse a trabajar, cuando salió, Leonardo la esperaba frente a la casa, ella supo de inmediato lo que pasaba.—Buenos días Leo, puedo irme como antes, no es necesario causarte tantas molestias—.—Ni hablar, no es ninguna molestia, me queda de camino y siempre me voy solo al trabajo, no seas aguafiestas cuñada, además mi hermano me matari4 si me negaba—. Su sonrisa se hizo francamente más amplia.El camino se hizo ligeramente corto, para Audra era muy agradable y fácil hablar con él, eran temas random sobre todo, cargados de risas, ella no s
En el trayecto a casa, luego de las clases, Audra se quedó dormida nada más iniciar el viaje, a Leonardo le dio pena despertarla porque parecía agotada, así que, al llegar, se parqueó frente a la casa y la tomó en brazos, su madre escuchó la puerta y salió de la cocina.—Se quedó dormida en el camino— Se adelantó a explicar, para que su madre no se asustara.—Pobre de mi niña, estará muy cansada. Llévala a su habitación, le subiré algo más tarde para que coma—.Eleonor subió con una bandeja, pero Audra continuaba durmiendo, dejó la bandeja a un lado y se sentó en la cama.—Hija— La movió ligeramente hasta que la despertó.—Cariño ¿Estás enferma?— Tocaba con preocupación su frente y cuello. —Tienes varios días que te noto diferente, no comes casi nada.—Ahora mismo tengo todo revuelto, no he podido retener nada en el día... Cubrió su boca de repente, se paró corriendo al baño a vomitar, un rato después bajó la tapa y se sentó exhausta, Eleonor que entró detrás de ella, le recogió el p
En lo que ella se quedaba pensativa, Diego se la quedó mirando «Es realmente hermosa, sin maquillaje parecía lo joven que era, su piel pálida, sus ojos verdes, el color de su cabello, era un contraste asombroso, era un espectáculo verla sonreír». Sintió un nudo en la garganta «Me hubiese encantado tener a alguien como ella».En ese instante, sale una persona de la casa y ambos miran hacía la puerta.—Diego ¿Qué haces aquí?— Audra se sorprendió por lo brusca que sonó, más no dijo nada.—Llegué de trabajar y Delia me dijo que saliste—.—¿Me estás siguiendo? y Delia es una empleada, no tiene que andar divulgando a donde voy—. Parecía más que enojada.—No te estoy siguiendo, de todas formas, venía a saludar a mi hermano y a mi cuñada— Responde tranquilamente. —Son mi familia ¿Recuerdas?—.—¿Cómo podría olvidarlo?— Dice desdeñosa, poniendo los ojos en blanco.—¿Por qué no entramos y luego nos vamos juntos?—.—Ya me despedí, te espero aquí—.Diego se gira y le dice adiós a Audra con un movi
—No he pensado en nada, estoy asimilarlo todavía, tomándolo de la mejor manera—.—Está de más que te diga que, cuentas conmigo para lo que sea— Le agarra las manos. —Seré tu apoyo siempre—.—No tienes idea, de lo que significa para mi tenerte en estos momentos—.—Ahora, ponte a comer, necesitas alimentarte— Se pone seria y Audra pone los ojos en blanco, antes de reírse.En todo el transcurso de esa semana, no se supo nada de Alexander, para Audra, los mareos, náuseas y vómitos eran cada día más frecuentes, tanto así que, ya Leonardo notaba que algo andaba mal, cómo no, si en ese día en especial, le había tocado detenerse varias veces, la veía primero con arcadas y rápidamente salir corriendo y vomitar a un lado del camino, él sale del auto preocupado y le pasa una botella de agua y un pañuelo.—¿Qué te pasa? ¿Es que estás enferma?—.—No me he sentido bien en estos días—.Ella tomó el pañuelo, lo humedeció con agua y se lo pasó por los labios. Se veía exhausta.—Súbete al auto, te llev
«De la nada, me entraron fuertes ganas de vomitar, cubriéndome la boca, me levanté y corrí al baño, Alexander estaba detrás de mí, me sujetó el cabello mientras mi estomago quedaba completamente vacío».—¿Qué pasa nena? ¿Te sientes mal?—.«No podía ser en este preciso momento, las arcadas eran tan fuertes que, por un buen rato no le pude contestar, lavé mi rostro con paciencia, respiré lentamente, buscando la manera de serenarme antes de mirarlo».Le dijo casi en un susurro:—Estoy embarazada—.«No dijo nada, miró mi vientre, como si viera a través de la camisa que llevaba puesta, sus ojos regresaron a los míos, sin brillo, completamente fríos, me dio la espalda y salió del baño. Me sentí devastada, reuní todo el valor que pude para poder salir también, lo encuentro parado en la ventana, mirando al oscuro patio, se había puesto una camiseta y tenía las manos en los bolsillos, las piernas me temblaban, así que me senté en la cama».—Alexander, ¿No dices nada?—.«De pronto, sentí un dol
—¿En qué estás pensando?— Johnson estaba al lado de Alexander, caminaban y al mismo tiempo vigilaban un punto diferente de la peligrosa zona, preguntó, pero Alexander no respondió.—En tu esposa, supongo—.—Estoy preocupado, temo no regresar y dejarla sola—.—Se te olvida que tengo una linda esposa y dos hijos, también quiero regresar a casa, hermano y te entiendo, mi mujer tiene a sus padres, hermanos, tíos, una familia completa a su disposición y sobre todo eligió casarse conmigo y eligió darme hijos—.—Todo ha sido tan rápido para ella, una avalancha de cosas con las que lidiar... Escuchan algo y Alexander da la orden de detenerse, haciendo una breve señal con su puño al levantarlo.Eran unos hombres fuertemente armados a bordo de una camioneta, de donde estaban no podían ser vistos, las horas transcurrían, no podían esperar que llegara la mañana, más adelante, no había árboles ni casas altas, estarían a la intemperie. Esos hombres, inspeccionaron a su alrededor y siguieron su cam
—Mi hijo— Alexander desabrochó la camisa de Audra, con cuidado para no despertarla, le plantó un tierno beso debajo del ombligo, se quedó ahí, embobado, mirando los sutiles cambios de su mujer, ella era de cinturita estrecha y se notaba algo diferente y eso lo fascinó.—Tengo miedo de no regresar con ustedes, de dejar a tu mamá enfrentarse a esto sola, de no verte nacer y crecer, te garantizo que sí, independientemente de eso, tengo mucha ilusión de conocerte— Susurraba, acariciando suavemente el vientre de su esposa. Era la primera vez que el exteriorizaba sus temores, él sabía lo arriesgado de su trabajo, usar su cuerpo como escudo para proteger y servir, sacrificar a tu familia por el bien común.Ya en la mañana, bajó al salón y sus padres estaban conversando, al verlo se levantaron.—Hijo mío, estás aquí ¡Qué alegría!— Su madre lo abrazó con entusiasmo.—Madre— La abrazó de vuelta, asintiendo a modo de saludo a su papá.—¿Cómo estás?—.—Bien, mamá ¿Y ustedes?—.—Viéndote ahora, e
—¿Qué debo pensar?—.—No es lo que parece—.—Sí, lo tengo claro, tus esperanzas para regresar con ella están intactas—.«Se ve fatigado, está todo sucio, se pasa las manos por la cabeza, en su tan acostumbrado gesto, levanta la cara y me mira antes de hablar con su semblante decaído».—No hay justificación para lo que hice...—Te sentiste traicionado cuando la perdiste, pero eso no significa que tu amor por ella se haya esfumado—.—Audra...—No se puede avanzar atado al pasado, ya te lo dije, ni siquiera importa que ella esté casada y tú también—.*Alexander piensa en lo que pasó, horas antes... Cuando llegaron a la clínica y Bianca fue revisada.—Gracias por salvarme—.—Eso no fue nada. Él doctor dijo que te encontrabas bien— Fuera de algunas quemaduras. —Ahora llamaré a una enfermera, puedes suministrarle el número de alguien que pueda venir y quedarse contigo y dejarte comunicarte con Diego—.—No te vayas, por favor—.—Tengo que irme, salí de casa y dejé a Audra sin ninguna expli