Agatha y los desquiciados
Agatha y los desquiciados
Por: Caroline Rebolledo Ospino
1.

“Entre los labios y la voz, algo se va muriendo.

Algo con alas de pájaro, algo de angustia y de olvido. Así como las redes no retienen el agua.

Muñeca mía, apenas quedan gotas temblando.

Sin embargo, algo canta entre estas palabras fugaces. Algo canta, algo sube hasta mi ávida boca.

Oh poder celebrarte con todas las palabras de alegría.

Cantar, arder, huir, como un campanario en las manos de un loco. Triste ternura mía, ¿qué te haces de repente?

Cuando he llegado al vértice más atrevido y frío mi corazón se cierra como una flor nocturna.” Pablo Neruda

Introducción a mi vida

Mi cabeza quería estallar, ni las pastillas ni los tratamientos surtían efecto. Es que esto de ser mujer en verdad no es para mí, no puedo lidiar más con ello. Quiero ser hombre, satanás se equivocó de molde y me dio la forma errónea. Debí ser hombre, debí ser uno. Si lo fuera, tendría el cabello largo y alborotado con ondas y algunos mechones rubios a lo largo de la melena oscura. Usaría unos tentadores y subliminales tatuajes, uno desde el hombro hasta la hendidura de la clavícula, otro desde la parte posterior de este, hasta bajar al antebrazo, con finas líneas oscuras trazadas alrededor del brazo dando un aspecto rudo al exterior.

Sería el vocalista de una banda de metal que suene realmente bien, no como la mía. Nosotros apestábamos, éramos un asco y estábamos muy conscientes de esto. El baterista se llama Brandon Davis, tiene veintiún años y la gente dice que es subnormal pero no piensan en lo que esto significa para él. Realmente odia cuando lo llaman así. Él es de estatura promedio, piel oscura, casi sin cabello y viste como rapero, bastante extravagante. Por esto no le creen cuando asegura que toca en una banda de metal.

Aunque igual nos llaman los chiflados, los que se les zafó un tornillo, los que tienen aserrín en el cerebro, los crédulos o simplemente nos dicen: desquiciados. Esta palabra es muy cruel, no ven el trasfondo de esto. Esta palabra marcó mi vida y en cierta forma, le dio rumbo. Más adelante daré más detalles de esto. Brandon muchas veces se perdía con los acordes mientras tocábamos algo, dañando todo el trabajo o incluso otras veces se desmayaba sin razón aparente. Diagnóstico: reservado.

También están Jordan y Linda Perkins, ellos son el pianista y la bajista del grupo. Ellos digamos que son diferentes al resto del universo. Tienen frecuentes episodios de depresión y lloran al menos unas cuatro veces por semana en los ensayos, sobre todo Linda. Ellos tienen el cabello negro como el carbón, pálidos y tienen ojos profundos de un tono azul opaco, pero son diferentes en su contextura, Linda por un lado es delgada y Jordan está bastante pasado de peso. Diagnóstico: Autismo o asperger sin definir.

También está Aaron, es el guitarrista principal. Él es raro, unas veces está molesto sin motivo y otras demasiado feliz, por lo general es grosero, sobre todo conmigo. Le cuesta demasiado socializar o entablar una conversación con otra persona fuera de su círculo social, o sea nosotros, suele temblar e incluso llorar cuando le toca hablar con alguien. Diagnóstico: Bipolar.

Por último, estoy yo, Agatha Simmons, vocalista del grupo. Me visto como mujer, aunque no sé por qué, no soporto ser mujer, eso es un error. No sé por qué satanás me castigaba de esa manera. Tengo alucinaciones auditivas, visuales, miedo sin razón aparente, paranoia, fobia a las ventanas en especial cuando están abiertas. Diagnóstico: Esquizofrenia leve, esquizofrenia grave, psicosis, demencia parcial, trastorno bipolar, trastorno depresivo. Esos son los muchos diagnósticos que me han dado los psiquiatras por los últimos veinte años. Vivo en Barranquilla desde siempre.

Un día estaba en mi habitación, estaba bañada en sudor porque no entraba aire. Mi tío había tapado la ventana con cortinas oscuras desde que era pequeña porque no podía ni siquiera verlas, es un sentimiento tan horroroso que me es difícil de explicar. Estaba sentada en mi cama con la consola de videojuego, jugaba medal of honor. De repente, el televisor se desprendió de su base y cayó en el piso rompiéndose por completo, trozos de vidrio inundaron la alfombra.

Me levanté, miré los pedazos de vidrio e hice esto por mucho tiempo, luego tomé uno y pasé la punta de mis dedos sobre este, me pinché y me salió un poco de sangre. Las paredes dejaron de ser azules y se tornaron oscuras, como de un tono negro, muy negro, muy negro, como el carbón. Estas mismas empezaron a derretirse, cayendo espesas masas como de arcilla negra alrededor y no quería que me tocara, estaba aterrada, temblaba. Intenté salir, pero me resbalé y este líquido me cubrió, este quemaba, quemaba, quemaba. Empecé a gritar porque iba a morir y no quería, le temo a la muerte. Gritaba muy fuerte, mi piel estaba enrojecida y cubierta de sangre y yagas.

- ¡Gata! ¡Gata! -Gritó Aaron mientras me sacudía. - ¡No grites que no es real!

- ¿Acaso no ves que me quemo? ¡Haz algo! ¡Busca agua! - El bajó corriendo y unos segundos después llegó con una cubeta llena de agua, me la aventó encima. Las paredes volvieron a ser azules, sin manchas negras y la televisión volvió a estar en su sitio. Mi piel ya volvió a su tono pálido habitual y mi cabello seguía tan rojo… debo teñirme, odio ser pelirroja porque esto me recuerda a mis padres.

-Tranquila princesa, estás bien. -Me dijo mientras me abrazaba.

-No estoy bien, no es así. -No podía dejar de temblar, tenía mareo y un fuerte dolor de cabeza. Odio que se repitan estas cosas con tanta frecuencia.

-Yo estoy aquí para cuidarte así que no debes tenerle miedo a nada.

-Pero me estaba derritiendo…

-No digas eso, ¿Qué es lo que siempre te digo gata? -Me dijo con una mirada fija, su cabello caía sobre su frente y sus ojos verdes eran penetrantes.

-Tu y yo, venciendo al mundo, lo sé, pero…

- Pero nada, vamos a comer algo que estoy que me deshago.

La noche de Halloween anterior, nos costó mucho decidir qué estudiaríamos, todos iríamos a la misma facultad y elegir una carrera era algo muy importante. Aunque no para mí, los estudios de verdad no me interesaban, me cuesta concentrarme, tengo pésima ortografía y ni crean que porque ven este escrito bien redactado es porque yo la tengo. No, alguien de la editorial corrigió esto seguro por mí. En fin, nos decidimos por literatura ya que a todos nos gustaba.

El primer día de clases solo asistimos Jordan, Linda, Aaron y yo porque Brandon estaba hospitalizado. El muy tonto se había intentado suicidar sin pensar en lo mucho que lo necesitábamos. Debíamos golpearlo por eso.

El aula era inmensa y fría, era de un tono blanco y para mi conveniencia, las ventanas estaban cerradas por el aire acondicionado y había grandes persianas grises encima. Había un grupo de chicos reunidos en las sillas de adelante. Esa fue la primera vez que vi a Derek, el chico del que Linda y yo nos atrajo a primera vista. Era precioso, tenía una melena rubia que le colgaba hasta la barbilla, sus ojos azules eran tan inmensos, profundos como el océano o como las gomas de mascar que vienen con el dibujo del tiburón con una trusa, tenía el cuerpo tonificado y la piel bronceada. Quedamos boquiabiertas al verlo, mi corazón se aceleró y babeaba, no en el sentido literal. Me excité mucho al mirarlo, me dieron ganas de arrancarle la ropa delante de todos para luego empujarlo con fuerza hasta la mesa y follarmelo sin piedad. Suelo tener muchos pensamientos sexuales y me excito con facilidad. Aunque soy completamente virgen.

-Nenas, disimulen. -Nos dijo Aaron y me miró molesto, siempre me mira así cuando babeo por alguien.

-Él es tan hermoso que me dan ganas de llorar. -Dijo Linda y rompió en llanto. Lo hizo muy fuerte y Derek y sus amigos lo notaron. Estallaron en risas.

-Eres una tonta. -Dijo Jordan.

-Nos jodiste. -Afirmé.

- Deja de mirar a estúpidos. -Me dijo Aaron al oído.

- ¿Acaso no puedo mirar?

- Pues sí, si puedes. Puedes mirar un atardecer, puedes mirar el horizonte o lo que sea, incluso a mí, pero no a estúpidos.

- ¿Cómo sabes que lo es? Es la primera vez que lo vemos, tonto. Solo supones cosas sin saber nada.

-Mírale la cara, seguro es un idiota.

Nos sentamos adelante en la última fila de sillas. Jordan y Linda estaban detrás de mí, una chica que se llama Taylor se sentó a mi lado. Es de piel oscura y tiene el cabello larguísimo. Era sin duda una de las más atractivas de la universidad completa y por esto, Jordan y Linda la odiaron después. Aaron al ver que ella se sentó a mi lado se puso muy rojo, empezó a sudar y temblaba. Se acercó a Taylor, quiso hablarle, pero solo logró soltar unas silabas, es incapaz de hablar con gente extraña, se muere de los nervios. Entonces la señaló y miró hacia otro lado. Taylor incomoda por tan espantosa escena, lo miró con los ojos muy abiertos.

- ¿Qué m****a te sucede? -Le dijo.

El sacó un cuaderno y en él escribió en grande: Quítate, ese es mi lugar.

-No es tu lugar ni el de nadie idiota.

Aaron respondió: Es mi lugar porque debo estar al lado de Agatha, así que quítate.

- ¿Quién demonios es Agatha?

El me señaló e incluso me tocó en la frente para que me viera ya que ella no me volteó a ver.

-Da igual, eres un imbécil. -Dijo y se levantó, Aaron se sentó victorioso. Él era así, no había nada que se pudiera hacer. Estaba siempre a mi lado, aunque no entendía bien porqué sí sé que soy hasta incomoda de mirar, tengo la cara rara, como de una papa mal cocida o como una barriga recién apuñaleada.

Me gusta mucho comer cereal porque viene con formas chistosas, Aaron me trae unos que vienen en colores y son geniales, obvio no me los como enseguida. Los agarro con los dedos y los lamo hasta que pierden el color, por eso me demoro una hora desayunando todos los días. Él dice que eso es asqueroso, pero aun así me los sigue trayendo. Por eso el me agrada tanto y, de hecho, es a quien más quiero en el mundo, también a mis tíos y mis amigos, pero a él más, siempre más.

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