Su fiebre ha regresado

Al día siguiente, comencé mi día sin ningún contratiempo. Asistí a mis clases e hice mi turno extra en el restaurante.

Durante la noche, escucho que Mía llora sin parar. Me levanté asustada y al tocar su frente, su temperatura estaba demasiado elevada. Corrí hasta donde solía guardar sus medicamentos para casos de emergencia, le doy a tomar algo para la fiebre, pero a medida que pasaba los minutos. Su fiebre no disminuía y tampoco su dolor.

—¿Qué le pasa a Mía?

Miro a mi abuela, quien había entrado a la habitación para ver que sucedía.

—Tiene mucha fiebre, le he dado medicamento, pero no hace efecto. Su temperatura no deja de subir.

—Debes llevarla al hospital antes de que le dé un ataque más fuerte. Me cambiaré de ropa.

—Abuela.

—¿Qué?

—Mejor quédate, es muy tarde y necesitas descansar. Yo iré al hospital con Mía y me quedaré con ella, te llamaré por si sucede algo.

—No te dejaré ir sola, iré contigo.

—Por favor, quédate en casa. Hoy estuviste débil, no debes exigirte mucho. Confía e
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