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Larissa salió de su alcoba iba por un vaso con agua, bajaba la escalera, levantó la vista y vio a Alex Donovan, que aseguraba las puertas de la mansión, él vivía en una pequeña casa, dentro de la propiedad Greene, pero, a veces, también dormía en la casa, ella le sonrió al verlo, en ocasiones, Larissa se embelesaba con su presencia, le gustaba desde la primera vez que lo vio, era como su amor platónico e imposible de cumplir. De pronto, escucharon un fuerte grito, ambos se miraron con temor, el grito era de Lana, y seguía gritando, Larissa fue la primera en subir la escalera y entrar a la alcoba, Lana estaba en medio de la habitación, quejándose de un dolor en su pierna. Larissa la miró atónita, pero Lana señaló a una serpiente, Larissa gritó, y Alex entró, observó a aquella serpiente, —¡Me mordió! —exclamó Lana, con la voz rota, sollozando, quejándose del gran dolor, Alex sabía que era muy venenosa, y pidió a Larissa que no se le ocurriera acercarse. Aaron llegó de inmediato —¡¿Q
Alex Donovan buscó a Larissa, y ella llevaba consigo un cambio de ropa para Lana, estaban listos para volver al hospital, pero antes de irse, Damiana detuvo a Larissa —Hermana, debo hablarte un minuto —dijo con voz dulce Alex decidió esperar en el auto, Larissa tragó saliva, tenía algo de miedo —¿Qué pasa, Damiana? —¿Pensaste en lo que te pedí? Dime que no le dirás nada a Aaron, ¿O quieres que él me lastime, y me eche de casa, ¿A dónde iría? —dijo tratando de chantajearla «Con Braulio» pensó Larissa, sintiendo tanta decepción de su hermana melliza, pero no dijo nada, si le daba pie a dudas, Larissa temió que también la lastimara a ella —Lo sé. —Entonces, ¿No dirás nada? —No… Damiana sonrió —Gracias, Larissa. Larissa la miró de reojo, sintió pena por su hermana, y salió de prisa «Pobre tonta, una vez que tenga mi parte de la herencia, y luego de que Aaron esté muerto, tú seguirás, así yo me quedaré con todo mi dinero» pensó Damiana, confiada y sonriente. Cuando Lana abrió l
Lilian escuchaba las palabras de Braulio, con seriedad —Y debo recibir a esa bastarda, ¿Por qué? —Lilian, si quieres recuperar a Aaron Greene, ella es el puente que te unirá a él, ¿O se lo dejarás a la enfermera? —¡Nunca! —exclamó rabiosa—. Aaron es mío, nació para mí, lo he tenido en mis manos mucho tiempo, y no lo perderé ante esa mujercita tonta —sentenció —Damiana heredará parte de la fortuna y tierras Greene, pero necesita tu ayuda, luego cuando tenga las tierras, se las compras, y tu patrimonio y el de Aaron Greene, estarán unidos, como lo estarán ustedes. Lilian sonrió —Así será —pensó feliz y luego fue al salón, donde Damiana estaba —Bienvenida, Damiana, juntas vamos a hacer que esa Lana Randle, se largue de la mansión Greene, y pronto seré tu cuñada. Damiana sonrió «Pobre idiota, nunca te casarás con mi hermano para ser su viuda, pero créelo, por ahora me conviene» pensó Damiana y la abrazó Los días pasaron con rapidez, Lana se recuperó de su herida, pasó un largo me
—No, Aaron, yo no quiero ser tu esposa —dijo Lana con firmeza Aaron dio un traspié, su rostro estaba impactado, su quijada estaba bien apretada, como si contuviera un grito de frustración, su ceño fruncido, y sus manos en puño, apretando con fuerza su bastón blanco, se notaba que esas palabras eran un golpe a su corazón. —¿Por qué? —exclamó con suavidad —¿Por qué? —exclamó ella como si fuera obvio—. He estado ahí antes, Aaron, y sé porque me pides esto, yo no seré de nuevo tu escaparate, ni tu plato de segunda mesa, antes solo era una pobre chica vendida por su madre al mejor postor, pero eso ya no más, sé mi valor, no me conformaré con ser un consuelo para ti, luego de todo este tiempo, quiero casarme y ser la esposa de alguien que me ame de veras, de alguien que me merezca. —¡Yo te amo, Lana! —No es cierto, me has tratado tan mal, ¿Debo recordar como me humillaste cuando fui tu esposa? No, Aaron, no cambia nada, yo no puedo olvidarlo, nunca quiero volver a ese oscuro lugar, no s
Aaron Greene estaba sentado sobre su silla, delante de él estaba el abogado y Damiana, mirándolo con ojos severos —¿Y bien? ¿Ya me darás lo que por derecho me corresponde? —exclamó Damiana Aaron tenía sus lentes oscuros, y solo esbozó una sonrisa burlona —Abogado, permítame hablar con mi hermana, y luego de hacerlo, negociaremos sobre la entrega de la herencia. El abogado y Damiana se miraron fijamente, luego ella asintió, y el hombre salió, dejándolos a solas. Damiana se sentó con un porte desgarbado y miró con firmeza a Aaron —¿Ya me dirás que es lo que quieres? Me darás mi dinero, eso es lo justo, lo quieras o no —sentenció Damiana Aaron esbozó una risita que le dio un escalofrío —Es lo justo, y sí, te lo daré, aunque sé que ese dinero no te durara ni un poco, lo perderás todo, y no te atrevas a volver ante mí, Damiana, porque no te daré nada, nunca más. Ella le miró con rabia, se levantó y golpeó la mesa con un puño —¡Dame mi dinero, Aaron! Y entonces, no volverás a saber
Ya comenzaba a oscurecer, cuando Larissa observó que Archi se iba, salió corriendo detrás de él —¡Archibald! Él se detuvo al escuchar su nombre en la voz de esa chica, no pudo evitar mirarla bien —Hola, señorita, ya estaba por irme. —Parece que te has quedado más tiempo de lo usual. —Bueno, es el primer día, claro que trato de quedar bien. Ella sonrió —Quería volver a agradecerte, me ayudaste mucho aquel día, cuando me salvaste, por eso, toma —Larissa le dio aquella pulsera, él la observó con duda —¿Para mí? —Más que un detalle de agradecimiento, también es para la buena suerte. Él la tomó en sus manos y la observó, sonrió con suavidad, y se la puso en su muñeca de inmediato —Esta pulsera ya es de la suerte, por el simple hecho de que usted me la haya dado, señorita. Ella sonrió y él se despidió, mientras se iba, Larissa aún se quedó observando su partida, había algo incontenible en sus emociones que él desbordaba. Archi salió y miró su pulsera, era raro sentirse de esa ma
—¡No me dejarás sin dinero, te aseguro que te arrepentirás, Damiana! —exclamó Braulio. Cuando entró a la casa, pronto Lilian estuvo ante él —Al fin se ha largado esa oportunista de Damiana, no la soportaba, solo lo hice por Aaron. —¿Te firmó? —Sí —dijo Lilian sonriente —Ahora puedes tener a Aaron Greene en tus manos. —No es suficiente, son solo un par de tierras fértiles, no sé si será suficiente para tenerlo en mis manos —dijo la mujer —De eso no te preocupes, te aseguro, que ahora, más que nunca, Aaron Greene va a necesitar de esas tierras fértiles. —¿Y qué debo hacer? ¿Debo ir a buscarlo ahora? —No, espera un poco, por lo menos, hasta que yo lo diga, tengo a alguien ahí, que se encargara de hacer que, ahora, tus tierras sean necesarias para Aaron Greene —sentenció Braulio, feliz. Archi estaba a punto de irse para la mansión Greene —¿Sigues de terco con aquel trabajo? ¡Qué flojera me das, hermanito! De veras, ¿Crees que trabajar como un peón te hará rico? —No me jodas, Ma
—Aaron, vengo a que discutamos sobre tus tierras, sé que las necesitas, y estoy dispuesta a negociar una venta —dijo Lilian mirándolo con grandes esperanzas en su mirada Aaron la escuchó con atencion, había algo en el tono de voz de esa mujer que le pareció descarado, quería echarla de ahí, pero, necesitaba esas tierras, las necesitaba si quería salir adelante, no podía arriesgar a las personas que dependían de él. —¡Lárgate, mujer! Aquí nadie te quiere —aseveró Lana, solo ver a esa mujer le causaba asco, Lilian la miró con rotundo desprecio y no le obedeció. —Bien, negociemos —dijo Aaron de pronto, sorprendiendo a Lana, quién le miró atónita y con dolor —¿Ya lo ves? Mírame volver, querida —dijo la mujer satisfecha y con una mueca burlona que ella odió Lana la miró con desprecio, pero observó como Aaron entraba al despacho, junto a Alex Donovan y esa mujer. —¡¿Qué quiere ahora esa descarada mujer aquí?! —exclamó Larissa, y tomó la mano de su amiga—. No te preocupes, Lana, mi herm