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—No, Aaron, yo no quiero ser tu esposa —dijo Lana con firmeza Aaron dio un traspié, su rostro estaba impactado, su quijada estaba bien apretada, como si contuviera un grito de frustración, su ceño fruncido, y sus manos en puño, apretando con fuerza su bastón blanco, se notaba que esas palabras eran un golpe a su corazón. —¿Por qué? —exclamó con suavidad —¿Por qué? —exclamó ella como si fuera obvio—. He estado ahí antes, Aaron, y sé porque me pides esto, yo no seré de nuevo tu escaparate, ni tu plato de segunda mesa, antes solo era una pobre chica vendida por su madre al mejor postor, pero eso ya no más, sé mi valor, no me conformaré con ser un consuelo para ti, luego de todo este tiempo, quiero casarme y ser la esposa de alguien que me ame de veras, de alguien que me merezca. —¡Yo te amo, Lana! —No es cierto, me has tratado tan mal, ¿Debo recordar como me humillaste cuando fui tu esposa? No, Aaron, no cambia nada, yo no puedo olvidarlo, nunca quiero volver a ese oscuro lugar, no s
Aaron Greene estaba sentado sobre su silla, delante de él estaba el abogado y Damiana, mirándolo con ojos severos —¿Y bien? ¿Ya me darás lo que por derecho me corresponde? —exclamó Damiana Aaron tenía sus lentes oscuros, y solo esbozó una sonrisa burlona —Abogado, permítame hablar con mi hermana, y luego de hacerlo, negociaremos sobre la entrega de la herencia. El abogado y Damiana se miraron fijamente, luego ella asintió, y el hombre salió, dejándolos a solas. Damiana se sentó con un porte desgarbado y miró con firmeza a Aaron —¿Ya me dirás que es lo que quieres? Me darás mi dinero, eso es lo justo, lo quieras o no —sentenció Damiana Aaron esbozó una risita que le dio un escalofrío —Es lo justo, y sí, te lo daré, aunque sé que ese dinero no te durara ni un poco, lo perderás todo, y no te atrevas a volver ante mí, Damiana, porque no te daré nada, nunca más. Ella le miró con rabia, se levantó y golpeó la mesa con un puño —¡Dame mi dinero, Aaron! Y entonces, no volverás a saber
Ya comenzaba a oscurecer, cuando Larissa observó que Archi se iba, salió corriendo detrás de él —¡Archibald! Él se detuvo al escuchar su nombre en la voz de esa chica, no pudo evitar mirarla bien —Hola, señorita, ya estaba por irme. —Parece que te has quedado más tiempo de lo usual. —Bueno, es el primer día, claro que trato de quedar bien. Ella sonrió —Quería volver a agradecerte, me ayudaste mucho aquel día, cuando me salvaste, por eso, toma —Larissa le dio aquella pulsera, él la observó con duda —¿Para mí? —Más que un detalle de agradecimiento, también es para la buena suerte. Él la tomó en sus manos y la observó, sonrió con suavidad, y se la puso en su muñeca de inmediato —Esta pulsera ya es de la suerte, por el simple hecho de que usted me la haya dado, señorita. Ella sonrió y él se despidió, mientras se iba, Larissa aún se quedó observando su partida, había algo incontenible en sus emociones que él desbordaba. Archi salió y miró su pulsera, era raro sentirse de esa ma
—¡No me dejarás sin dinero, te aseguro que te arrepentirás, Damiana! —exclamó Braulio. Cuando entró a la casa, pronto Lilian estuvo ante él —Al fin se ha largado esa oportunista de Damiana, no la soportaba, solo lo hice por Aaron. —¿Te firmó? —Sí —dijo Lilian sonriente —Ahora puedes tener a Aaron Greene en tus manos. —No es suficiente, son solo un par de tierras fértiles, no sé si será suficiente para tenerlo en mis manos —dijo la mujer —De eso no te preocupes, te aseguro, que ahora, más que nunca, Aaron Greene va a necesitar de esas tierras fértiles. —¿Y qué debo hacer? ¿Debo ir a buscarlo ahora? —No, espera un poco, por lo menos, hasta que yo lo diga, tengo a alguien ahí, que se encargara de hacer que, ahora, tus tierras sean necesarias para Aaron Greene —sentenció Braulio, feliz. Archi estaba a punto de irse para la mansión Greene —¿Sigues de terco con aquel trabajo? ¡Qué flojera me das, hermanito! De veras, ¿Crees que trabajar como un peón te hará rico? —No me jodas, Ma
—Aaron, vengo a que discutamos sobre tus tierras, sé que las necesitas, y estoy dispuesta a negociar una venta —dijo Lilian mirándolo con grandes esperanzas en su mirada Aaron la escuchó con atencion, había algo en el tono de voz de esa mujer que le pareció descarado, quería echarla de ahí, pero, necesitaba esas tierras, las necesitaba si quería salir adelante, no podía arriesgar a las personas que dependían de él. —¡Lárgate, mujer! Aquí nadie te quiere —aseveró Lana, solo ver a esa mujer le causaba asco, Lilian la miró con rotundo desprecio y no le obedeció. —Bien, negociemos —dijo Aaron de pronto, sorprendiendo a Lana, quién le miró atónita y con dolor —¿Ya lo ves? Mírame volver, querida —dijo la mujer satisfecha y con una mueca burlona que ella odió Lana la miró con desprecio, pero observó como Aaron entraba al despacho, junto a Alex Donovan y esa mujer. —¡¿Qué quiere ahora esa descarada mujer aquí?! —exclamó Larissa, y tomó la mano de su amiga—. No te preocupes, Lana, mi herm
La risa de Aaron inundaba la habitación, Lilian le miraba con ojos confusos, sin entender lo que le pasaba —Lo siento, Lilian, es tan gracioso —dijo tratando de contener su risa cruel—. Te diré algo, que no debes olvidar; yo nunca me casaría contigo, nunca sería el esposo de una mujer como tú; falsa, hipócrita, egoísta, no te quiero a mi lado, quédate con las tierras, ya veré lo que haré. Lilian lo miraba con ojos bien grandes, su rostro estaba enrojecido, y tenía demasiada furia en su cuerpo —¡Te vas a arrepentir, Aaron Greene! —¿Cómo tú? Que dejaste a un ciego, y ahora vienes a rogarle al mismo ciego —él se echó a reír—. Quizas necesite esas tierras, pero, te aseguro, que, nunca me casaría contigo por amarte, si no por interés, ¿Eso quieres? ¡Qué bajo caíste, Lilian! Me das un poco de lástima, pero más me das asco, ¡Ahora lárgate de mi presencia, escuchar tu voz es un suplicio para mí! Lilian se sintió impotente, sintió que no soportaría más sus crueles palabras, intentó acercar
Aaron escuchó que llamaron a la puerta y ordenó que entraran, se puso sus lentes oscuros —Aaron, tengo un problema. Larissa también entró —Yo también tengo un problema, hermano. Aaron arrugó el gesto al escuchar a Larissa —¿Qué pasa? —Creo que Archibald Randle ha sido el causante de que la cosecha se haya podrido. Aaron frunció el ceño incrédulo —¡No es cierto! Él no tiene pruebas —exclamó Larissa con voz firme y rápida —¡Esperen! ¿Qué es lo que pasa? ¿De cuándo acá mi hermana se ha vuelto defensora de los Randle? —Archibald Randle me salvó la vida, un día intentaron asaltarme en el mercado, él sin dudar me salvó —dijo Larissa—. Por eso le pedí a Alex que le diera trabajo, porque tú me enseñaste que la lealtad, siempre se paga con lealtad. Aaron esbozó una tenue sonrisa, llena de orgullo —Eso es cierto, bien, yo hablaré con ese chico y veremos si es cierto, o falso que haya cometido alguna falta. —Aaron, no seas duro con él, yo meto mis manos al fuego por él. —¿Tanto cree
—¡Esto es una broma! Debe serlo, Hermano, ¡Es imposible! —No es imposible, Larissa, me casaré el siguiente fin de semana. Larissa sintió que su boca estaba seca, tragó saliva, y respiró levemente —Así es, nos casaremos, y nada, ni nadie, lo evitará —dijo Lilian mirando a Lana con burla —Muchas felicidades —dijo Lana—. Hacen una hermosa pareja, tal para cual, les deseo lo mejor, yo me voy de aquí. —Adio, querida. —dijo Lilian, satisfecha Aaron se quedó de piedra, soltó la mano de Lilian, y caminó hacia Lana, tratando de seguirla. —Pero… Aaron. —Cállate y quédate aquí —dijo él con severidad y Lilian sintió que se empequeñecía ante sus palabras. Lana subió de prisa a su alcoba, tomó la valija, sentía demasiada rabia, y su garganta estaba apresada por un nudo queriendo romperse, de pronto, la puerta se abrió y él entró, ella le miró con rabia, él tenía esos lentes oscuros que ella quería quitarle para abofetear su rostro —¡No puedes irte, tú y yo tenemos un contrato! —exclamó —¿