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—¡No te acerques! —exclamó apuntándolo —¿Vas a matarme, Larissa? Vamos, atrévete, si eres tan valiente, tú no tienes las agallas —espetó Braulio burlón, atormentándola, y alterándola, estaba seguro de que Larissa no sería capaz de hacer un acto tan cruel Larissa sentía que su mano temblaba, él tenía razón, ella no era tan fuerte, ni tan valiente, tampoco tenía una sangre tan fría, bajó la mirada, pero cuando él quiso acercarse volvió a apuntarlo —¡He dicho que no te acerques, o te aseguro que se me escapará un balazo! —gritó Algo vio el hombre en sus ojos, que temió que fuera capaz y se contuvo, de pronto Damiana entró tras él —¡¿Qué es lo que pasa aquí?! Larissa, ¡Te has vuelto loca! Baja esa m*****a arma. —¡¿Qué hacen aquí?! —exclamó—. ¡Digan que hacen aquí o los mataré a los dos! —sentenció Damiana la miró irresoluta —¿Serás capaz de disparar a tu propia hermana? —preguntó con mofa Larissa disparó a la ventana, haciendo los vidrios crujir, hizo que ellos pegaran tal susto,
Alex abrió los ojos, y Larissa estaba ahí, a su lado, ella dormía, él acarició su oscuro cabello, y ella despertó, levantó la mirada, encontró sus ojos y sonrió con dulzura. —¡Alex! Dios mío, temí que te pasara algo malo, dime, ¿Estás bien? —exclamó con esperanza, al verlo mejor Él sonrió, no podía dejar de ver su bello rostro adormilado —Sí, estoy mejor, solo fue un roce. —Tuviste fiebre, pero no es lo peor. Él miró la pistola sobre su mano, ella durmió con esa arma, de puro temor —¿Qué pasa? —exclamó quitándosela —¡Braulio está aquí! Tomó la mansión y las tierras, es como si fuera un maniaco, tiene a los trabajadores secuestrados, les ha hecho trabajar toda la noche, dice que Aaron fue secuestrado por los Robín, y que lo han matado —Larissa sollozó Alex la abrazó, pero lanzó un quejido de dolor, ella fue por el botiquín, para limpiar su herida, él aún no era tan fuerte. Ella limpió su herida, pudo observar su fuerte pecho, sintió que sus mejillas enrojecían, limpió bien, y v
Larissa abrazó a Lana, ella se sentía tan mal, estaba recostada, pensando en como había llegado hasta ese lugar —¿Qué me pasó? —dijo Lana con la voz débil —Te desmayaste, pero estarás mejor —dijo Larissa sosteniendo su mano. Lana respiró profundo, el doctor llegó y comenzó a revisarla, le extrajo una muestra de sangre —¿Ya tuviste tu periodo? —preguntó el doctor Ella se quedó en blanco, sabía que no se había cuidado al tener relaciones sexuales, y sabía que era el segundo mes que no le venía su periodo —Creo que estoy embarazada, doctor —dijo—. Podría hacerme el análisis, pero, podría no decirle nada de esto al señor Greene. El doctor la miró confuso —Es que, él es el dueño del hospital, si yo me niego a darle información. Lana bajó la mirada, y asintió, sabía que Aaron se daría cuenta de todos modos —Bien. —Más tarde tendré los resultados. El doctor revisó su presión arterial, descubriendo que estaba elevada —Debe controlar su presión arterial, sabe lo que debe o no comer
Lana llegó hasta la casa de su infancia, llegar hasta ahí fue un suplicio, a cada rato un mareo la envolvía, pero ahora estaba mejor, tocó la puerta y su madre Doria, fue la que abrió la puerta —¿Qué quieres aquí con esa maleta? Lana le miró con algo de rabia, odiaba tener que volver, pero, ciertamente, no tenía a donde ir —No tengo a donde ir. —¿Así qué lo lograste? ¿Verdad? Hiciste que el gran CEO Aaron Greene te echara de su lado —Doria salió de casa, la miró con rabia y de pronto, sin decir nada más, le dio una fuerte bofetada que la hizo caer a un lado—. ¡Estúpida! Debiste atarlo con un hijo, debiste enloquecerlo de amor, ¿De qué te sirve ese cuerpo? ¿De qué te sirve esa belleza? ¡Por qué Dios me dio hijos tan idiotas que no pueden hacer nada bien! No te recibiré, aquí no cabe un alma más, ¡Lárgate, Lana! No te quiero en mi casa, me avergüenzas. Lana tenía el rostro repleto de lágrimas —Tú eres la causa de mi vergüenza y mi desgracia, ¡Acabarás con todos tus hijos, y luego,
Cuando Lana entró a aquella pequeña clínica, el doctor Martín Luna estaba arreglando sus medicamentos —En seguida le atiendo. Dígame, ¿Qué síntomas tiene? Lana sonrió —Lo he extrañado mucho, es mi principal síntoma. Martín se giró a mirarla y luego esbozó una gran sonrisa —¡Lana! —exclamó y la abrazó Ella también lo abrazó —Doctor Martín, me alegra tanto verlo, pero me apena venir a verlo en estos momentos. —¿Qué ha pasado? —exclamó con duda Ella le contó todo lo que le había pasado. Aaron estaba desesperado, cuando vio salir a Archi lo atrapó —¡Dime! Por favor, Archi, ¿Dónde está Lana? —¡No lo sé! ¿Ahora si dices por favor? La echaste de tu vida, mientras espera un bebé tuyo, no cumpliste con desposarla, ¡Cómo te atreves a darme la cara! Te entregué a mi hermana, una joven pura y buena, ¿Qué hiciste con ella, Aaron? La chica que se fue, lloró hasta la estación del tren, ¡Eres repulsivo! —exclamó Archi —¡Ya basta, Archibald! Aaron va a casarse con Lana, por su bebé y porqu
Larissa pidió que la llevaran hasta la estación de policía, pero ahí no tenían información sobre Archi, estaba desesperada. Salió y se encontró con Alex —¡Alex! —Larissa, ¿Qué haces aquí? —¡archi está en peligro! Lo han acusado de ser un rebelde, dicen que lo quieren matar, su hermano Mauro fue a decírmelo, ¡dime que no es verdad! —Tranquila —dijo él tomando sus manos, sintió mucho pesar de verla tan mal, sus manos limpiaron sus lágrimas—. Escucha, Aaron me envió a rescatarlo, así que no te angusties, vuelve a casa. —¡No! Yo quiero ir a verlo, por favor. —Está bien, ven conmigo. Ambos subieron al auto y fueron hasta el escuadrón del ejército. Damiana llegó a la casa que su hermano le había comprado antes, en el centro del pueblo, al entrar se encontró con Terry —¿Qué ha pasado? ¿Viste A Lana? —¡Se largó de la casa! —¡¿Qué?! —exclamó incrédulo—. ¡¿Y por qué no me lo dijiste?! Debí impedir que se fuera, debí ir con ella, ¿Con quién se fue? —¡Mi pobre hermano la echó de casa!
Damiana estaba por irse, abrió la puerta, cuando ella fue empujada con violencia. Braulio entró apuntando con un arma, Damiana soltó un grito de terror —¿Así que me estás engañando y dejando fuera de todo? ¡Damiana, eres una perra traidora! Terry caminó hasta el hombre, de pronto le bajó el arma y le dobló la mano, hasta que la soltó y se la quitó, encañonándolo —¡Deja tus estupideces! Aquí no hay amor, esto es negocio, una meta; acabar con Aaron Greene —espetó Terry con rabia —¿Qué? ¿Así que el traidor resulto aliado? —Aquí todos queremos algo, yo quiero el dinero de mi hermanito y Braulio también quiere el dinero, pero, además, lo odia tanto que quiere destrozarlo, ¿Verdad? —Braulio asintió —¿Y tú qué quieres? —No quiero dinero, ni poder, solo quiero a Lana Randle, ella es mi mujer, y Aaron Greene lamentará haber puesto sus asquerosas manos en lo que es mío. Braulio alzó las cejas y rio burlón —¡Vaya, Vaya! Me alegro de que cada vez Aaron tenga más enemigos, si lo que quier
—Si quieres pensar que esto está muerto, es tu problema, peor te advierto algo, nunca podrás alejarte de mí, si quieres hacerlo, lo harás, pero sin mi bebé. Lana le miró con rabia —No me amenaces, Aaron, no te lo permitiré. Él la miró fijamente, estaban tan cerca que él podía sentir su cálido aliento, desear sus labios —Nos iremos a casa, juntos, quieras o no. Lana bajó la mirada, pensó en las palabras del doctor Martín, no pensaba más en oponerse a él. —¿Por qué te busca la policía? Cada vez te pones más en peligro, Aaron. —¿Lo dices por Lord Di Tacco? Cariño, estoy ayudando a personas que no tienen la posibilidad. —¡Pero, pueden matarte! ¿Quieres eso? Aaron pensó en Archi, pero temió que decírselo a Lana afectara su salud —Estaré bien, me cuidaré, no te angusties. A penas los soldados se fueron, ellos salieron de ahí —Doctor Martín, espero volver a verlo. —Lana, cuídate mucho —dijo abrazándola—. Recuerda lo que hablamos. Aaron le dio un apretón de manos al doctor Martín