Lana no pudo dormir en toda la noche, mientras Larissa dormía abrazada a ella, había tenido algunas pesadillas que quisieron despertarle, pero Lana se encargó de calmarla para que siguiera durmiendo. Ella pensó en sus palabras, le dolía saber que había sido víctima de una bajeza tan dura, y Lana se preguntó si el mismo tipo que quiso dañarla, fue el mismo que lastimó a Larissa. Larissa despertó y Lana no estaba más en la alcoba, cuando ella se enderezó pensando en lo que había pasado, y recordó todo lo que ella dijo ayer, se sintió desesperada, se echó a llorar y recordó las palabras del malvado Braulio «—¡Si dices cualquier cosa de esto a tu hermano, él no te defenderá porque antes yo lo mataré, es solo un ciego, lo mataré antes de que él pueda hacer nada, y después, iré por Damiana y le haré lo mismo que a ti!» Su voz sonó en sus pensamientos como el ladrido de un perro feroz y ella se estremeció, sollozando —¿Y si fue él quien intentó abusar de Lana? No lo sé, no pude ver su ros
Aaron retrocedió, pero sintió unos pasos que se acercaban, quería evitarla, pero supo que no podría —Aaron, ¡Dios mío! Moría por verte, soñaba con verte —dijo Lilian y su voz era como titubeante, casi temblorosa, lo miraba con los ojos llorosos Aaron sintió que estaba desbordado, temblaba, algo dolía, los recuerdos volvieron como un terremoto, imposible de detenerlo en su mente «Flashback: —Oye, Lilian, esto… va a pasar, yo… me curaré. —recordó que le dijo con optimismo, pero temblando de miedo tratando de contenerse para que ella no sufriera, acababa de despertar del accidente y se daba cuenta que estaba ciego —No, Aaron, el doctor no da esperanzas, ahora eres un invidente, y lo serás por siempre, no puedo, ¡Juro que no puedo unir mi vida y sacrificarla a un… ciego! —Lilian, íbamos a casarnos, ¿Sabes? En la salud, en la enfermedad, en las buenas y en las malas… no se abandona a quien se ama, no se le deja en el peor momento… —dijo con la voz llena de coraje —¡Pero, yo no soy tu
—Lana… Ella se giró a mirar a Aaron, notó que él alzó la mano, era como si la buscara en el aire, ella tomó su mano para que pudiera encontrarla, y de pronto sintió como él dejó su mano y tocó su rostro, acunándolo con suavidad, estaban muy cerca, ella de cuclillas frente a él y Aaron sentado sobre el sofá, acercándose como para reducir la distancia —No te creo nada. —¡¿Qué?! —exclamó ella confusa —No creo que ames a ese hombre, solo me lo dices por despecho, porque la presencia de Lilian te hizo sentir asustada, pero no hay nada que temer, esa mujer no es nada más que una espina para mí, tú lo eres todo. Ella sintió que sus mejillas se ruborizaron al escuchar sus palabras —¿Acaso te crees capaz también de saber mis sentimientos, Aaron Greene? —exclamó casi como si pudiera estar molesta y una sonrisa se formó en los labios de ese hombre, era una sonrisa algo cínica —Sí, lo sé todo sobre ti, Lana, yo puedo verte, más allá de lo que crees, incluso puedo desnudar tu alma. Cada pal
Larissa salió de su alcoba iba por un vaso con agua, bajaba la escalera, levantó la vista y vio a Alex Donovan, que aseguraba las puertas de la mansión, él vivía en una pequeña casa, dentro de la propiedad Greene, pero, a veces, también dormía en la casa, ella le sonrió al verlo, en ocasiones, Larissa se embelesaba con su presencia, le gustaba desde la primera vez que lo vio, era como su amor platónico e imposible de cumplir. De pronto, escucharon un fuerte grito, ambos se miraron con temor, el grito era de Lana, y seguía gritando, Larissa fue la primera en subir la escalera y entrar a la alcoba, Lana estaba en medio de la habitación, quejándose de un dolor en su pierna. Larissa la miró atónita, pero Lana señaló a una serpiente, Larissa gritó, y Alex entró, observó a aquella serpiente, —¡Me mordió! —exclamó Lana, con la voz rota, sollozando, quejándose del gran dolor, Alex sabía que era muy venenosa, y pidió a Larissa que no se le ocurriera acercarse. Aaron llegó de inmediato —¡¿Q
Alex Donovan buscó a Larissa, y ella llevaba consigo un cambio de ropa para Lana, estaban listos para volver al hospital, pero antes de irse, Damiana detuvo a Larissa —Hermana, debo hablarte un minuto —dijo con voz dulce Alex decidió esperar en el auto, Larissa tragó saliva, tenía algo de miedo —¿Qué pasa, Damiana? —¿Pensaste en lo que te pedí? Dime que no le dirás nada a Aaron, ¿O quieres que él me lastime, y me eche de casa, ¿A dónde iría? —dijo tratando de chantajearla «Con Braulio» pensó Larissa, sintiendo tanta decepción de su hermana melliza, pero no dijo nada, si le daba pie a dudas, Larissa temió que también la lastimara a ella —Lo sé. —Entonces, ¿No dirás nada? —No… Damiana sonrió —Gracias, Larissa. Larissa la miró de reojo, sintió pena por su hermana, y salió de prisa «Pobre tonta, una vez que tenga mi parte de la herencia, y luego de que Aaron esté muerto, tú seguirás, así yo me quedaré con todo mi dinero» pensó Damiana, confiada y sonriente. Cuando Lana abrió l
Lilian escuchaba las palabras de Braulio, con seriedad —Y debo recibir a esa bastarda, ¿Por qué? —Lilian, si quieres recuperar a Aaron Greene, ella es el puente que te unirá a él, ¿O se lo dejarás a la enfermera? —¡Nunca! —exclamó rabiosa—. Aaron es mío, nació para mí, lo he tenido en mis manos mucho tiempo, y no lo perderé ante esa mujercita tonta —sentenció —Damiana heredará parte de la fortuna y tierras Greene, pero necesita tu ayuda, luego cuando tenga las tierras, se las compras, y tu patrimonio y el de Aaron Greene, estarán unidos, como lo estarán ustedes. Lilian sonrió —Así será —pensó feliz y luego fue al salón, donde Damiana estaba —Bienvenida, Damiana, juntas vamos a hacer que esa Lana Randle, se largue de la mansión Greene, y pronto seré tu cuñada. Damiana sonrió «Pobre idiota, nunca te casarás con mi hermano para ser su viuda, pero créelo, por ahora me conviene» pensó Damiana y la abrazó Los días pasaron con rapidez, Lana se recuperó de su herida, pasó un largo me
—No, Aaron, yo no quiero ser tu esposa —dijo Lana con firmeza Aaron dio un traspié, su rostro estaba impactado, su quijada estaba bien apretada, como si contuviera un grito de frustración, su ceño fruncido, y sus manos en puño, apretando con fuerza su bastón blanco, se notaba que esas palabras eran un golpe a su corazón. —¿Por qué? —exclamó con suavidad —¿Por qué? —exclamó ella como si fuera obvio—. He estado ahí antes, Aaron, y sé porque me pides esto, yo no seré de nuevo tu escaparate, ni tu plato de segunda mesa, antes solo era una pobre chica vendida por su madre al mejor postor, pero eso ya no más, sé mi valor, no me conformaré con ser un consuelo para ti, luego de todo este tiempo, quiero casarme y ser la esposa de alguien que me ame de veras, de alguien que me merezca. —¡Yo te amo, Lana! —No es cierto, me has tratado tan mal, ¿Debo recordar como me humillaste cuando fui tu esposa? No, Aaron, no cambia nada, yo no puedo olvidarlo, nunca quiero volver a ese oscuro lugar, no s
Aaron Greene estaba sentado sobre su silla, delante de él estaba el abogado y Damiana, mirándolo con ojos severos —¿Y bien? ¿Ya me darás lo que por derecho me corresponde? —exclamó Damiana Aaron tenía sus lentes oscuros, y solo esbozó una sonrisa burlona —Abogado, permítame hablar con mi hermana, y luego de hacerlo, negociaremos sobre la entrega de la herencia. El abogado y Damiana se miraron fijamente, luego ella asintió, y el hombre salió, dejándolos a solas. Damiana se sentó con un porte desgarbado y miró con firmeza a Aaron —¿Ya me dirás que es lo que quieres? Me darás mi dinero, eso es lo justo, lo quieras o no —sentenció Damiana Aaron esbozó una risita que le dio un escalofrío —Es lo justo, y sí, te lo daré, aunque sé que ese dinero no te durara ni un poco, lo perderás todo, y no te atrevas a volver ante mí, Damiana, porque no te daré nada, nunca más. Ella le miró con rabia, se levantó y golpeó la mesa con un puño —¡Dame mi dinero, Aaron! Y entonces, no volverás a saber