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Alex siguió a jazmín hasta un bar, ella entró y él fue tras ella. La vio buscar en la pista, cuando estuvo a punto de seguir, la detuvo. —¡¿Qué es lo que haces, Jazmín?! —exclamó deteniéndola del brazo. —¡Que te importa! No tienes nada que hacer aquí, soy adulta, soy libre de ti, y puedo hacer lo que me plazca, además, ahí está el duque de iris, he venido a pedirle una segunda oportunidad, ¿Creíste que arruinaría mi vida por ti? Pues, no lo haré. Alex sintió rabia de sus palabras. —No lo amas, ¿Sacrificarás tu vida con él? —¿Y qué? Sacrificaré mi vida, pero no mi dignidad, como contigo, por lo menos el duque es joven, es guapo, y muy rico, seguro de que me enamoraré de él, poco a poco, y dicen que en la cama todo se soluciona, ahora lárgate, puedo arreglármelas sola. Ella intentó seguir y él la detuvo. —¡Vienes conmigo! Alex la tomó con fuerza y la sacó del bar. Ella le miró furiosa —¿Qué pretendes, Alex? ¡Eres un maldito egoísta! Quieres todo, ¿Verdad? ¡Amas a Larissa! ¡Ser
Cuando Jazmín abrió los ojos, miró a Alex a su lado, sonrió, y se abrazó a su pecho, se sintió como si fuera un sueño de amor, era feliz, pero luego recordó que ella había terminado con él.«Y si ni esto le importa, ¿Y si para él no significó nada?»Jazmín sintió que no podía respirar, que el pavor se apoderaba de ella.Fue a bañarse y se visitó apurada, solo quería marcharse. Alex abrió los ojos y sintió vació del otro lado de la cama, buscó a la mujer con la mirada y no la halló, se levantó con rapidez, escuchó el agua correr, estaba por ir cuando vio aquellas sábanas manchadas ligeramente de sangre, Alex se levantó y fue hasta el cuarto de baño.Observó a Jazmín bañarse, apenas admiró su figura, sintió el deseo revivir en su interior, sonrió.«¿Qué tengo que pensar? Jazmín es una mujer tan perfecta, no puedo seguir atado al recuerdo de Larissa, no cuando ella ya es feliz con su esposo y sus hijos, debo seguir adelante, debo olvidarla, al menos intentarlo,
Anne fue a casa, al volver de viaje, necesitaba ver a su padre, y durante todo el trayecto de vuelta, no le dirigió la palabra a Felipe, que tuvo que hacer frente a toda la hora de periodistas que lo persiguió. Cuando Anne llegó a casa, sintió su corazón retumbar, pensaba en su padre, en su presunta enfermedad. Lo encontró en el despacho, leyendo y cuando él la vio, se sorprendió tanto. —¡Hija! —dijo levantándose de su silla—. Pero ¿Cuándo llegaste? Mira la hora que es. —¿Fuiste tú, padre? —¿Qué dices? —Robaron dinero de la cuenta de Felipe, a mi nombre, dime, ¿Fuiste tú? Los ojos de Pablo se abrieron enormes, no podía creer que su hija fuera capaz de decir algo tan horrible respecto a él. Bajó la mirada y pensó, que, después de todo, ella tenía sus razones. —No —dijo con firmeza, luego tocó su cabeza—. Ni siquiera sé cómo puedes preguntarme algo así, ¡Yo no lo hice, Anne! Creo que lo dices solo por qué yo tengo acceso a tus cuentas bancarias por ser tu beneficiario legal, eso
Anne sentía que se rendía, que el calor de Felipe estaba quemándola, empujó su pecho y él miró sus ojos, había un gesto de derrota. —Está bien, me iré, solo dame un segundo, quiero estar a tu lado, solo un segundo —suplicó, ella no se atrevió a echarlo de su lado, de nuevo. Se recostó a su lado y la abrazó a su pecho, Anne se quedó tan quieta, no pudo moverse, escuchó con claridad los latidos de su corazón, eran tan retumbantes como una dulce melodía, se quedó ahí, y sintió un poco de paz, en medio de todo su caos. No supo cuánto tiempo pasó con exactitud, cerró los ojos, y los abrió cuando escuchó ese llanto, un bebé que lloraba y gritaba por mamá y papá. Se levantó como un resorte. Felipe también intentó levantarse, pero ella lo impidió. —¡Es Matías! —Yo iré, espera aquí, que no te vea así —dijo Anne. Se puso los zapatos y salió tan rápido como pudo, escuchaba los berridos del pequeño, cuando llegó a la habitación y encendió la luz, lo vio parado en su cama, llorando, ella lo
—Los doctores aún lo atienden. ¿Podría venir a verle? —exclamó la enfermera —¡Claro que sí! Voy para allá. Anne colgó la llamada y miró a Felipe con tristeza. —Lo siento, es Daniel, ¡Le han asaltado, está herido! ¡Debo ir a verle! —dijo angustiada. —Sí, te acompañaré. —No, pero… ¿Y Matías? —Despertaré a la nana, le pediré que nos ayude a cuidarlo, mientras volvemos. —Pero, y si tiene una nueva pesadilla, ¿Qué pasará? —No la tendrá, ya dormirá como un ángel. Anne asintió. —Qué nos llamen si la tiene, y volverás enseguida, o yo lo haré. Él asintió, y fue a buscar a la nana. Pronto fueron en camino, Anne estaba ansiosa, pensaba en Daniel Higareda, pensaba en el pasado, y en Felipe. «Si no nos hubiesen interrumpido, ¡Ni siquiera recordé el pasado o el rencor! ¿Qué logras conmigo Felipe? ¿Y Daniel? Él sigue con falsas esperanzas, ¡¿En qué me he convertido por esta absurda venganza?! Por si fuera poco, ¿Y si Daniel es el culpable del desfalco? ¡Ya no sé quién soy yo…!», pensó,
—¡¿Cómo puedes creer eso de mí, Anne?! ¿Acaso no me conoces?Anne titubeó, se sintió mal al haberlo acusado.—Es que tú y mi padre eran los únicos con acceso a mis cuentas.—¿Y por eso me acusas? Pudo haber sido un robo cibernético, Anne, yo no lo hice, juro por la memoria de mis padres que soy inocente.Anne se sintió fatal al escucharlo hablar de sus padres—¡Lo siento, Daniel! Me he vuelto paranoica.—Lo entiendo, no te angusties.—He estado pensando mucho, y... siento que esto no puede seguir... —dijo ella.Daniel frunció el ceño—¿De qué hablas?—Daniel, mira cómo está todo, ahora estoy paranoica, confusa, no puedo con esto. Lo que había entre nosotros, ha terminado —sentencióLos ojos de Daniel la miraron fijamente—¿Qué? ¿Por qué? ¿Es por él? Por Dios, Anne, ¿Acaso volviste a caer ante Felipe?—¡Es por mí, Daniel! No me siento bien, mintiendo, ni engañando.—¿Es que no te das cuenta de que Felipe te hizo lo mismo? Por favor, lo veo en tus ojos, sé que te ha vuelto a ilusionar, ¿
Cuando Anne despertó, Matías estaba dormido a su lado, en posición fetal, era tan hermoso, tan inocente, sonrió al verlo y besó con cuidado su mejilla, no quería despertarlo. Felipe, que se había dado cuenta, la vio, pero de inmediato se hizo el dormido. Ella lo miró a su lado derecho, estaba convencida de que él dormía «Pudimos despertar tantas primaveras y veranos así, Felipe, ahora siento que todos los días en mi interior son un cruel invierno, podría ser feliz con esto, y ahora, me siento tan amarga, como el veneno» pensó con dolor, sin embargo, su mano viajó a su rostro, acariciándolo suavemente, no pudo evitarlo, se acercó lentamente, y besó su mejilla. Un solo segundo después, Felipe abrió los ojos, ella no estaba, escuchó como cerraba la puerta del cuarto de baño, tocó su mejilla, ese beso aún estaba sintiéndolo en cada rincón de su cuerpo, era como un destello de esperanza «No voy a rendirme, Anne, sí, fallé, soy el peor de los idiotas, pero si tengo una esperanza, no segu
—¿Toni? —exclamó Daniel llamando por teléfono y escuchando la voz de su amigo del otro lado—. Prepara todo, hagámoslo. Colgó la llamada. «Veamos si tienes tiempo para romances, Felipe, cuando te falte tu adorado bebé» pensó y golpeó la pared con un puño de rabia. Anne se alejó de Felipe y sintió que le costaba media vida. —Ya basta, Felipe, deja de actuar de esta manera. —No he hecho nada —dijo alzando las cejas con falsa inocencia que la hizo sonreír. Dio la vuelta y salió de ahí. Bajó al comedor, y el desayuno se había servido. —Señora, ¿Hoy llevaremos a Matías conocer la guardería? —Me avisarán en un rato más si podremos llevarlo. —Quería pedirle permiso para llevar a Matías a un parque cercano, tendrán un pequeño evento con marionetas y disfraces, me gustaría que fuera y se entretuviera, no tardaremos salvo una hora o menos. —Está bien. Cuando Felipe llegó, Anne le explicó a donde irían. —Yo debo revisar unos contratos de mi empresa, luego iremos a la guardería. —Está