Capítulo 584
Lucía miró la escasa comida frente a Talia, pensando que esa cantidad tan pequeña ni siquiera serviría como un bocadillo para ella. Seguramente en menos de dos horas estaría quejándose de hambre. Sin embargo, para su sorpresa, después de dos clases Talia permanecía tranquila en su asiento sin mostrar señales de querer un refrigerio.

Esto... Lucía estaba asombrada. ¿De verdad no tenía hambre? Si Talia la hubiera escuchado, habría saltado protestando entre lágrimas: ¡Claro que tengo hambre, me estoy muriendo de hambre! En efecto, en ese momento Talia ya estaba mareada, su estómago rugía, y no podía dejar de pensar en sus papas fritas, galletas, pasteles y refrescos... ¡Ay, cuánta tentación! ¡Pero debía resistir!

Lucía, completamente ajena al tormento de Talia, pensaba que realmente no tenía hambre. Sin embargo, cuando al día siguiente en la clase de la mañana volvió a comer tan poco, Lucía cayó en cuenta: —Talia, ¿estás haciendo dieta?

—¡Sí! Lucía, ¿por qué es tan difícil? Comemos lo mis
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