Capítulo 587
Ella estaba aferrada al cuello de Daniel con sus brazos, sus piernas suspendidas enroscadas alrededor de él. Lucía parecía un koala abrazado a un árbol, y Daniel era ese árbol.

—¡Perdón, perdón! No fue mi intención, ese perro me asustó mucho... —se disculpaba Lucía mientras intentaba bajarse, pero las manos de Daniel seguían en su cintura y, aun a través del grueso abrigo, podía sentir su calor abrasador.

Las mejillas de Lucía se tiñeron rápidamente de rojo, el rubor extendiéndose por todo su rostro hasta la punta de sus orejas.

—Pro-profesor... —Lucía hizo un pequeño esfuerzo por bajarse, pero las manos de Daniel permanecían firmes como tenazas en su cintura.

—¿Tienes miedo? —preguntó Daniel con voz ronca, sin aclarar si se refería al perro o a él.

—Un... un poco —respondió ella, temerosa de ambos.

—Fuiste tú quien saltó, ¿verdad? —volvió a preguntar.

El rostro de Lucía enrojeció aún más: —Lo siento, actué sin pensar, fue un impulso...

En realidad, había sido por miedo. Un perro tan g
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