Capítulo 588
—¡Toc, toc, toc! —sonaron unos golpes en la puerta mientras el calor del vaso en sus manos le recordaba el calor que había sentido en su cintura momentos antes.

—¿Quién es? —preguntó mientras abría.

Daniel estaba ahí. —Tu zapato.

Lucía se quedó perpleja. Había recuperado la zapatilla que se llevó el perro.

—Gracias, profesor.

—No fue nada.

Por la tarde, Lucía tomó una siesta y se despertó a las dos para ir al laboratorio. Cuando llegó, Carlos estaba ahí pero no vio a Talia.

—Ah, fue a comprar bebidas —explicó Carlos.

Hablando del rey de Roma... Talia regresó con café, incluyendo uno para Lucía. Como siempre, tenían su pequeño rincón en la esquina opuesta a las mesas de trabajo, destinado a bebidas y bocadillos.

Lucía se sorprendió al ver a Carlos aceptar un café. Antes nunca aceptaba cuando Talia ofrecía, y las raras veces que tomaba, era porque ella insistía, y elegía uno pequeño sin azúcar ni té, dejando la mitad.

—Carlitos, ¿qué tal? ¿Te gusta el nuevo sabor? —preguntó Talia.

—...Sí
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