—Lo que quiero decir es muy simple —explicó Yessica con tono maternal—. Nosotras las mujeres, por más difícil que sea, no podemos tomar atajos. Hay que ir paso a paso, con los pies en la tierra. Los caminos fáciles no son la solución, ¡y menos dejarse llevar por la suerte!—Tienes razón —asintió Lucía.—¿Estás de acuerdo, verdad? —preguntó Yessica, con una expresión de "aún hay esperanza".—Por supuesto.—Bien, eso me tranquiliza —dijo aliviada—. Deberías cancelar lo de la mansión cuanto antes. Quizás pierdas algo en gastos administrativos, pero vale la pena por la tranquilidad, ¿no crees?Lucía la miró desconcertada.—¿Qué pasa? ¿No quieres dejarla? —el rostro de Yessica se ensombreció, ¿acaso todo lo que había dicho fue en vano?Lucía sonrió al comprender finalmente el verdadero motivo de su visita.—Primero, tía, estoy totalmente de acuerdo con lo que dijiste sobre que las mujeres deben valerse por sí mismas. Pero... —hizo una pausa significativa—. Yo no dependo de nadie. Así que to
—Con el huerto, las gallinas y los peces, ¡tendremos suficiente comida para toda la familia!—Vaya, ¿están de mudanza? —Alba se paró en la entrada del jardín, cruzada de brazos, con una sonrisa burlona.Sergio, ocupado cavando la tierra, ni se molestó en responderle.Carolina, que estaba dentro de la casa, al oír su voz retiró inmediatamente el pie que ya había puesto fuera.Ojos que no ven, corazón que no siente.Alba hizo una mueca —¿De qué presumen? Si los estoy echando...—¡Alba! ¿Vas al mercado?Alba se encontró con una vieja amiga cuando regresaba del mercado.—Sí, compré unos huevos. ¡A esta hora cuestan la mitad que en la mañana! —presumió Alba arqueando las cejas.Sin presumir, nadie en todo el complejo residencial era mejor administradora que ella.—La próxima vez iré a esa hora también. Oye, ¿te enteraste? Tu vecino Sergio se va a mudar.Alba asintió: —Sí, quién sabe a qué barrio se irán a rentar. ¿Encontrarán algo tan conveniente como aquí?¡Bah! Ya están mayores y siguen c
—Déjame consultarlo primero con Carolina... —comenzó Sergio.—¿Consultar? —interrumpió la anciana con tono severo—. ¿Consultar qué? ¡Eres un hombre, el jefe de familia! ¿Necesitas el permiso de tu mujer para tomar una decisión tan simple?—Mamá, esto no tiene nada que ver con ser el jefe de familia. De todos modos, tengo que avisarle a Carolina, es una cuestión de respeto básico...—¡Qué decepción! Bueno, consúltalo. Si ella acepta, perfecto, y si no, no importa. ¡Tu padre y yo iremos mañana de todas formas!Y colgó de golpe.Sergio suspiró resignado.—¿Qué pasa? ¿Quién llamó? —preguntó Carolina al entrar del jardín y ver a su esposo rascándose la cabeza.—...Mi madre.—¿Qué dijo?—Quiere venir mañana para Pascua y de paso celebrar la inauguración de la casa...—Está bien —Carolina sonrió levemente—. Invitemos a Anya y Alex, Johan y Tatiana, y también a Yessica y los demás....A la mañana siguiente, Carolina fue temprano al mercado.A las cuatro de la tarde, todos empezaron a llegar.
Ella hizo un par de comentarios que, aunque parecían inofensivos, había algo extraño en su tono.—No sabía que Luci trabajaba en Puerto Celeste —comentó Anya con una mirada perspicaz—. Debe ser algo especial, ¿no? Al fin y al cabo, una persona común no gana cientos de miles.Lucía frunció el ceño, pero Carolina la tomó de la mano, indicándole que ella se encargaría.—No es para tanto. Luci, aunque no siguió con un posgrado después de la universidad, no se quedó de brazos cruzados. Cambió de trabajo algunas veces y logró ahorrar algo de dinero.—Qué bueno si realmente son ahorros propios —se burló Yessica—. Lo preocupante es cuando las chicas se desvían del buen camino.—Gracias por la preocupación —respondió Carolina sin inmutarse—. Pero mi hija ya es grande y tiene sus propios planes. Como padres, solo debemos apoyarla.—¿Planes? —Tatiana arqueó una ceja—. Por cómo lo dices, Carolina, ¿Luci tiene algo en mente? ¿Buscar trabajo en Puerto Celeste? ¿O tal vez... un nuevo objetivo? ¿Para
Todos subieron corriendo al segundo piso y llegaron al cuarto de Lucía, donde encontraron una escena peculiar:Aurora estaba sentada en el suelo con dos carteras tiradas a su lado. Al ver entrar a todos, comenzó a llorar desconsoladamente mientras pataleaba como una chiquilla malcriada.—Aurora, mi amor, ¿qué pasó? No asustes a mamá así —Tatiana se arrodilló junto a ella—. Ven, levántate...—¡No! ¡No me levanto hasta que Lucía me pida disculpas!—Adelante —se burló Lucía—. Quédate sentada todo lo que quieras, o acostada si prefieres.—¡Tú...!—¿Disculpas por qué? —los ojos de Tatiana se entrecerraron—. Dime qué pasó.—¡Mamá! ¡Lucía me pegó!—¿Qué? —Tatiana se giró hacia Lucía—. ¿Cómo te atreves a pegarle?—Tía, lo siento, pero cuando llegué a mi cuarto escuché ruidos en el vestidor. Pensé que era un ladrón... Aunque me pregunto, ¿qué hacía Aurora en mi habitación haciendo tanto... alboroto?Su mirada se posó en las carteras tiradas.—Bueno... —titubeó Tatiana—. Aurora seguramente sinti
—¿De verdad Lucía se cree que sigue siendo la misma de antes? ¿Después de tantos años de graduada todavía quiere volver a estudiar? ¡Já! ¡Ya verá la vergüenza que pasará cuando salgan las calificaciones!—Después de lo que dijo Aurora, me dio curiosidad —comentó Anya.Yessica sonrió con malicia: —Sí, todos estamos curiosos. Vamos, Luci, ¿por qué no revisas? No te preocupes tanto, no importa si la nota es alta o baja, si pasas o no.Carolina miró a su hija, instintivamente queriendo negarse.—Está bien —respondió Lucía con una sonrisa.Todos se reunieron frente a la computadora. Lucía ya había ingresado su número de registro y contraseña, solo faltaba presionar Enter para ver los resultados.—Papá, hazlo tú.—¿Yo? —preguntó Sergio.—Sí, ¿no fuiste tú quien revisó mis resultados del bachillerato?—Bien —Sergio se frotó las manos, respiró profundo y presionó Enter.La página comenzó a cargar, todos contuvieron la respiración.Un segundo, dos segundos...—¡Ya salió! ¡Ya salió!Puntaje tota
Había estado preocupada de no llegar para el cumpleaños de Carolina, pero afortunadamente los libros llegaron justo el día anterior.—¿Cómo supiste que llevaba tanto tiempo buscando esta colección? —preguntó Carolina, sosteniendo los libros con deleite.—Lo has mencionado tantas veces —Lucía arqueó una ceja—, que hubiera sido difícil no saberlo.—Hmph, eso te pasa por no venir a casa en tanto tiempo... —Carolina hizo una pausa—. Pero gracias, mi amor, me encanta este regalo.La abrazó con cariño, mirándola con ternura mientras le acariciaba el cabello: —Recuerdo que siempre llevabas el pelo largo, ¿por qué te lo cortaste?—¿No me queda bien corto? —preguntó Lucía, acurrucándose contra ella.—¡Te queda precioso! ¡A mi hija todo le queda bien! —declaró Carolina con orgullo.Lucía sonrió y se acurrucó aún más cerca.—Ya pasaste el examen escrito, pronto será la entrevista, ¿verdad? —comentó Carolina—. ¿Significa que debes volver a Puerto Celeste?Lucía hizo una pausa antes de asentir suav
Ni ella misma tenía una idea clara de qué esperar.—Los ojos oscuros de Daniel brillaron con un destello de diversión—. Como tú dijiste, es solo un "tal vez", y yo confío en las probabilidades más altas.—Entonces tomaré eso como un buen augurio —respondió Lucía con una sonrisa....La segunda ronda de entrevistas en la Universidad Borealis estaba programada para principios de marzo.Lucía eligió cuidadosamente un traje formal y lo combinó con zapatos negros de tacón bajo.Un atuendo conservador: ni destacaba demasiado, ni desentonaba.Antes de salir, después de pensarlo un momento, tomó una bufanda de seda con estampado naranja y verde y se la puso.Ese simple detalle le dio vida al conjunto que de otro modo hubiera sido demasiado sobrio.La noche anterior había llovido, dejando el suelo húmedo y un aire denso y pegajoso.Era como si el mundo entero estuviera envuelto en una bolsa de plástico.Lucía observaba el ir y venir de gente en la sala de espera - algunos suspirando con pesadez