Buenooooooo,😱😱😱 ¡Cristian ha regresado! ¡Qué emoción! Pero si había llegado al pueblo, ¿por qué no la había llamado?❓❓❓🤔 Veremos qué pasa en el siguiente capítulo.😘😘
No me pude contener. Con todo lo que había bebido, había perdido mi timidez. En un arrebato, salté a los brazos de Cristian. Su aroma, me invadió, recordando todos los momentos que habíamos compartido. —¿Qué haces aquí? —pregunté, algo aturdida, cuando finalmente me separé de él. Mi corazón latía con fuerza, y las piernas me temblaban como si fueran de gelatina. Por un instante, se me olvidó todo el tiempo que habíamos estado separados, como si los meses de distancia se hubieran desvanecido en el aire. —Veo que estás ocupada, ¿interrumpo algo? —dijo él, con una sonrisa que no lograba ocultar su enfado. Miré a Cristian, que observaba la escena con una mezcla de curiosidad y sorpresa, y luego a Daniel. —Cristian, te presento a Daniel, mi compañero de trabajo. Daniel se levantó con una expresión seria y le estrechó la mano a Cristian. No me podía creer el duelo de miradas que había entre ellos. Juraría, por la intensidad de sus miradas, que no se llevarían demasiado bien. —Daniel,
Estaba de los nervios, todavía no me podía creer que Cristian estuviera tan frío conmigo. Aunque me acompañó hasta mi casa, eso significaba que algo le importaba, pero no lo suficiente, no de la manera que yo quería. Menos mal que tenía a mi amigo Erik. En todo este tiempo, se había convertido en una de mis personas favoritas, por su forma de vivir la vida y de sacarme una sonrisa en mis peores momentos. —Erik, lo siento por molestarte —dije con voz temblorosa. —Tranquila, para eso están los amigos, ven, siéntate —dijo envolviendo mi mano con la suya y llevándome hasta el sofá. —¿Quieres contarme lo que ha pasado? —Él no me quiere —dije, absorbiendo mi nariz y sintiendo las lágrimas brotar. —Si él no te quiere, yo a ti sí. Viendo el estado en el que estás, creo que es mejor que duermas. Te prometo que mañana estarás mejor. —Sí, será mejor que me vaya a casa. —Puedes quedarte si no quieres estar sola. —¿No te importa? —pregunté, sorprendida por su oferta. —Al contrario, me agr
Me quedé perpleja, todavía no podía creer que Cristian había echado a mi amigo Erik de mi casa. —¿Te has vuelto loco? —le grité, sintiendo cómo la ira me inundaba. —Te lo he dicho, ese hombre no es de fiar. —No puedes estar un año fuera de mi vida y ahora pretender salvarme. Gracias por tu ayuda, pero es mejor que te vayas —dije, tratando de mantener la calma mientras mi corazón latía con fuerza. Cristian salió de mi casa enfurecido, cerrando la puerta de un portazo que resonó en toda la casa. El domingo preferí quedarme tranquila en casa, tenía ganas de sofá y peli. Al mediodía, preparé una pizza. Mientras estaba en el horno, opté por darme una ducha rápida, o eso pensé yo. Cuando terminé de ducharme, envolví mi cuerpo en una toalla. De pronto, escuché unos golpes fuertes en la puerta, asustándome. Salí corriendo escalera abajo y me quedé paralizada al ver que de la cocina salía humo denso y oscuro. Escuché otra vez golpear con fuerza la puerta de entrada. La abrí y entró Cristi
Rápidamente, intenté taparme apresuradamente con las dos manos. ¡Qué vergüenza! —Te dejo una botella de agua, perdona por entrar así de repente —seguía mirándome de arriba a bajo—. Que sepas que todavía se te ve medio pezón. —Imbécil —me giré para coger un cojín y se lo lancé a la cara. —Ahora te he visto el culo —se echó a reír. Me estaba poniendo de los nervios, bajé los brazos, caminé hacía él desnuda con la barbilla levantada y lo empujé fuera de la habitación. —Si piensas que voy a caer rendido al verte desnuda estás muy equivocada. —Me da absolutamente igual, en cambio Erik puede que sí caiga rendido a mis pies. Vi cómo apretó su mandíbula y cerró los dos puños con fuerza. Ese comentario le había sentado mal, pero se lo había ganado. Sin decir una palabra más, se dio la vuelta y se marchó, dejándome sola en la habitación. Me dejé caer en la cama, abatida. Al día siguiente, después del pequeño incendio, me levanté muy temprano mientras Cristian aún dormía. Salí de su casa
—Estoy de acuerdo con la señorita Emily, todas las ideas que nos ha explicado habría que estudiarlas con más detalle, pero desde mi punto de vista estamos en buenas manos —mencionó Cristian. En aquel momento, solté todo el aire que había retenido en mis pulmones. La respuesta de Cristian me había sorprendido. Si Henry me aceptaba en su equipo, tendríamos que trabajar juntos. Sería difícil, pero no iba a echar por tierra mi trabajo por un hombre que en algún momento de mi vida pensé que me quería. —Erik, ¿Tú qué opinas? —preguntó Henry. —En esta ocasión también estoy de acuerdo con Cristian —respondió Erik con una sonrisa. A Erik ya lo pillaría. El muy cabrón no me había dicho que trabajaba con Cristian. Lo iba a matar. —Perfecto, aquí te entrego el contrato. Cuando puedas, revísalo con tu abogado y me lo mandas lo antes posible. Si tienes alguna duda o pregunta, ponte en contacto conmigo —dijo Henry, extendiéndome una carpeta con el documento. —Gracias, señor Henry. —Tanto Erik
No entendía absolutamente nada. Todo en él demostraba que me odiaba, y ahora, ¿quería acompañarme? Me quedé paralizada, tratando de procesar sus palabras. ¿Acaso se había golpeado la cabeza? Su reacción era completamente incomprensible para mí. Respiré hondo antes de hablar, la verdad que no sabía si mis palabras podrían herirlo, pero también era consciente de que debía ser honesta. —Cristian, no puedo permitir que me acompañes. Este viaje es algo que necesito hacer sola. Cristian me miró en silencio, pero sus labios se apretaron en una línea delgada. Aunque no dijo nada, pude ver el dolor en sus ojos. ¿Estaba dolido por mi rechazo? —Tengo que irme. Nos vemos en el trabajo —dije, mientras me levantaba de la silla. Cristian asintió lentamente, sus ojos aún seguían fijos en mí. Cuando me di la vuelta para irme, escuché su voz. —Emily, procura no ponerte en peligro. Si necesitas ayuda, no dudes en llamarme. —Gracias, Cristian. Lo tendré en cuenta —Y con eso, me fui del bar, dejánd
—Hola Emily ¿Qué haces aquí? —preguntó Estela.—Hola amiga, me alegro de verte —me sentí muy ofendida, ella sabía perfectamente toda mi historia con Cristian, y estaba allí con él. Una vez más me sentí traicionada por una amiga.En un impulso repentino cogí mi móvil y le mandé un mensaje a Erik, lo necesitaba conmigo, necesitaba el apoyo de un amigo, y él me había demostrado que podía confiar en él.Tenía que admitir que si Cristian había pasado página yo también tenía que hacerlo.—Cristian vamos a la piscina —dijo Estela.De mientras yo me senté en una silla viendo la escena que me daban ganas de vomitar, Estela no paraba de coquetear, se lanzaba a sus brazos entre risas. Estaba controlando la ira que estaba resurgiendo dentro de mí y me imaginaba como le arrancaba los pelos a la muy... Gracias a Dios, Erik no tardaría en llegar.—Cristian voy abrir la puerta que ha venido mi acompañante.—¿A quién has invitado? —salió de la piscina y fue directo a mi.—He invitado a nuestro vecin
Estaba caminando hacia la entrada de la discoteca, pero de repente, me detuve en seco al sentir una mano firme agarrar mi brazo. Giré sobre mis talones con cuidado de no perder el equilibrio, y cuando miré a la persona que me estaba sujetando el brazo, solo pude pensar ¡Joder! ¡Cristian! —¿Emily? —Si, esa soy yo.—Princesa, estás preciosa. —Gracias, tú estás más... —no encontraba las palabras adecuadas, pero mi boca solo quería pronunciar palabras como guapo, buenorro, macizo, bombón, cosita linda.—¿Viejo? ¿Más guapo? ¿Más irresistible? —preguntó, mientras se pasaba una mano por su cabello rubio.—Viejo, lo bueno que no estás calvo.—Hasta calvo estaría guapo. Ven aquí y dale un abrazo a tu cuñado.Cristian me envolvió con sus fuertes brazos tatuados. Nueve años sin verle, nueve años habían pasado desde que Cristian me partió el corazón, pero él nunca se enteró de que años atrás me moría por sus huesos.—¿Qué haces aquí, princesa? —me preguntó al oído.—Buscar venganza —respondí,