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No podía dejar de pensar en Anna, mi querida y hermosa Ann.

Al día siguiente en la escuela volví a dejar una nota en su casillero, pero ahora más larga que las demás, esperé en la puerta a que entrara.

Cuando entro me di cuenta que otra vez estaba sola.

Abrió su casillero y tenía miedo, ese miedo me estaba excitando a no dejarla, la tiro casi al momento de abrirla y se fue al baño corriendo, cuando el pasillo estaba despejado entre al baño.

— ¿Princesa? — la llame, pero no contesto— no quería hacerte llorar, ¿Me perdonas? — no volví a obtener respuesta— tu celular lo tienes con sonido, si te marco sonara.

Busqué su número y empecé a marcar, pero me mando directo a buzón, que lista es mi pequeña, pero escuche un murmuro proveniente del segundo cubículo.

—Lo apagaste, er

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