—Hola Steve, ¿qué haces aquí? —preguntó Naia al ver al abogado frente a la puerta del apartamento.—Vine a hablar contigo, es para transmitirte un mensaje de Matthew.— ¿Qué sucede?, ¿Por qué Matthew no está contigo?—Él tuvo que salir de viaje, fue algo... no esperado, y por eso no pudo comunicarse contigo.Los gestos de Naia evidenciaron sorpresa.—No entiendo. ¿Qué sucedió?—Él... está solucionando un problema que descubrió en la fábrica, así que estará muy ocupado resolviéndolo.Steve no sabía qué más debía decir.—Pero, ¿él está bien? Dime la verdad tal vez le sucedió algo... he escuchado que en las siderúrgicas suelen surgir muchos accidentes —expresó preocupada.Él le ofreció una sonrisa para que se tranquilizara.—Suelen suceder, pero entre los obreros, Matthew está bien, te lo prometo, debió salir de la ciudad y fue tan rápido que no tuvo tiempo para contactarte, por eso me solicitó que te lo dijera para que estuvieras tranquila.—Pero pudo llamarme, ya tengo teléfono —asegur
Unas cuantas horas después, Naia se recostó sobre la cama, al lado de Leo y mientras él tomaba leche de su seno, ella estaba pensando en Matthew. La conversación con Steve la había hecho comparar su vida antes y después de llegar a Pittsburgh. Se preguntaba qué hubiera sucedido con cada uno de ellos si ella hubiese tenido un poco más de dinero en sus bolsillo y hubiera ido a cualquier otra ciudad de ese inmenso país. Suponía que tal vez para Matthew la vida hubiera continuado bien como hasta ahora, seguiría viviendo en la casa que le dejó su abuelo. Los señores Pressly seguirían sirviéndole como lo habían hecho desde hace tiempo, la señora Virgin estaría organizando una boda junto a Ashley y tal vez la vida de todos hubiera estado bien... tan bien como lo había estado antes de que ella apareciera. Sin embargo, para ella y su hijo la historia sería muy diferente.Estaba segura de que hubieran ido de un refugio a otro, con frío, hambre, pero lo peor de todo sin un amor que les abrigara
La expresión de Naia reflejaba temor, asombro e incredulidad ante lo que estaba viviendo. Su tez había palidecido, mientras sus manos empezaron a temblar. Él sonrío al percatarse de ello.—No soy un hombre peligroso señora, soy un hombre enamorado que por fin ha encontrado a su esposa —expresó con una sonrisa maliciosa en los labios.—No sabía que estabas casada Naia, eres muy mala por abandonar a tu querido esposo.—No es así, yo no me he casado, él no es...Una cachetada en el rostro terminó de forma abrupta con sus palabras. Naia sintió un sabor metálico desagradable y conocido, por lo que escupió la sangre que en un instante había salido de su boca.—Esto no es agradable de ver, por favor no lo haga señor Poulus, por lo menos mientras estoy presente.Naia no podía creer lo que esa mujer decía sin ninguna sola gota de solidaridad por ella. Sus ojos se aguaron por las lágrimas sin poderlo evitar.—Es mi mujer y yo la reprendo cuando es necesario, además me ha hecho pasar por muchos
La soltó provocando que ella callera una vez más al suelo, mientras él caminaba hacia el pasillo que conducía a las habitaciones.Naia no lo pensó dos veces, sólo actúo y tomó una de las esculturas de madera que Matthew coleccionaba, corrió hacia Curtis y lo golpeó tan fuerte como pudo, logrando que gimiera por el dolor del golpe en su espalda.— ¿Qué crees que haces maldita zorra? —gimió para luego voltear y abalanzarse sobre ella.Pero antes de que lo consiguiera ella no se quedó quieta, elevó más alto la escultura haciendo evidente que volvería a utilizarla.— ¡No te atrevas a tocar a mi hijo! —gritó desesperada con la respiración irregular.Entonces el hombre empezó a reír, era como si le estuvieran haciendo cosquillas, porque incluso se sujetó las rodillas con las manos, como si lo que ella acabara de decir fuera demasiado gracioso.— ¿Y crees que me vas a detener con eso? —señaló la delgada y firme escultura que se asemejaba a una llave inglesa.— ¡Sí! —respondió sintiendo el te
— ¿Qué estás diciendo? —preguntó temerosa.—Resumiré lo que haremos, no tenemos mucho tiempo y debemos salir cuanto antes de este lugar —dijo con desparpajo—, le escribirás una nota a ese hombre expresando que prefieres al dinero que a él y nosotros nos iremos tranquilamente.— ¿Por qué quieres robarlo? No lo necesitas y esa mujer te está dando dinero.—Sí, pero eso es algo que él no debe saber. Lo único que entenderá es que te has largado con su dinero— Ella frunció sus cejas—. No me digas que te has enamorado.Ella desvió la mirada.— ¿Por qué eres tan cruel?, ¿Por qué no me dejas de una vez por todas?—Porque eres mía, no estarías aquí de no ser por mí, tú me perteneces, fui tú primer hombre y aunque te dejaste contaminar de otro, sabré cómo desquitarme, me encargaré de eso lentamente —espetó con la mandíbula apretada.Naia tenía los ojos demasiado húmedos por las lágrimas. Por un momento Matthew le había permitido creer que todo había quedado atrás, por tan sólo un momento pensó q
La noche estaba demasiado fría, tanto que hasta dolía respirar, pero aquello no era lo que atormentaba a Naia. Los tres bajaron por el ascensor, pasaron por la puerta principal, pero nadie los detuvo. No había ni una sola persona que se preguntara por la suerte de una latina con los ojos llorosos que clamaba por ayuda en silencio mientras cargaba a su hijo y mientras un hombre más alto que ella había aferrado su mano en su brazo para que no se alejara.Naia pasó saliva al ver el automóvil negro frente al edificio, luego ver a un hombre que no conocía entregarle las llaves a Curtis para luego alejarse. Los ojos de Naia buscaron entre las personas algo de atención, pero no fue el caso, aquellos que pasaban estaban insertos en sus propias vidas. Quiso correr, quiso gritar, quiso hacer algo, pero al mismo tiempo no podía hacer nada. Curtis la empujó en el auto en la parte trasera, para luego él ocupar el lugar del conductor, colocando a su lado el maletín repleto del dinero de Matthew.El
— ¡Necesito respuestas ahora mismo! —Demandó Matthew con evidente enfado.—Señor ya le hemos dicho que la información es confidencial.—Estamos hablando de mi muestra de esperma, no debe ser confidencial cuando salió de mí... de mi cuerpo.—Sí, lo sabemos, pero...Uno de los médicos del banco de esperma ya no sabía qué decirle a Matthew. Además, porque él tenía razón en su queja, pero cómo explicarle lo que había encontrado al revisar su expediente. Lo único que estaba haciendo era dándole tiempo al nuevo director para que llegara y resolviera todo este asunto personalmente.—Los demandaré y acabaré con ustedes si no me dan la información que estoy solicitando en este preciso instante.—Señor Garner, el director viene en camino, por favor espere un poco más que él estará aquí muy pronto y podrá resolver todas sus preguntas.—No tengo todo el día, hoy mismo quiero regresar a mi casa, que no está en esta ciudad.El hombre de tez casi albina se secó el sudor con un pañuelo blanco. Casi l
Matthew salió del centro de reclusión en dónde tenían al anterior director, la información que le proporcionó era lo que necesitaba saber, aunque no fue fácil obtenerla. Ahora lo único que deseaba era regresar a Pittsburgh lo más pronto posible, lo cual logró después de menos de una hora en su avión privado. Sin embargo, la demora en la recolección de información le tomó demasiadas horas, por lo cual estaba pisando el suelo de su ciudad cuando ya era de noche.La cabeza le dolía y la sangre le hervía al corroborar lo que había supuesto ese mismo día en horas de la mañana. Intentó comunicarse con Ashley, pero no tuvo éxito, por lo cual en lugar de ir a su apartamento fue en dirección a la casa de sus padres en un pueblo cercano.Al llegar tocó en la puerta con prisa. Fue su padre quien le abrió.— ¿En dónde está mamá? —indagó entrando rápido en la casa.—Está en la cocina, preparando un té, ¿qué sucede hijo?, ¿por qué vienes a esta hora? Pareces agitado.—Lo estoy papá, y tú también lo