Naia bebió de su café, sin comprender el porqué de esta invitación en esta bonita cafetería cerca de la fábrica. Sin embargo, aceptó, aprovechó que Leo ya tenía una niñera en la cual podía confiar y salió sola para tomar un poco de aire.—Lo siento si te sorprendí, pero debía hablar contigo —expresó Marguerite un tanto incómoda.No era una persona que se entrometiera en la vida privada de los demás. Pero ahí estaba haciéndolo y todo por una solicitud de un hombre molesto, aunque debía reconocer que se trataba de un buen propósito.—No te preocupes, no recuerdo cuándo fue la última vez que salí a algún lugar con una amiga —dijo con una pequeña sonrisa—. Además, el señor Pedro me recomendó a su sobrina, por eso ahora ella está cuidando de Leo y yo puedo empezar a hacer otras cosas.—Me alegra saber que tienes más tiempo para ti y también que me consideres una amiga, te confieso que no tengo, no soy buena relacionándome con otras personas.— ¿De verdad? Jamás lo hubiera imaginado.— ¿Por
—Presidente, la señorita Miller ha llegado —anuncia Marguerite luego de llegar a la oficina.Se sorprendió al ver que esa mujer salía de la cafetería luego de despedirse de Naia, por tanto, habían llegado casi juntas pero sin hablar entre sí, aunque le molestaba un poco la sonrisa de burla que tenía en su semblante al verla. No obstante, se mantuvo estoica para no demostrar cuanto le desagradaba aquella ex novia de su jefe, y es que esta animadversión no resultaba reciente, la había sentido desde el primer momento en que la vio, puesto que poco después de que empezara a salir con el presidente Garner, no tardó en llegar a la fábrica entonando lo más alto posible que era su novia y a ella la había visto con ojos de odio, incluso alguna vez le advirtió que no se acercara a su jefe, porque era una simple secretaria y si se atrevía a seducirlo la haría pagar por ello.Para su fortuna, ella sabía muy bien separar lo laboral de lo personal y por Matthew Garner no había sentido nunca más que
Ashley arrojó la pequeña escultura de madera contra la pared. Estaba furiosa.—No tienes derecho a destruir mi oficina —dijo Matthew intentando no perder la compostura.—No los soporto, ni al imbécil de tu abogado, ni a la estúpida de tu secretaria, mucho menos a la inútil inmigrante que intenta arrebatarte de mi lado —exclamó furiosa.Él apretó las manos en un puño, pero de nuevo se contuvo.—Creí que si venías aquí sería para hablar de la prueba prenatal de paternidad. Mi madre me llamó para decirme que antes de decidir querías hablar conmigo. Así que habla, te escucho.Ashley lo miró, respiró profundo y asintió, por lo que fingió calmarse antes de acercarse a uno de los sillones mullidos en la pequeña sala de la oficina.—Bien entonces ¿estás de acuerdo? —preguntó dudoso, puesto que así como él, ella también debía conocer cuál sería ese resultado y por tanto no accedería a quedar al descubierto con facilidad. Debía estar tramando algo.—Primero quiero saber si es verdad lo que le d
— ¿Qué quieres ahora Matthew? Estoy ocupada. Contesta Virgin al otro lado de la línea evidenciando el descontento al hablar con su hijo. —Mamá lo que voy a preguntarte es importante, esta vez necesito que me escuches —solicita. —Se supone que Ashley iría hoy a tu oficina para hablar contigo sobre la prueba de paternidad, así que si es sobre eso es mejor que lo discutas con ella, como ya te dije estoy ocupada. —Es sobre mi esperma congelado —anticipó antes de que su madre finalizara la llamada. —Pensé que ya no hablaríamos sobre eso después de la muerte del abuelo —expresa confundida. —Así es, pero necesito que me confirmes que en efecto terminaste el contrato con el laboratorio como te dije y que por lo tanto mi muestra fue destruida en el banco de esperma. Ella permaneció un momento en silencio. — ¿Por qué me preguntas sobre eso? Pensé que ya lo habías olvidado. Fue hace casi quince meses. —Lo había olvidado, pero ahora vuelvo a recordarlo a causa de todo lo que está sucedien
—Hola Steve, ¿qué haces aquí? —preguntó Naia al ver al abogado frente a la puerta del apartamento.—Vine a hablar contigo, es para transmitirte un mensaje de Matthew.— ¿Qué sucede?, ¿Por qué Matthew no está contigo?—Él tuvo que salir de viaje, fue algo... no esperado, y por eso no pudo comunicarse contigo.Los gestos de Naia evidenciaron sorpresa.—No entiendo. ¿Qué sucedió?—Él... está solucionando un problema que descubrió en la fábrica, así que estará muy ocupado resolviéndolo.Steve no sabía qué más debía decir.—Pero, ¿él está bien? Dime la verdad tal vez le sucedió algo... he escuchado que en las siderúrgicas suelen surgir muchos accidentes —expresó preocupada.Él le ofreció una sonrisa para que se tranquilizara.—Suelen suceder, pero entre los obreros, Matthew está bien, te lo prometo, debió salir de la ciudad y fue tan rápido que no tuvo tiempo para contactarte, por eso me solicitó que te lo dijera para que estuvieras tranquila.—Pero pudo llamarme, ya tengo teléfono —asegur
Unas cuantas horas después, Naia se recostó sobre la cama, al lado de Leo y mientras él tomaba leche de su seno, ella estaba pensando en Matthew. La conversación con Steve la había hecho comparar su vida antes y después de llegar a Pittsburgh. Se preguntaba qué hubiera sucedido con cada uno de ellos si ella hubiese tenido un poco más de dinero en sus bolsillo y hubiera ido a cualquier otra ciudad de ese inmenso país. Suponía que tal vez para Matthew la vida hubiera continuado bien como hasta ahora, seguiría viviendo en la casa que le dejó su abuelo. Los señores Pressly seguirían sirviéndole como lo habían hecho desde hace tiempo, la señora Virgin estaría organizando una boda junto a Ashley y tal vez la vida de todos hubiera estado bien... tan bien como lo había estado antes de que ella apareciera. Sin embargo, para ella y su hijo la historia sería muy diferente.Estaba segura de que hubieran ido de un refugio a otro, con frío, hambre, pero lo peor de todo sin un amor que les abrigara
La expresión de Naia reflejaba temor, asombro e incredulidad ante lo que estaba viviendo. Su tez había palidecido, mientras sus manos empezaron a temblar. Él sonrío al percatarse de ello.—No soy un hombre peligroso señora, soy un hombre enamorado que por fin ha encontrado a su esposa —expresó con una sonrisa maliciosa en los labios.—No sabía que estabas casada Naia, eres muy mala por abandonar a tu querido esposo.—No es así, yo no me he casado, él no es...Una cachetada en el rostro terminó de forma abrupta con sus palabras. Naia sintió un sabor metálico desagradable y conocido, por lo que escupió la sangre que en un instante había salido de su boca.—Esto no es agradable de ver, por favor no lo haga señor Poulus, por lo menos mientras estoy presente.Naia no podía creer lo que esa mujer decía sin ninguna sola gota de solidaridad por ella. Sus ojos se aguaron por las lágrimas sin poderlo evitar.—Es mi mujer y yo la reprendo cuando es necesario, además me ha hecho pasar por muchos
La soltó provocando que ella callera una vez más al suelo, mientras él caminaba hacia el pasillo que conducía a las habitaciones.Naia no lo pensó dos veces, sólo actúo y tomó una de las esculturas de madera que Matthew coleccionaba, corrió hacia Curtis y lo golpeó tan fuerte como pudo, logrando que gimiera por el dolor del golpe en su espalda.— ¿Qué crees que haces maldita zorra? —gimió para luego voltear y abalanzarse sobre ella.Pero antes de que lo consiguiera ella no se quedó quieta, elevó más alto la escultura haciendo evidente que volvería a utilizarla.— ¡No te atrevas a tocar a mi hijo! —gritó desesperada con la respiración irregular.Entonces el hombre empezó a reír, era como si le estuvieran haciendo cosquillas, porque incluso se sujetó las rodillas con las manos, como si lo que ella acabara de decir fuera demasiado gracioso.— ¿Y crees que me vas a detener con eso? —señaló la delgada y firme escultura que se asemejaba a una llave inglesa.— ¡Sí! —respondió sintiendo el te