—Matthew deberías responder —instó una vez más.—Lo apagaré, así no nos molestará más —respondió como resolución luego de ignorar cada una de las casi diez llamadas que su madre había hecho en un corto tiempo.— ¿No me dirás qué está sucediendo?Él le sonrió y meneó la cabeza.—Sólo es un malentendido que resolveré pronto, no te preocupes es algo que no tiene importancia.—Si no la tuviera tu madre no estaría intentando comunicarse.Matthew apagó su móvil y volvió a sonreír.—En este momento no hay nada más importante que tú.—Creo que te he quitado demasiado tiempo, pero me gusta tenerte cerca —confesó.—Muy bien, me gusta que seas honesta, ahora qué te parece si vamos a comer algo delicioso y luego vamos por un helado, y tal vez más tarde podemos ver una película en la comodidad de la sala.—Me gusta, acepto.Matthew no deseaba preocupar a Naia con la locura inventada por Ashley y que había sido creída por completo por su madre. Él debía resolver la situación, pero ahora su priorida
Naia ahogó un gemido al sentir aquella invasión entre sus piernas, mientras la lengua de Matthew se entretenía en descubrir el sabor oculto entre los pliegues. La intensidad de aquella acción provocó que su espalda se encorvara al tiempo en que sus manos apretaban con fuerza la tela bajo su piel.Él subió lamiendo desde su centro de placer hasta el vientre dibujando una línea con la lengua húmeda. Observó su respiración agitada y los pez0nes er3ctos que clamaban por atención.—Eres deliciosa.Afirmó antes de llevar a su boca uno de los inhiestos pez0nes para rodearlo con aquella lengua juguetona y luego succionar con fuerza. Se sorprendió al sentir que el sabor de su boca cambiaba por la leche que se derramaba. La bebió sediento mientras su mano libre acariciaba el sen0 desatendido. Se extasió al sentir el cuerpo de Naia retorcerse bajo el suyo sin dejar de mirar a ese rostro enrojecido por la vergüenza mezclada con la excitaci0n.Se detuvo por un momento para tocar las manos de ella
La luz de la mañana se coló por el amplio ventanal de la habitación principal. Naia se removió sintiendo un poco adolorido su cuerpo, en especial su entrepierna. De inmediato recordó lo que había sucedido con Matthew, por lo que abrió los ojos tan amplio como le fue posible. La manta cubría parcialmente su desnudez a plena luz del día. Se sentó sintiendo aquel dolor satisfactorio, pero al observar a su lado estaba sola.Una risa infantil muy conocida la puso en alerta. Al seguir aquel sonido la llevaba hasta el cuarto de baño de la habitación. Aún estaba abrumada por el sueño, y sus recuerdos le demandaban que fuera por Leo a su cuna en la habitación contigua. No obstante, aquella sonrisa mezclada con chapoteos le hizo caminar hasta el baño, ahora envuelta por una sábana.Al abrir la puerta, la imagen que encontró resultaba tan hermosa que de haber tenido con qué fotografiarla lo hubiese hecho para perpetuarla por toda la eternidad. Matthew y Leo estaban dentro de la bañera. Se estaba
Luego de terminar de comer las ya conocidas y ahora esperadas arepas como desayuno, acompañadas de huevos revueltos y café Matthew sintió su estómago muy lleno. Él no acostumbraba a desayunar, pero ahora con Naia había cambiado aquella parte de su rutina. Sin embargo, no se quejaba, le encantaba probar lo que ella hacía para él, aquello se sentía muy especial, entendía que esas acciones eran su demostración de amor y también aprovechaba para aprender algo sobre su cultura, la cual veía como interesante.Tomó el celular entre sus manos y lo encendió cuando observó los documentos que su secretaría había dejado para él en la portería del edificio. No era algo complicado, sólo necesitaba hacer algunas firmas y aceptar o rechazar algunas solicitudes. No le tomó más de unos pocos minutos.Lo que no esperó es que al encender su móvil el aparato cobrara vida con la innumerable cantidad de notificaciones que a éste llegaban. No habían pasado más de unas horas, tal vez un día desde que lo había
Matthew frunció sus facciones, le resultaba inaudito que a sus treinta y cuatro años tuviese que dar cuenta sobre su vida se*ual a su padre.—Existiría la posibilidad si fuese un irresponsable, pero jamás lo he sido y si te aseguro que es mentira es porque es así.Ahora su tono no admitía duda, lo que provocó en el mayor un suspiro prolongado.— ¿Por qué crees que ella está mintiendo?Ahora Matthew sonrío, había convencido a su padre sin dar aún todas las explicaciones que estaría seguro su madre sí necesitaría escuchar.—Porque está loca, no tengo otra explicación.—Será difícil convencer a Vi, cree en ella.—No entiendo por qué le cree a una desconocida y no a su hijo.—Te equivocas Matt, ella no es una desconocida, desde antes que ustedes empezaran a salir ella ya frecuentaba esta casa y se ganó a tu madre con bastante esfuerzo.—Lo sé papá, pero lo que tuvimos terminó hace mucho tiempo, te juro que no le pongo un dedo encima desde hace más de cinco meses y ella asegura que tiene d
Al salir de la casa de sus padres sin resolver la situación como había sido su propósito, estaba tan alterado que decidió cambiar su siguiente destino y no ir en dirección a la fábrica, sino a casa de la mujer que estaba complicando su vida sin ningún reparo.Estacionó el auto y tocó a la puerta, la cual fue abierta por una de las empleadas. Aguardó de pie en la sala de espera, pensando muy bien las palabras que estaban a punto de salir de su boca.—Matt...La voz de Ashley resonó en el lugar poco tiempo después. Ella lo observaba con una amplia sonrisa y no tardó en casi correr para abrazarlo.—Estoy feliz de que hayas venido a vernos.Matthew la alejó, la observó con el ceño fruncido y la mandíbula tensa.—No me toques Ashley, no te lo permito.— ¿Por qué me dices eso?, ¿Por qué me hablas así?, ¿Por qué me miras de esa forma?— ¿De verdad necesitas preguntar para saber? No lo creo, porque es obvio, tú has creado una mentira que me involucra.— ¿Cuál mentira? —indagó sin comprender.
— ¿Se puede saber qué te sucedió? —indagó Steve al ver la expresión agria de su amigo y jefe.—Ashley Miller, eso es lo que sucedió.—Entiendo ¿y ahora qué hizo tu ex?—Está en embarazo.—Sí, de eso nos enteramos la última vez que nos sorprendió con su visita.—Es verdad, me mostró una ecografía, tiene ocho semanas. —Vaya... y ¿Cuándo hablaste con ella?—Hace un momento, vengo de su casa.—Bien, mejor me siento, porque mis instintos me dicen que detonarás una bomba.—No estoy de humor para tus comentarios. Necesito que te ocupes de ella.—Sabes que me gustaría eliminarla, pero lo del homicidio no está entre mis habilidades, debe ser por mis principios éticos.—Hablo en serio —espetó.—Está bien, dime qué fue lo que te dijo para que estés de este horrible humor, peor que el de costumbre.—Continúa diciendo que ese bebé es mío y ha convencido a mi madre de ello.—Entonces peleaste con Virgin —concluyó.—Sí y todo a causa de las locuras de esa mujer... No puedo creer que estuve tan cie
Una semana más había transcurrido desde que Naia y Matthew habían empezado a ser más cercanos. Ella estaba por las nubes, dejaba que las mariposas revolotearan libres dentro de su estómago y en su mente las pintaba de color amarillo porque eran el reflejo de la felicidad de la cual estaba disfrutando.Leo cada día estaba más hermoso, sus mejillas regordetas eran tan apetitosas que a ella le daban ganas de morderlas o por lo menos eso era lo que le decía a su hijo en su idioma nativo.Por su parte, Matthew había regresado de pleno a su lugar como presidente de la fábrica y tenía tanto trabajo que había disminuido su tiempo en casa. Sin embargo, desde la primera vez que se unieron empezaron a dormir juntos en la habitación principal, por eso ella sentía su cálido abrazo cuando él se metía entre las sábanas y podía despertar un poco antes para extasiarse con la belleza masculina que irradiaba. Justo eso es lo que estaba haciendo en este momento.La alarma empezó a emitir su particular mú