La luz de la mañana se coló por el amplio ventanal de la habitación principal. Naia se removió sintiendo un poco adolorido su cuerpo, en especial su entrepierna. De inmediato recordó lo que había sucedido con Matthew, por lo que abrió los ojos tan amplio como le fue posible. La manta cubría parcialmente su desnudez a plena luz del día. Se sentó sintiendo aquel dolor satisfactorio, pero al observar a su lado estaba sola.Una risa infantil muy conocida la puso en alerta. Al seguir aquel sonido la llevaba hasta el cuarto de baño de la habitación. Aún estaba abrumada por el sueño, y sus recuerdos le demandaban que fuera por Leo a su cuna en la habitación contigua. No obstante, aquella sonrisa mezclada con chapoteos le hizo caminar hasta el baño, ahora envuelta por una sábana.Al abrir la puerta, la imagen que encontró resultaba tan hermosa que de haber tenido con qué fotografiarla lo hubiese hecho para perpetuarla por toda la eternidad. Matthew y Leo estaban dentro de la bañera. Se estaba
Luego de terminar de comer las ya conocidas y ahora esperadas arepas como desayuno, acompañadas de huevos revueltos y café Matthew sintió su estómago muy lleno. Él no acostumbraba a desayunar, pero ahora con Naia había cambiado aquella parte de su rutina. Sin embargo, no se quejaba, le encantaba probar lo que ella hacía para él, aquello se sentía muy especial, entendía que esas acciones eran su demostración de amor y también aprovechaba para aprender algo sobre su cultura, la cual veía como interesante.Tomó el celular entre sus manos y lo encendió cuando observó los documentos que su secretaría había dejado para él en la portería del edificio. No era algo complicado, sólo necesitaba hacer algunas firmas y aceptar o rechazar algunas solicitudes. No le tomó más de unos pocos minutos.Lo que no esperó es que al encender su móvil el aparato cobrara vida con la innumerable cantidad de notificaciones que a éste llegaban. No habían pasado más de unas horas, tal vez un día desde que lo había
Matthew frunció sus facciones, le resultaba inaudito que a sus treinta y cuatro años tuviese que dar cuenta sobre su vida se*ual a su padre.—Existiría la posibilidad si fuese un irresponsable, pero jamás lo he sido y si te aseguro que es mentira es porque es así.Ahora su tono no admitía duda, lo que provocó en el mayor un suspiro prolongado.— ¿Por qué crees que ella está mintiendo?Ahora Matthew sonrío, había convencido a su padre sin dar aún todas las explicaciones que estaría seguro su madre sí necesitaría escuchar.—Porque está loca, no tengo otra explicación.—Será difícil convencer a Vi, cree en ella.—No entiendo por qué le cree a una desconocida y no a su hijo.—Te equivocas Matt, ella no es una desconocida, desde antes que ustedes empezaran a salir ella ya frecuentaba esta casa y se ganó a tu madre con bastante esfuerzo.—Lo sé papá, pero lo que tuvimos terminó hace mucho tiempo, te juro que no le pongo un dedo encima desde hace más de cinco meses y ella asegura que tiene d
Al salir de la casa de sus padres sin resolver la situación como había sido su propósito, estaba tan alterado que decidió cambiar su siguiente destino y no ir en dirección a la fábrica, sino a casa de la mujer que estaba complicando su vida sin ningún reparo.Estacionó el auto y tocó a la puerta, la cual fue abierta por una de las empleadas. Aguardó de pie en la sala de espera, pensando muy bien las palabras que estaban a punto de salir de su boca.—Matt...La voz de Ashley resonó en el lugar poco tiempo después. Ella lo observaba con una amplia sonrisa y no tardó en casi correr para abrazarlo.—Estoy feliz de que hayas venido a vernos.Matthew la alejó, la observó con el ceño fruncido y la mandíbula tensa.—No me toques Ashley, no te lo permito.— ¿Por qué me dices eso?, ¿Por qué me hablas así?, ¿Por qué me miras de esa forma?— ¿De verdad necesitas preguntar para saber? No lo creo, porque es obvio, tú has creado una mentira que me involucra.— ¿Cuál mentira? —indagó sin comprender.
— ¿Se puede saber qué te sucedió? —indagó Steve al ver la expresión agria de su amigo y jefe.—Ashley Miller, eso es lo que sucedió.—Entiendo ¿y ahora qué hizo tu ex?—Está en embarazo.—Sí, de eso nos enteramos la última vez que nos sorprendió con su visita.—Es verdad, me mostró una ecografía, tiene ocho semanas. —Vaya... y ¿Cuándo hablaste con ella?—Hace un momento, vengo de su casa.—Bien, mejor me siento, porque mis instintos me dicen que detonarás una bomba.—No estoy de humor para tus comentarios. Necesito que te ocupes de ella.—Sabes que me gustaría eliminarla, pero lo del homicidio no está entre mis habilidades, debe ser por mis principios éticos.—Hablo en serio —espetó.—Está bien, dime qué fue lo que te dijo para que estés de este horrible humor, peor que el de costumbre.—Continúa diciendo que ese bebé es mío y ha convencido a mi madre de ello.—Entonces peleaste con Virgin —concluyó.—Sí y todo a causa de las locuras de esa mujer... No puedo creer que estuve tan cie
Una semana más había transcurrido desde que Naia y Matthew habían empezado a ser más cercanos. Ella estaba por las nubes, dejaba que las mariposas revolotearan libres dentro de su estómago y en su mente las pintaba de color amarillo porque eran el reflejo de la felicidad de la cual estaba disfrutando.Leo cada día estaba más hermoso, sus mejillas regordetas eran tan apetitosas que a ella le daban ganas de morderlas o por lo menos eso era lo que le decía a su hijo en su idioma nativo.Por su parte, Matthew había regresado de pleno a su lugar como presidente de la fábrica y tenía tanto trabajo que había disminuido su tiempo en casa. Sin embargo, desde la primera vez que se unieron empezaron a dormir juntos en la habitación principal, por eso ella sentía su cálido abrazo cuando él se metía entre las sábanas y podía despertar un poco antes para extasiarse con la belleza masculina que irradiaba. Justo eso es lo que estaba haciendo en este momento.La alarma empezó a emitir su particular mú
Naia estaba un poco nerviosa, no había regresado a la fábrica desde el día de aquella reunión con los trabajadores y no había sido muy útil su presencia en aquella ocasión, puesto que sólo había servido para fomentar malos entendidos que afectaban a Matthew y para protagonizar una escena un tanto bochornosa. Fue en este momento en el que recordó a George, aquel quien le había ofrecido su amistad, para luego utilizarla de acuerdo con su conveniencia. No dejó que sus pensamientos siguieran ese camino, por lo que se enfocó en ir hasta la oficina principal, dejar el almuerzo de Matthew ahí y regresar hasta el auto.Los balbuceos de Leo la distrajeron, él sin duda era su fiel compañía.—Buenos días, señora, Bienvenida —expresó uno de los encargados de la vigilancia apenas la vio acercarse.—El joven Garner crece muy rápido, es un niño muy hermoso —Halagó su compañero.—Gracias —Fue lo único que acertó en decir en lugar de aclarar la situación, pero recordó que su novio desde antes le había
Antes de entrar a consulta con el psicólogo, Naia estaba un poco asustada, sabía que él removía todo aquello que ella deseaba enterrar bajo diez metros de tierra y que esto le recordaba el dolor y el llanto como una consecuencia inevitable.No obstante suspiró profundo llenándose de valor antes de dar el primer paso dentro del consultorio. Dentro de éste la esperaba un hombre de aproximadamente cuarenta años, aún se mostraba joven, era alto y atractivo, incluso aunque intentara distraer la atención de su rostro utilizando unas gafas de marco grueso y lucir un cabello bien cepillado hacia atrás con algo de gomina que le hacía brillar un poco sus hebras oscuras.—Buenas tardes Naia, bienvenida, ¡oh! Y veo que trajiste a tu pequeño niño —expresó al voltear a ver a Naia.Él llevaba una carpeta abierta entre sus manos, revisando algunas notas, pero la dejó sobre su escritorio alejándose de éste para acercarse a ella, extendiendo su mano para puntualizar el saludo. —Buenas tardes Dr. Beer