—Entonces señorita Ortega, ¿desde hace cuánto tiempo vive en Estados Unidos? —indagó el abogado una vez regresaron a la oficina de presidencia. —Aproximadamente dos años, ¿por qué? —Seré sincero, tengo curiosidad sobre su situación migratoria, sabe que en este Estado es ilegal contratar a personas indocumentadas. —Bueno... eso no lo sabía —Agachó la cabeza. —Pero, no se preocupe, sea cual sea su situación la ayudaré. — ¿Por qué? —Porque es una orden de nuestro jefe —sonrió afable. — ¿Él está interesado en eso? —Sí, él está interesado en ayudarle. Aunque no lo parezca es un buen hombre, debería aprovechar su apoyo. —Pero, él si lo parece, un bueno hombre —aclaró. —Sí usted lo dice, pero entonces ¿su permanencia es legal? Naia dudó si debía responder, prefirió mirar el rostro sonriente de su bebé entretenido con el oso de peluche que ahora no abandonaba. —Ya lo dije, no es un problema si su estadía es ilegal, haré todo lo posible por corregir esta situación, por supuesto debo
Se dio cuenta que había dicho más de lo que debía.Matthew se acercó a ella, acarició su rostro y lo sostuvo para que no apartara su mirada de la suya.—No más, yo no permitiré que alguien más vuelva a insultarte, me aseguraré de que las pesadillas desaparezcan y que sólo tengas sueños hermosos.Naia quedó inmóvil por un segundo, su corazón palpitó más fuerte, tanto que el sonido llegó hasta sus oídos. Sus ojos parpadearon y por más que intentó bajar la mirada no pudo porque estaba extasiada con aquel rostro que le proyectaba tanta seguridad. Algo revoloteó en su estómago y sus mejillas enrojecieron en menos de un segundo. Aquello era nuevo, estaba segura, pero también temía a lo que estaba sintiendo. Matthew Garner resultaba ser tan increíblemente atractivo, como atento y la miraba de una forma que ella misma no lograba explicar.En ese instante Leo empezó a manotear riendo e intentando llegar a los brazos de su madre. Esto fue lo único que pudo traerla de vuela a la realidad, desean
Naia suspiró mientras intentaba concentrarse en comer. Se cuestionó si en realidad había sido buena idea mudarse solos a un apartamento cuando ella ya podría empezar a fantasear una vida junto a él. Resultaba ser un hombre atento, amable, responsable, terriblemente atractivo y lo peor de todo era bueno con su hijo.“No, no, no vayas por ahí”... “pero se ve tan adorable con Leo”... “pero es porque es amable”... “Él parece ser un buen hombre”... “Pero es tú jefe, un millonario inalcanzable, Naia no confundas amor con bondad”— ¿Qué sucede? —indagó Matthew.— ¿De qué? —respondió saliendo de su diatriba.—Es que te quedaste mirándome, pero no parpadeas, ni comes.— ¿De verdad?... Lo siento.No se había dado cuenta de ello.&mda
La frase “trágame tierra” jamás tuvo mejor oportunidad de ser dicha, o por lo menos esto fue lo que pasó por la mente de Naia, quien al encontrar el par de ojos azules, de ese monumento semidesnudo, se agachó rápido para recoger los pedazos presa de los nervios alterados que él provocaba.—Espera, puedes cortarte— advirtió Matthew acercándose rápido olvidando que estaba descalzo.Al ver que él podría salir herido se apresuró a levantarse para detenerlo.—Puede cortarse. —Posó la mano sobre el abdomen marcado descubriendo éste era duro al tacto, de inmediato retiró su mano sintiendo que había cometido otro error mientras la piel hormigueaba.Matthew observó aquella mano y pareció tentado a decir algo al respecto, pero luego de escanearla de pies a cabeza recordó los fragmentos en el suelo.<
La mañana del sábado había llegado y con ello el despertar fue inevitable, al hacerlo notó dos cosas, la primera que Leo ya se encontraba despierto, balbuceaba algo que ella no lograba comprender mientras intentaba morder los dedos de sus pies; lo segundo en notar es que ella estaba en su cama cuando lo último que recordaba era estar en uno de los mullidos muebles de la sala escuchando a su jefe.Se levantó tan rápido como le fue posible, intentando recordar sus pasos hasta llegar de regreso a la que sería su nueva habitación. Sin embargo, por más que lo intentó, esto no le fue posible, lo único que llegaba a su mente era sentirse reconfortada en los brazos de un hombre. De repente los tonos rojizos cubrieron sus mejillas entendiendo qué había sucedido. Se sintió tan avergonzada con aquel hombre que preferiría no verlo.Sin embargo, eso no fue posible, porque una voz entonó su nombre llamándola para que saliera de la habitación. Naia se cubrió el rostro, luego meneó la cabeza y finalm
—El desayuno está listo, preparé arepas con huevos, es lo mismo que hice ayer.Se apresuró a decir esquivando esa penetrante mirada que él ofrecía.—Mmm, con razón.— ¿Qué? —Lo observó de soslayo.—Tú también tienes algo blanco en la mejilla.Matthew levantó la mano libre para tocar el rostro de Naia, mientras ella llevaba su mano libre para poner encima la suya. Así ambos se estaban tocando los rostros concentrando una vez más sus miradas azul contra marrón. Fue Leo quien los interrumpió cuando al manotear hizo caer el talco en el suelo. Aquello fue la salvación para Naia, puesto que sus rodillas empezaron a temblar. Se separó de forma rápida. No quería ser confundir la amabilidad de aquel hombre con algo más.— ¡Es delicioso! —exclamó Matthew luego de probar aquel inusual, abundante y exquisito desayuno lleno de nuevos sabores. — ¿De verdad?—Sí, lo es, pero es demasiado.—Barriga llena corazón contento —dijo Naia en su idioma.—Hablas muy hermoso, pero ¿qué dijiste? —Pareció real
—Naia ¿estás respirando? —indagó él con una sonrisa, para lograr que hablara, pero ella continuaba sin aliento.Las palabras se habían ido así como su raciocinio.—Fui precipitado, lo sé, lo siento, olvida lo que te acabo de decir. No quería asustarte, cuando terminemos el recorrido los llevaré al apartamento y yo volveré a la casa. Está bien, no tienes que preocuparte, no te obligaré a hacer algo que no quieras, y el que me rechaces no significa que vayas a quedar sin empleo o desprotegida. Todo seguirá igual.Las palabras salieron apresuradas intentando remediar lo que creía haber dañado. Terminó con el tacto sobre sus hombros, para devolver su atención a Leo, mientras ella los observaba.—Vamos a ver los leones —comentó él señalando hacia adelante mientras llevaba el coche en aquella dirección.Al voltear a ver a Naia y notar que ella continuaba en el mismo lugar, la llamó.— ¡Naia! No te quedes atrás o no tendrás derecho a un delicioso helado después del recorrido —intentó bromea
—Preferiría que me dijeras de una vez qué es lo que te sucede —solicitó Steve con expresión tosca—. Vamos, me hiciste venir a la oficina cuando hoy por fin podía descansar un poco, tú mismo te marchaste ayer dejándome todo el trabajo y ahora estás así como un ente oscuro con un malhumor insoportable... dilo de una vez, ¿qué es lo que te sucede?Matthew sirvió whisky en un vaso, era la segunda vez que lo llenaba y antes de decir cualquier cosa procedió a beber un poco.—Que soy un imbéc1l, ¡eso es lo que sucede conmigo!Steve cambió la expresión de su rostro por una de preocupación.—Sólo para aclarar, ¿estamos hablando de la fábrica o de otra cosa?—La fábrica no me interesa ahora —refunfuñó.—Mmm... Entiendo, ¿entonces esto tiene que ver con cierta latina bonita que es madre de un pequeño niño?Matthew lo observó con enojo.—Bien, voy entendiendo, así que no es la fábrica con los trabajadores uniéndose al grupo en huelga lo que te preocupa en este instante, sino algo con tu nueva emp