Apreté mis puños con fuerza e intenté respirar de forma pausada para controlar la rabia que crecía en mí. Nunca me había caído bien, pero verla acercarse por el pasillo de la casa de mi mejor amiga, contorneando esas caderas con aires de superioridad, solo me provocaba repulsión y unas tremendas ganas de vomitar.
Mell reaccionó antes de que yo pudiera seguir en mi ensimismamiento y se adelantó unos pasos, pero interpuse mi brazo frente a su cuerpo para evitar que se le abalanzara encima y le arrancara los cabellos, me provocaba curiosidad el motivo de esa detestable visita, así que intenté calmarla con una mirada tranquilizadora y ella gruño un poco, pero accedió a mi petición de que no arrancara sus ojos.
—Hola, Fernanda —saludé con frivolidad y cada palabra cargada de ironía—, qué susto verte.
Sus labios se fruncieron
Cuatro días después, me despedí de mi amiga para dirigirme al trabajo otra vez. Después de la visita de Fernanda y de mi madre, había sido muy difícil superar los momentos que había vivido, sin embargo, no podía rendirme y mucho menos dejar mi empleo.Caminé a paso lento por la acera y miré con detalle a mi alrededor, la mañana era algo sombría; las nubes engalanaban el cielo mientras el sol, al parecer, se había tomado un leve descanso; quizás en horas de la tarde, las nubes rompieran en llanto rociándonos con sus lágrimas, pero en aquel momento, solo eran manchas grises en el firmamento.Abrí la puerta de la panadería con lentitud y rápidamente noté la falta de clientes: las mesas estaban vacías y en los escaparates estaban todos los postres en las cantidades exactas que Matt sacaba por día. En otras palabras, no ha
La lluvia comenzó a intensificarse y el sonido abrumador que provocaba, también me atemorizaba, pero lo peor llegó cuando mi jefe miró por la ventana y tras unos segundos intentando tranquilizarse, rompió en llanto al igual que las nubes.Sus sollozos se acrecentaban y el dolor con el que los producía solo me hacían querer abrazarlo, pero necesitaba saber qué sucedía. Miré de forma incrédula hacia la mesa otra vez y mi corazón sufrió un vuelco al confirmar que sí se trataba de un lazo de cabello y un osito de peluche, tragué saliva con dificultad y cerré mis ojos, Matt no podía ser malo, no era un asesino, ¿o sí?Intenté calmarme y pensar con la cabeza fría, si quería saber lo que realmente sucedía, tenía que tranquilizarme primero y no dejarme traicionar por mis emociones.—¿Qu&eacut
—¿Por qué dices eso, Matt? —insistí impaciente.Él negó con su cabeza de forma frenética, como si en su interior se librara una lucha. Aspiró con fuerza y de forma entrecortada. Arrugó su frente y tragó saliva antes de abrirlos y posar su mirada triste y sufrida en mi rostro.—Nunca puedo hacer feliz a quien amo, es como si cargara conmigo una maldición —explicó con voz ahogada—, no hay mayor dolor que querer hacer feliz a alguien y no poder hacerlo.Entrecerré mis ojos y fruncí el ceño, me estaba costando entender todo lo que me decía, era como una serie de trivias o de acertijos sin respuestas. No obstante, me dediqué a mirar cada facción de su rostro sonrojado e hinchado a causa del llanto, y segundos después, agregó en un hilo de voz apenas audible por la intensidad de la lluvia:—Mi d
Los segundos transcurrieron con lentitud y mi corazón latía tan fuerte, que podía escuchar en mis oídos cada bombeo. Mis manos temblaban y tragar saliva era realmente una odisea, porque tenía un nudo horrible en la garganta que no me dejaba articular palabra alguna. La conmoción que recorría cada mililitro de mi sangre era inverosímil. Me encontraba en estado de shock, mi cabeza quería explotar de tanta información y dolor.La lluvia se intensificó y el golpeteo de las gotas sobre el tejado cada vez era más fuerte y torrencial. Matt sollozaba y mantenía su rostro cubierto por sus manos, pero lloraba tanto, que las lágrimas se metían en medio de sus dedos, ocasionando que sus manos estuvieran empapadas.Respiré hondo una y otra vez, buscando en el aire un posible remedio a mi malestar físico y emocional, pero mis intentos fueron en vano. No hab&ia
Su voz resonó aún por encima de la fuerte lluvia e hizo que mis piernas desfallecieran. Me faltaba el aire, así que tosí un poco para poder recuperarlo, aunque mi tos salió temblorosa a causa de lo débil que estaba por la impresión de aquel momento. Estaba más que nerviosa, la guerra estaba por comenzar. Intenté respirar pausadamente, sin embargo, los latidos fuertes y rápidos de mi corazón, me dificultaba mucho poder hacerlo. El latente dolor de cabeza apareció y sentí mi cerebro partirse en dos con una dolorosa cortada, además, las manos me sudaban y mis brazos se hacían pesados. Sabía que podía suceder, sabía que iba a pasar; pero no me sentía preparada para enfrentarlo; mucho menos de esa manera, de esa forma que nos había encontrado, muy comprometedora, por cierto. Lo que menos me imaginé aquella mañana al salir de casa, era que tendría que lidiar con ese momento al que le había estado huyendo hacía semanas. Me había ocultado en sueños y en la realidad,
Matt desapareció por la puerta, dejándonos sumidos en un silencio en el que solo la lluvia tenía protagonismo. Estaba confundida, nerviosa y muy desconcertada; pero también estaba frente a los ojos más hermosos del mundo, que me miraban con mucha dulzura, pero también con curiosidad.Bajé mi cabeza, no me sentía bien, realmente estaba aturdida entre tanta información, primero lo de Matt y después someterme al giro que había dado mis temores. No lo entendía, no lo comprendía del todo y eso ya estaba empezando a generar un dolor terrible en mi cabeza.La tormenta no daba treguas, seguía siendo tan imponente como el sentimiento que abrigaba mi corazón, los truenos resonaban dentro de esas cuatro paredes y las gotas cada vez eran más gruesas y agresivas, y eso solo provocaba que mi cuerpo se erizara al compás de la frialdad que dejaban al caer, me sentía helada y no había nada que pudiera apaciguar ese frío que me embargaba.De pronto sentí un roce en mi mentón y mi
Ambos se miraron de inmediato y fruncieron el ceño al mismo tiempo. Enarqué una ceja y asentí con la cabeza para reafirmar mi formulación. Esa pregunta había estado en mi mente desde que acepté acompañarlos al cementerio a visitar la tumba de Amy, pero por prudencia y condolencia preferí guardármela hasta que el momento indicado llegara, y ese era justo el instante para aclarar todo.Las gotas de agua empezaron a tomar más fuerza y caían sobre la cubierta del auto, provocando un sonido estrepitoso y escalofriante. Peiné un poco los cabellos sueltos que se habían levantado con las ráfagas de viento antes de cerrar la puerta y puse toda mi atención en esos dos rostros que me miraban con mucha expectativa y una expresión ofuscada.—¿Por qué nos llevaríamos mal, princesa? —cuestionó Alex desconcertado y me miró con u
Suspiré largamente. Podía escuchar retumbar en mis oídos los latidos de mi corazón y un enorme vacío se abrió paso en mi interior, quizás era miedo o tal vez mi interior rehusándose a soltarlo. Los miré y fruncí mis labios, ambos esperaban una respuesta sincera, noble, pero estaba segura de que esperaban lo contrario a lo que realmente mi conciencia guardaba.Abrí mi boca e intenté pronunciar algo, pero mi lengua se había inmovilizado y por mi garganta no salían las palabras, estaba siendo acechada por el temor de las consecuencias de mis acciones, así que, sin tardar o alargar más esa agonía, cerré mis ojos y asentí con la cabeza.Despegué los ojos despacio y al hacerlo me encontré con la mirada de ambos puesta sobre mi rostro. Las facciones de ambos se tensaron un poco más y me miraron perplejos; Matt dejó escapar un suspiro y tiró la cabeza sobre el respaldar del asiento y luego la movió un poco, mirando hacia la ventana donde caían rebeldes las gotas de lluvia. &nb