*CAPÍTULO 3*

Volvía de casa de Romina, una de sus amigas, con la alegría de haber conversado con alguien su anhelo de conocer a los hombres Norusakistanes, no dejaría de insistirle a su padre,  terminaría cediendo, como siempre.  Era incapaz de negarle algo a su adorada hija.

-Hasta que la señorita de la casa se digna en llegar- la ronca voz la sorprendió en cuanto cruzó el umbral de la puerta principal. Se giró y lo miró enarcando una ceja.

-A ver Didier, cuándo dejarás de espiarme- le preguntó con su altanero tono.

-No la espío, y nunca lo he hecho.- se defendió.

-A mi me parece justamente todo lo contrario, no puedo moverme a ningún lado, llegar o decir nada, sin que tú tengas algo que agregar.

-Te das demasiada importancia, Haleine- le dijo con burla.

-Te creería, lo juró- sonrió- pero tus actitudes demuestran otras cosas. ¿Sigues sin poder superarme?- le preguntó burlona.

-No digas tonterías- sonrió traviesamente.

-¿Lo son?- enarcó una ceja.

-¿Y tú?- le devolvió la pregunta, acercándose a ella-¿Lograste superarme?

-Nunca significaste tanto.

-¿Seguro?- la estrechó de la cintura y sostuvo la parte trasera de su cabeza con fuerza, obligándola a mirarlo- No decías lo mismo cuando te retorcías de placer entre mis brazos- le habló tan cerca de su rostro, que su cálido aliento le acarició la cara. La respiración de Haleine, se agitó violentamente- cuando ansiabas una hora más, una caricia más, un... beso más... - le acarició los labios con suavidad.

-Suéltame,Didier...- intentó sonar firme. él sonrió con malicia y reclamó aquella  grosera boca en un ardiente beso, la estrechó con más fuerza, uniendo sus cuerpos. Su boca la instaba con tanta pasión que a los pocos segundos ya estaba obteniendo una anhelante respuesta. Las femeninas manos dejaron caer el bolso para aferrarse a  aquel cuello. Su boca le respondió con anhelo y suaves gemidos comenzaron a escapar de ella. Sus manos descendieron hasta entrar por la  chaqueta masculina y buscar desesperadamente tirar de la camisa para encontrar algo de piel. 

De pronto el beso se detuvo, Haleine  abrió los ojos desconcertada cuando aquella boca abandonó la suya. Se encontró con aquellos hermosos ojos llenos de burla.

-Si me metiera a tu cama, o te llevara a la mía, como tantas veces lo he hecho...serías incapaz de negarte- sonrió burlonamente.

-Eres un desgraciado- le dijo enojada y luchó por librarse de sus brazos. 

-Deberías intentar superarme Haleine LeBlanc- le dijo a la vez que la soltaba bruscamente y se reía con fuerza, para luego girarse y avanzar hacia la salida, dejándola rabiando.

-¡Eres un maldito infeliz!- le gritó furiosa mientras él cerraba la puerta principal y la ronca risa masculina le taladraba los oídos.






 

Vanessa, se permitió divagar por los pasillos de Palacio, mientras su mente estaba enfocada en aquellos oscuros ojos. Debía hacer algo para olvidarlo, jamás podría tener algo con su primo y obviamente se estaba haciendo daño... quizás más del que pudiera soportar. 

-Pareces muy pensativa- se giró al escucharlo.

-Nael- lo miró con ojos enormes, pensando que quizás él se hubiese materializado de tanto pensarlo.- Yo... si, pensaba un poco.

-¿Y puedo acompañarte en tu recorrido?- le preguntó con una dulce sonrisa.

-No voy a ninguna parte en especifico. Solo caminaba.

-Entonces, acompáñame - la miró fijamente y ella creyó que se desmayaría.  quiso decirle, pero solo sonrió.

-Por supuesto.

Caminaron en silencio, uno junto al otro. El corazón de Vanessa, latía con mucha rapidez, se supone que quería olvidarlo, necesitaba hacerlo y él solo se aparecía y le pedía compañía y ella  ya esta por desmayarse. Llegaron a la  hermosa terraza que daba al desierto, siempre había sabido que era su lugar  favorito.

-Venir aquí, me da paz... me tranquiliza.

-¿Hay algo que te preocupe?-le preguntó angustiada.

-No directamente... todo marcha muy  bien con Francia, es muy importante  afianzar relaciones con ellos.

-Norusakistan ha crecido mucho- le dijo con una dulce sonrisa, mientras miraba fijamente al desierto.

-Sí, mi padre y mi madre han hecho un trabajo esplendido.

-Entonces, ¿qué es lo que te preocupa?

-Ser el Príncipe heredero... ser el futuro Soberano.- reconoció con un largo suspiro y Vanessa, se giró a mirarlo. su vista estaba perdida en la lejanía del desierto, por un momento su semblante se veía lleno de preocupación.

-Lo harás bien Nael, no debes preocuparte.

-Todos dicen lo mismo, sin embargo solo yo puedo sentir el peso de esta enorme responsabilidad que en ocasiones es como si me ahogara.

-Siempre tendrás a tus padres para  apoyarte- le dijo intentando animarlo.

-Pero la responsabilidad de las decisiones serán mías... lo que yo elija y decida puede ayudar o acabar Norusakistan, es demasiada carga.

-Has crecido preparándote para ese momento, serás un perfecto Rey, no tienes que dudarlo. 

-Vanessa...- se giró para mirarla- ¿Guardarías en secreto las palabras de un Príncipe angustiado?- le preguntó mirándola con esos hermosos ojos llenos de turbación.

-Por supuesto- lo tomó de ambas manos- puedes confiar en mí, Nael. Nunca te fallaría. 

-Desearía haber tenido otra vida- suspiró- una, donde no dependieran de mi tantas vidas, una donde pudiera dedicarme a hacer lo que quiero, una donde no tuviese que cuidar todo lo que hago y digo... Es muy duro.

-Puedes renunciar a trono- le dijo con lentitud.

-¿Y quién se haría cargo?... No hay otro varón que asuma el reinado, no tengo un hermano, mi tío solo tiene dos hijas. 

-Es absurdo que las leyes no le permitan a Isabdiella, heredar y gobernar.

-Son las leyes- se encogió de hombros.

-Isabdiella es igual de capaz que tú, de hacerse cargo...es una Princesa comprometida, trabaja en pro de su pueblo, es bondadosa, tiene carácter.

-Lo sé- sonrió triste- sería una excelente Reina. No me hagas caso- dijo después de unos minutos-  es solo que estos días han sido agotadores, pero sé que puedo hacerlo bien.

-Yo también lo sé, nunca lo he dudado- lo miró con toda la adoración que guardaba en su alma solo para él. Los minutos pasaron en silencio, mientras ambas miradas se conectaban.

-Y...-inició Nael- ¿Cómo van las cosas en Inglaterra?

-Muy bien- respondió ella apartando nuevamente la mirada y concentrándose en el desierto- Todo marcha estupendamente... me fue muy bien este semestre. 

-Eso lo puedo suponer- sonrió y se giró para observarla, su perfil ingles denotaba porte, elegancia, refinamiento casi natural, hermosura...- eres muy inteligente, sin duda serás una excelente diseñadora. 

-Eso espero- dijo con una sonrisa- mi madre dice que debí estudiar otra cosa.

-¿Y tu padre? demandó saber.

-Me apoya- respondió con una sonrisa.

-Eres su adoración, ¿cómo podría menos que apoyarte? 

-Es cierto- reconoció.

-¿Algún....- carraspeó- novio?- parecía nervioso.

-No- respondió de inmediato.

-Pero te agrada alguien seguramente- dijo mirando un punto lejano en el desierto. Vanessa, lo miró y suspiró. ¿Su madre tendría razón?, ¿sería bueno hablarle de sus sentimientos?

-Sí- admitió y Nael, se giró para verla a los ojos, parecía triste- me agrada alguien, pero... es algo que nunca podrá ser. 

-¿Porqué no?- quiso saber con voz triste. Vanessa, tenía a alguien... alguien que no era él. 

-Por que él jamás podría estar con alguien como yo- se hizo un nudo en su garganta.

-¿Qué dices?- la miró con ojos enormes- eres una chica excelente Vanessa- se acercó a ella. Vanessa, bajó la mirada temiendo que pudiese ver sus sentimientos. - vales muchísimo; eres hermosa, inteligente, radiante. Nunca te pongas en menos, nunca lo hagas.

-Pero, es que somos tan diferentes él y yo- Nael, la tomó del mentón y la obligó a mirarlo.

-Ser diferentes no es malo, no tiene porqué ser un problemas, las diferencias en vez de separarlos, pueden unirlos. No tienen que ser iguales, solo deben complementarse- la miró a los ojos, esos hermosos ojos  estaban  humedecidos por las lágrimas que ella se negaba a dejar caer.

-¿Crees que él podría amarme, siendo yo solo una simple inglesa?- le preguntó con voz estrangulada.

-Eres la más hermosa de todas las inglesas que conozco, sin duda alguna él se volvería loco por ti- le acarició la mejilla.

-Solo espero que tengas razón, porque voy a jugarme el corazón- le dijo.

-No perderías, hermosa. Él sería un tonto si no te amara.

-Entonces confío en tu inteligencia- le respondió a la vez que se ponía de puntillas y se aferraba a su cuello, segundos antes de unir sus labios.

Nael, se quedó inmóvil un momento ante aquella sorpresa, Vanessa lo estaba besando. 

Su cuerpo se relajó de inmediato, y una  maravillosa sensación lo envolvió antes de tomarla de la cintura y acercarla más a él y disfrutar del increíble sabor de su boca. La besó.... la besó y fue mágico, se permitió explorar aquella boca que tantas noches le había arrancado el sueño, esa boca con la que había fantaseado tantas veces, esa boca que en aquel preciso momento, era toda suya.

-Si van a besarse de esa manera, deberían buscar un lugar más privado- aquella voz, acabó con la magia. 

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