Isabdiella, Zahiry y Zashirah, entraron como una tormenta de arena a la habitación de Vanessa, la encontraron sentada en la amplia cama con la mirada perdida por el enorme ventanal que daba al desierto.
-No me malinterpreten pero, no quiero hablar. -Cariño...- la dulce voz de Zashirah, casi logra hacerla quebrarse. -No entiendo como te has quedado como si nada, mientras la zorresa se ha pasado toda la noche coqueteandole- exclamó Zahiry.-No tiene sentido hacer ningún espectáculo. Jamal, la quiere a ella- Vanessa, se giro hacia Isabdiella. -Pero ella es muy bonita- exclamó a penas audible. -¿Y que? Tú eres más bonita- dijo Zashirah tomándola de las manos. -Pero ella podría gustarle, es todo lo osada que yo no soy. -gimió Vanessa al borde de las lágrimas.Didier, intento afinar más su visión para intentar verla en la oscuridad, pero no era mucho lo que podía hacer.-¿Y bien?- la voz de ella sonó cargada de fastidio- estoy esperando una respuesta.-Quiero saber a qué juegas- dijo con dientes oprimidos.-No sé a qué te refieres, pero si lo que querías era un charla social, hubieses esperado hasta mañana en vez de asaltar así mi habitación. -Sabes claramente que me refiero al Príncipe. ¿Que pretendes Haleine?-¿Que te importa?, sál de la habitación y déjame en paz, Didier.-Te comportaste de una manera desvergonzada, poniéndote en evidencia frente a él, es obvio que poco te importa lo que opinen de tu padre.-Ni siquiera sé que sentido tiene esta conversación, no te debo explicaciones de ningún tipo.-¡Eres una maldita caprichosa!- dijo furioso.-¡Y tu un maldito idiota! - lo miró en medio de la oscu
Caminaron en silencio por algunos minutos. Haleine, estaba enojada con todas las mujeres de Palacio, era obvio que no la querían con El Príncipe, detestaba a esa bruja de Zahiry, quien la miraba con nada disimulado desprecio, y sus estúpidos aires de superioridad. de acuerdo, era una de las Princesas de aquel país, pero eso no le daba derecho a mirarla como menos, si a ver vamos, ella como hija del Presidente de Francia, podría homologar a una Princesa.Debía de andarse con cuidado con aquella rubia Insolente.Por si todo aquello fuese poco, había tenido que solicitar la presencia de Didier, quien parecía muy amargado y su terrible semblante acompañado de aquel frío silencio que tenía hacia ella, desde la noche anterior amenazaba su cordura.No le gustaba verlo asi; enojado y frustrado. Él caminaba a unos dos metros de ellos, pareciendo bastante incómodo.-Palacio es un lugar hermoso, Alteza. Toda esa elegancia acompaña
Después de que la dejará en su habitación y despidiera furiosa a Didier. Haleine, caminó de un lado a otro en su habitación.El no había respondido a su beso, el la había rechazado.¡A ella!La indignación cubría su cuerpo llenándola de furia, todo era culpa de ella, lo sabía, de la estúpida rubia con aires de inocencia.-¡Maldita inglesa!- furiosa tomó uno de los cojines y lo arrojó con violencia al suelo-¡Es su culpa, su culpa!- estaba roja de furia, debía pensar en algo pronto.Nael llegó consternado a sus aposentos, aquella joven se había lanzado contra su boca, intentando reclamarla con descontrolada pasión. No podía besarle, no podía corresponder a lo que sea que quisiera darle, él amaba a Vanessa y no le faltaría de aquella manera.Turbado giró la perilla y entro a su habitación.-Te esperaba, Nael- su dulce voz inundó sus sentidos. La vio alejarse
Antoine, observó a su hija sin parpadear.¡Se había vuelto loca!No creía lo que estaba escuchando de labios de su pequeña.-Cariño... El Príncipe, es un ser humano, no es... algo. Sabes que suelo complacerte en todo, mi amor. No hay nada que hayas pedido que yo haya podido negarte...-¡Entonces no comiences ahora!- sus ojos llorosos lo miraban desconsolados.-Mi amor, El Príncipe es libre de tomar sus decisiones, sobretodo una tan importante como lo es el matrimonio, no puedo pedirle que...-¡Pero yo lo quiero!-gimió.-Haleine...- la abrazó, estrechándola fuertemente entre sus brazos- no puedo hacer lo que me pides, entiéndelo, mi amor- ella sollozaba temblando.-Ofrecele lo que quiera- suplico.-No puedo comprarte un marido, al menos no uno como Nael, ¿Qué puedo ofrecerle que ya no tenga?-¡No lo sé, papi. No lo sé!-Tiene todo un
Vanessa, no pudo parar de llorar por lo que le parecieron horas. Un llamado a la puerta la sobresaltó.-¿Estás allí, Vanessa?- era la voz de la tía Isabella. Contuvo los sollozos y gemidos, no quería que la vieran así. Al no obtener respuesta después de un segundo llamado, la Reina se marchó.Fue entonces cuando Vanessa, bajó apresuradamente de la cama y le pasó el seguro a la puerta, no permitiría que nadie la viera de aquella manera.Volvió a acurrucarse en la cama sintiendose insignificante, las palabras de ella realmente la habían herido. Debía ser fuerte, si quería un futuro junto a Nael, debía llenarse de mucha fortaleza.-Seré fuerte mañana- se dijo entre hipidos- mañana lo seré. Hoy... no puedo.Aún entre gemidos, se quedó dormida.Volvieron a llamar unas horas más tarde, logrando sobresaltarla. -Cariño, soy tu padre... abre la puerta- Vanessa, contuvo un sollozo, le hablaba de forma tan dulce que lograba volver
Nael, volvió a su habitación sintiéndose agotado y frustrado. No había planeado aquel escareo sexual con Vanessa, pero la pasión que se había desatado con aquel beso, lo había hecho perder la razón.Le había extrañado su reacción, que llorara desconsoladamente lo había descolocado. Esa forma de llorar le rompía el alma.Se desvistió y se metió bajo las sábanas, debía intentar descansar, el día había sido largo y agotador.Podía jurar que había dormido un par de horas cuando una extraña sensación lo despertó. Aquellos sensuales labios estaban dejando un rastro de besos sobre su cuello para luego bajar a su pecho desnudo, un sedoso cabello acariciaba aquella misma desnudez en su pecho.-¿Que...- un beso sobre sus labios lo interrumpió, aquella ávida boca se apoderaba de la suya. No, aquella no podia ser Vanessa. Su Vanessa era apasionada, pero que supiera; nunca tan atrevida como para tomar semejante iniciativa.Logró cortar el bes
Nael, siguió a su padre en silencio por los anchos pasillos de Palacio. Él, le dirigía a su despacho, parecía turbado y meditabundo.Algo ocurría, algo grave.Cuando llegaron, Zabdiel le invitó a sentarse; así lo hizo y lo observó hacer lo mismo frente a el.-Padre ¿Qué ocurre?- Su semblante me preocupa, esta demasiado ensimismado.-El tema que nos trae aquí es bastante delicado.-¿Algún problema con un Emirato?-Gracias a Alá, todo esta en perfecto orden, Nael...- dice a la vez que deja escapar un largo suspiro.-Bien, en ese caso, le escucho, padre.-He notado que tus sentimientos hacia Vanessa han crecido, noto como te mira, Nael.-Nos amamos padre, esa es la realidad, quizás pronto estemos preparados para anunciar que estamos juntos- la mirada del Jeque, se ensombreció - sé que quizás ninguno de la familia lo hubiese pensado, seguramente, ni lo hubiesen imaginado pero,
Todos pudieron notar durante la cena que El Príncipe estaba demasiado callado y pensativo, ni siquiera los intentos de Vanessa lograron animarlo, parecía demasiado ensimismado, demasiado perdido, demasiado... lejano.Luego de la cena, ni si quiera quiso quedarse a compartir con la familia, sencillamente había dejado un beso en la frente de Vanessa, se había disculpado con todos y se había retirado a sus aposentos.Vanessa, quedo aún más preocupada cuando no llegó a su habitación aquella noche... Algo estaba sucediendo, algo grave, no se atrevía a ir a su habitación, le daría su espacio, lo necesitaba para pensar en aquello que lo perturbaba, pero mañana sin falta hablarían y le ofrecería su hombro, para ayudarlo a sobrellevar cualquier pena. -Algo le sucede a mi hijo, lo sé - decía la Reina preocupada, acostada sobre su ámplio lecho, con sus largos y dorados cabellos extendidos en l