Antoine, observó a su hija sin parpadear.
¡Se había vuelto loca! No creía lo que estaba escuchando de labios de su pequeña.-Cariño... El Príncipe, es un ser humano, no es... algo. Sabes que suelo complacerte en todo, mi amor. No hay nada que hayas pedido que yo haya podido negarte...-¡Entonces no comiences ahora!- sus ojos llorosos lo miraban desconsolados.-Mi amor, El Príncipe es libre de tomar sus decisiones, sobretodo una tan importante como lo es el matrimonio, no puedo pedirle que...-¡Pero yo lo quiero!-gimió. -Haleine...- la abrazó, estrechándola fuertemente entre sus brazos- no puedo hacer lo que me pides, entiéndelo, mi amor- ella sollozaba temblando. -Ofrecele lo que quiera- suplico. -No puedo comprarte un marido, al menos no uno como Nael, ¿Qué puedo ofrecerle que ya no tenga? -¡No lo sé, papi. No lo sé!-Tiene todo un
Vanessa, no pudo parar de llorar por lo que le parecieron horas. Un llamado a la puerta la sobresaltó.-¿Estás allí, Vanessa?- era la voz de la tía Isabella. Contuvo los sollozos y gemidos, no quería que la vieran así. Al no obtener respuesta después de un segundo llamado, la Reina se marchó.Fue entonces cuando Vanessa, bajó apresuradamente de la cama y le pasó el seguro a la puerta, no permitiría que nadie la viera de aquella manera.Volvió a acurrucarse en la cama sintiendose insignificante, las palabras de ella realmente la habían herido. Debía ser fuerte, si quería un futuro junto a Nael, debía llenarse de mucha fortaleza.-Seré fuerte mañana- se dijo entre hipidos- mañana lo seré. Hoy... no puedo.Aún entre gemidos, se quedó dormida.Volvieron a llamar unas horas más tarde, logrando sobresaltarla. -Cariño, soy tu padre... abre la puerta- Vanessa, contuvo un sollozo, le hablaba de forma tan dulce que lograba volver
Nael, volvió a su habitación sintiéndose agotado y frustrado. No había planeado aquel escareo sexual con Vanessa, pero la pasión que se había desatado con aquel beso, lo había hecho perder la razón.Le había extrañado su reacción, que llorara desconsoladamente lo había descolocado. Esa forma de llorar le rompía el alma.Se desvistió y se metió bajo las sábanas, debía intentar descansar, el día había sido largo y agotador.Podía jurar que había dormido un par de horas cuando una extraña sensación lo despertó. Aquellos sensuales labios estaban dejando un rastro de besos sobre su cuello para luego bajar a su pecho desnudo, un sedoso cabello acariciaba aquella misma desnudez en su pecho.-¿Que...- un beso sobre sus labios lo interrumpió, aquella ávida boca se apoderaba de la suya. No, aquella no podia ser Vanessa. Su Vanessa era apasionada, pero que supiera; nunca tan atrevida como para tomar semejante iniciativa.Logró cortar el bes
Nael, siguió a su padre en silencio por los anchos pasillos de Palacio. Él, le dirigía a su despacho, parecía turbado y meditabundo.Algo ocurría, algo grave.Cuando llegaron, Zabdiel le invitó a sentarse; así lo hizo y lo observó hacer lo mismo frente a el.-Padre ¿Qué ocurre?- Su semblante me preocupa, esta demasiado ensimismado.-El tema que nos trae aquí es bastante delicado.-¿Algún problema con un Emirato?-Gracias a Alá, todo esta en perfecto orden, Nael...- dice a la vez que deja escapar un largo suspiro.-Bien, en ese caso, le escucho, padre.-He notado que tus sentimientos hacia Vanessa han crecido, noto como te mira, Nael.-Nos amamos padre, esa es la realidad, quizás pronto estemos preparados para anunciar que estamos juntos- la mirada del Jeque, se ensombreció - sé que quizás ninguno de la familia lo hubiese pensado, seguramente, ni lo hubiesen imaginado pero,
Todos pudieron notar durante la cena que El Príncipe estaba demasiado callado y pensativo, ni siquiera los intentos de Vanessa lograron animarlo, parecía demasiado ensimismado, demasiado perdido, demasiado... lejano.Luego de la cena, ni si quiera quiso quedarse a compartir con la familia, sencillamente había dejado un beso en la frente de Vanessa, se había disculpado con todos y se había retirado a sus aposentos.Vanessa, quedo aún más preocupada cuando no llegó a su habitación aquella noche... Algo estaba sucediendo, algo grave, no se atrevía a ir a su habitación, le daría su espacio, lo necesitaba para pensar en aquello que lo perturbaba, pero mañana sin falta hablarían y le ofrecería su hombro, para ayudarlo a sobrellevar cualquier pena. -Algo le sucede a mi hijo, lo sé - decía la Reina preocupada, acostada sobre su ámplio lecho, con sus largos y dorados cabellos extendidos en l
Isabella, encontró a su hijo justo en direccion a sus habitaciones.-Madre...-Que bueno que te encuentro Hijo, necesitamos hablar.-Iba a mis habitaciones pero...-Vamos, sólo serán unos minutos.Llegaron solo un par de minutos después. Isabella, suspiró con fuerza.-He hablado con Zabdiel, me ha contado todo- lo miró fijamente.-Madre...-Quiero que sepas que no estás obligado a nada. Nadie, ni siquiera tu amor al pueblo puede obligarte a renunciar a Vanessa, la amas y no hay nada que importe mas- acaricio su mejilla- nadie puede pedirte que renuncies a los deseos de tu corazón, nadie Nael. Absolutamente nadie, ni siquiera tu padre.-Gracias por apoyarme, madre- dijo con toda sinceridad, mientras que la miraba con todo el amor que sentía por ella.-¿Como podría menos que eso? Nunca podría explicar con palabras cuánto te amo. Gustosa entregaría mi vida por tu bienestar o el de Isabdiella, j
-¡¿Qué?!- gritó Zahiry furiosa- ¡odio a esa zorresa descarada!-¿Cómo se atreve a chantajear así a Jamal?- pregunta una indignada Isabdiella, que mantiene el ceño fruncido-¡Es un Príncipe!-Y ella una insolente- aseguró Zahiry.-Es una víbora - responde Vanessa, arrugando el ceño- pretende quedarse con Nael.-¿Tu vas a permitirselo?- dice la otra gemela mirándola extrañada.-¡Por supuesto que no, Zashirah, no dejaré que coloque sus garras en Nael! -dijo firme- me tiene muy sin cuidado si es la hija de un presidente... no tendrá a Nael.-¡Es una maldita bruja!- Zahiry estaba enojada. Estaban las cuatro reunidas en la habitacion de Isabdiella, conversando y compartiendo algunos aperitivos- si vuelvo a verla le dejaré muy claro lo que opino de ella- dijo furiosa.-Yo solo espero no volver a verla jamás - dijo Vanessa.-Es una arpía - dijo Zashirah.-¿Qué le hace pensar que Jamal acepta
Zabdiel, suspiró antes de tomar el teléfono y llevárselo al oído.-Presidente, LeBlanc- dijo a forma de saludo.-Majestad, es un enorme placer saludarle.-Lo mismo digo, he querido comunicarme con usted, sin embargo, he tenido múltiples ocupaciones que han requerido mi absoluta atención- se excusó.-Eso imaginé, Excelencia. Pierda cuidado. Es grato para mi comunicarle que Italia, esta inmensamente feliz de hacer negocios con nosotros- se escuchaba orgulloso y seguramente lo estaba, ante su logro.-Esa es una magnifica noticia- dijo El Jeque, sonriendo.-Lo es- asegura- quizas, pronto debamos viajar a Roma, para asi cerrar los acuerdos.-Por mi no hay problemas, acordemos la fecha y allí estaré-aseguro.-Bien... Majestad- parecía incómodo y Zabdiel, supo el motivo- mi llamada también responde a la necesidad de saber si El Príncipe, tiene una respuesta.
Aquella noche Vanessa, se quedó largo rato sumergida en la bañera, con aceites y pétalos de rosas flotando en la tibia agua; aquello la hacía relajarse profundamente.El olor del incienso inundaba el lugar y generaba un ambiente pastoso y erótico. Mientras sus ojos estaban cerrado, ardientes imágenes llegaban a su mente.Los besos de Nael... esos labios recorriendola.Las manos de Nael... acariciando su piel.Su olor; fuerte y masculino, inundando sus sentidos. Su corazón latiendo desbocadamente...Su respiración acelerándose...Su cuerpo entero temblando de necesidad...Lo amaba, lo amaba más que a la vida misma. No había nada que deseara más que estar junto a él, que sentirlo; amándola en cuerpo y alma.Cada día que pasaba se sentía más querida. Nael, exponía públicamente sus sentimientos y eso la estaba volviéndola loca de amor. Era una completa lástima que su madre no estu