-¡Serás tonta Zashirah! - le recriminó su prima- ¿Cómo se te ocurre interponerte en los planes de Jamal?
-Yo... yo... solo quería dar un paseo con ellos- tartamudeó nerviosa, estaba roja como un tomate, las mejillas encendidas por una vergüenza que no terminaba de comprender. -Jamal, solo quería pasear con ella. Con su amada. -Dijo con los ojos llenos de anhelos. -¿Su... su amada?- los dulces ojos de Zashirah, casi se salen de su órbita. -¿Cómo que su amada?, ¿ Ya están juntos?-No todavía -sonrió con picardia- pero confiemos en Alá, de que así sea muy pronto. -Nunca ha sido un secreto que Vane, lo adora pero... ¿Le corresponde?-¿Cómo podría no hacerlo?, hasta tu duda ofende- le dijo seriamente. -¡Estoy tan feliz porque ambos se aman, Zashirah!-Yo también - sonrió con timidez- que Alá, bendiga nuestra dicha. -Que así sea- coincidió Isabdiella.Llegaron a Palacio bien caída la tarde, afortunadamente nadie de la familia había notado la llegada de ambos y Vanessa, lo agradeció internamente, sus emociones estaban a flor de piel y aún no se había calmado lo suficiente como para afrontar a la familia.Se despidieron prometiendo verse en la cena y ambos se retiraron a sus respectivas habitaciones. Vanessa, se dejó caer en la amplia cama, con un largo suspiro, estaba inmensamente feliz, como no llegó a imaginarse estarlo y todo era gracias a él, al amor que le tenía. Se llevó la mano al cuello, acariciando la exquisita joya que Nael le había regalado, jamás la quitaría de su cuello, jamás se alejaría de él, deslizó los dedos sintiendo su textura, jamás se quitaría La flor del desierto, aquella pieza estaría por siempre en su cuello.Nael, llegó a su habitación con una enorme sonrisa en el rostro. Nada más entrar se sorprendió al ver que sus aposentos no estaban vacíos como él esperaba.<
-Es un placer para nosotros estar aquí, Majestad- dijo Antoine- le agradecemos la bienvenida. Mi esposa; Odette Charpentier de LeBlanc.-Gracias por recibirnos, Excelencia.-Es un placer para nosotros- respondió Zabdiel.-Y ella- la tomó de la mano- es mi hija, Haleine LeBlanc Charpentier.-Que gusto poder ser recibidos en Palacio. Norusakistan es sin duda una tierra hermosa- dijo mirando a Nael- tiene un gran encanto.-Es un placer que se sientan a gusto en nuestro país- intervino Nael, correspondiendo a su mirada. Era una mujer hermosa y muy consciente de su atractivo femenino.-Estos caballeros son Thierry y Didier, son mis hombres de confianza.-Bienvenidos- respondió Zahir amablemente a lo que los dos hombres hicieron un leve gesto con la cabeza.-Lamento la demora- Isabella, apareció con una enorme sonrisa- bienvenidos a Palacio, que Alá bendiga su estadía en nue
Isabdiella, Zahiry y Zashirah, entraron como una tormenta de arena a la habitación de Vanessa, la encontraron sentada en la amplia cama con la mirada perdida por el enorme ventanal que daba al desierto.-No me malinterpreten pero, no quiero hablar.-Cariño...- la dulce voz de Zashirah, casi logra hacerla quebrarse.-No entiendo como te has quedado como si nada, mientras la zorresa se ha pasado toda la noche coqueteandole- exclamó Zahiry.-No tiene sentido hacer ningún espectáculo. Jamal, la quiere a ella- Vanessa, se giro hacia Isabdiella.-Pero ella es muy bonita- exclamó a penas audible.-¿Y que? Tú eres más bonita- dijo Zashirah tomándola de las manos.-Pero ella podría gustarle, es todo lo osada que yo no soy. -gimió Vanessa al borde de las lágrimas.
Didier, intento afinar más su visión para intentar verla en la oscuridad, pero no era mucho lo que podía hacer.-¿Y bien?- la voz de ella sonó cargada de fastidio- estoy esperando una respuesta.-Quiero saber a qué juegas- dijo con dientes oprimidos.-No sé a qué te refieres, pero si lo que querías era un charla social, hubieses esperado hasta mañana en vez de asaltar así mi habitación. -Sabes claramente que me refiero al Príncipe. ¿Que pretendes Haleine?-¿Que te importa?, sál de la habitación y déjame en paz, Didier.-Te comportaste de una manera desvergonzada, poniéndote en evidencia frente a él, es obvio que poco te importa lo que opinen de tu padre.-Ni siquiera sé que sentido tiene esta conversación, no te debo explicaciones de ningún tipo.-¡Eres una maldita caprichosa!- dijo furioso.-¡Y tu un maldito idiota! - lo miró en medio de la oscu
Caminaron en silencio por algunos minutos. Haleine, estaba enojada con todas las mujeres de Palacio, era obvio que no la querían con El Príncipe, detestaba a esa bruja de Zahiry, quien la miraba con nada disimulado desprecio, y sus estúpidos aires de superioridad. de acuerdo, era una de las Princesas de aquel país, pero eso no le daba derecho a mirarla como menos, si a ver vamos, ella como hija del Presidente de Francia, podría homologar a una Princesa.Debía de andarse con cuidado con aquella rubia Insolente.Por si todo aquello fuese poco, había tenido que solicitar la presencia de Didier, quien parecía muy amargado y su terrible semblante acompañado de aquel frío silencio que tenía hacia ella, desde la noche anterior amenazaba su cordura.No le gustaba verlo asi; enojado y frustrado. Él caminaba a unos dos metros de ellos, pareciendo bastante incómodo.-Palacio es un lugar hermoso, Alteza. Toda esa elegancia acompaña
Después de que la dejará en su habitación y despidiera furiosa a Didier. Haleine, caminó de un lado a otro en su habitación.El no había respondido a su beso, el la había rechazado.¡A ella!La indignación cubría su cuerpo llenándola de furia, todo era culpa de ella, lo sabía, de la estúpida rubia con aires de inocencia.-¡Maldita inglesa!- furiosa tomó uno de los cojines y lo arrojó con violencia al suelo-¡Es su culpa, su culpa!- estaba roja de furia, debía pensar en algo pronto.Nael llegó consternado a sus aposentos, aquella joven se había lanzado contra su boca, intentando reclamarla con descontrolada pasión. No podía besarle, no podía corresponder a lo que sea que quisiera darle, él amaba a Vanessa y no le faltaría de aquella manera.Turbado giró la perilla y entro a su habitación.-Te esperaba, Nael- su dulce voz inundó sus sentidos. La vio alejarse
Antoine, observó a su hija sin parpadear.¡Se había vuelto loca!No creía lo que estaba escuchando de labios de su pequeña.-Cariño... El Príncipe, es un ser humano, no es... algo. Sabes que suelo complacerte en todo, mi amor. No hay nada que hayas pedido que yo haya podido negarte...-¡Entonces no comiences ahora!- sus ojos llorosos lo miraban desconsolados.-Mi amor, El Príncipe es libre de tomar sus decisiones, sobretodo una tan importante como lo es el matrimonio, no puedo pedirle que...-¡Pero yo lo quiero!-gimió.-Haleine...- la abrazó, estrechándola fuertemente entre sus brazos- no puedo hacer lo que me pides, entiéndelo, mi amor- ella sollozaba temblando.-Ofrecele lo que quiera- suplico.-No puedo comprarte un marido, al menos no uno como Nael, ¿Qué puedo ofrecerle que ya no tenga?-¡No lo sé, papi. No lo sé!-Tiene todo un
Vanessa, no pudo parar de llorar por lo que le parecieron horas. Un llamado a la puerta la sobresaltó.-¿Estás allí, Vanessa?- era la voz de la tía Isabella. Contuvo los sollozos y gemidos, no quería que la vieran así. Al no obtener respuesta después de un segundo llamado, la Reina se marchó.Fue entonces cuando Vanessa, bajó apresuradamente de la cama y le pasó el seguro a la puerta, no permitiría que nadie la viera de aquella manera.Volvió a acurrucarse en la cama sintiendose insignificante, las palabras de ella realmente la habían herido. Debía ser fuerte, si quería un futuro junto a Nael, debía llenarse de mucha fortaleza.-Seré fuerte mañana- se dijo entre hipidos- mañana lo seré. Hoy... no puedo.Aún entre gemidos, se quedó dormida.Volvieron a llamar unas horas más tarde, logrando sobresaltarla. -Cariño, soy tu padre... abre la puerta- Vanessa, contuvo un sollozo, le hablaba de forma tan dulce que lograba volver