Miriam.
El sonido de los gritos resonaba en toda la mansión del joven matrimonio Greenwood. Miriam llegó a la sala en cuestión de segundos, el ama de llaves y el mayordomo de confianza también estaban en el lugar; sus rostros eran de suma inquietud; entretanto, desde las penumbras, a través de las paredes, en los ojos de las pinturas de los cuadros Hunter vigilaba.
—¿Qué sucede? —¡Qué gritos son esos que amenazan con despertar toda la servidumbre! —exclamó Miriam, exaltada. La mujer había llegado en ropa de dormir debido a la urgencia de la situación.
—Se trata del señor, mi señora. Hace media hora llegó y se encerró en el despacho —le informó el ama de llaves.
—Por favor, retírense a descansar, yo me encargo &
El ama de llave, fiel a la duquesa madre, no perdió tiempo en contarle todo lo que había visto y escuchado en la terraza. La dama palideció al oír la confesión de su sirvienta, el ama de llaves notó la palidez de la mujer y le ofreció agua, la duquesa madre lo rechazó; no obstante, aquel sentimiento de derrota se le pasó con rapidez, cuando otro de los empleados de confianza entró para informarle que le habían llegado dos cartas, el hombre hizo la reverencia y le entregó los dos sobres. Emilia los tomó y su sonrisa fue inmediata al verificar que ambas eran de Caden Greenwood.La duquesa madre tenía en su poder dos cartas: una donde Caden aceptaba reunirse con ella, pero con la única condición de que la otra carta fuera entregada a Angelina; el doctor Greenwood le había colocado una poderosa arma en su mano, solo tenía que escoger bien el momento de hacérsela entregar, no sin antes ella leerla. Ya analizado el movimiento, Emilia dio instrucciones a sus dos sirvientes de confianza como
Clara. La mansión era muy grande, tanto espacio en vez de darle paz a Clara, sucedía todo lo contrario ¡La asfixiaba! Se sintió tranquila al ir con William a dar una vuelta a su taller, había más escoltas y todo marchaba bien, entonces deseo irse esa misma noche, pero el duque lo prohibió de igual manera William. La mujer respiró profundamente y decidió abandonar la estancia, empezó a dar un paseo por los amplios pasillos ornamentados con magníficas pinturas y alfombras que solo un noble podría permitirse. A pesar de la belleza excesiva, la sensación de inquietud no la abandonó. Sus niveles de adrenalina estaban por los aires y aumentaron cuando se encontró con la persona que más había evitado. La duquesa madre estaba cerca de Clara, en ese momento Clara le miró fijamente, Emilia comprendió que su actuación no engañaba a la mujer. Las dos mujeres se observaron en silencio, Clara vio en Emilia, una mujer de porte regio, estilizada, con pómulos que resaltaban al igual que su cabello
Caden.Caden Greenwood se encontraba sumergido en la inconsciencia, invadido de la paz que hacía mucho tiempo no sentía; el joven médico no quería abandonar aquel mundo paralelo que le proporcionaba estabilidad; la absenta había logrado su primer deseo, lamentablemente nada dura para siempre y lo bueno no era la excepción.—«Después del primer vaso, uno ve las cosas como le gustaría que fuesen. Después del segundo, uno ve las cosas que no existen. Finalmente, uno acaba viendo las cosas tal y como son, y eso es lo más horrible que te puede ocurrir». —La frase grabada en su subconsciente se repetía una y otra vez, ahora le tocaba enfrentar la tercera fase de la absenta: «Finalmente, uno acaba viendo las cosas tal y como son, y eso es lo más horrible que te puede ocurrir» —para desgracia de Caden Greenwood, eso precisamente fue lo que le sucedió, él estaba a punto de ver la realidad y lo que observó no le gusto en lo absoluto.Caden estaba tirado sobre la alfombra de su despacho, giró su
La duquesa madre, al ver cómo William y otros empleados cargaban las pertenencias de Angelina y su madre al carruaje, decidió unirse a la despedida. Emilia estaba harta de usar la máscara de la discreción que nunca le había servido de nada, y su pasado era el vivo ejemplo, así que decidió sacar todo su repudio y ser sincera sin importar las consecuencias.—Es tan reconfortante saber que las cosas poco a poco van tomando el camino correcto, Dios me ha escuchado, y hoy por fin su presencia no va a importunar mi vista. Cada cosa en el lugar al cual pertenece. —Michael giró al igual que los presentes a observar a Emilia.—Emilia, cuida tus palabras porque te estás tomando atribuciones que no te corresponden. Mi prometida puede pisar, utilizar y habitar en cualquier propiedad que me apetezca.—Tu prometida —repitió con un tono
ALGUNAS ALMAS SE MUESTRAN.Ira, impotencia, eran unos de los sentimientos que poseían a Caden Greenwood cuando descendía por las escaleras rumbo al sótano. Hizo la seña para que Hunter le abriera la pesada puerta, ya dentro cerró con seguro nuevamente y se le fue encima al hombre tomándolo por el cuello. Hunter cayó en sobresalto.—¡Maldito imbécil cuál fue la orden que te di! —Hunter no entendía por qué Caden estaba tan enojado.—Doctor… por favor, no entiendo… ¿Qué hice? —articuló con dificultad el hombre, Caden lo presionaba con fuerza. Luego lo soltó, Hunter pudo respirar.—¡La orden fue concisa! Debías ser mis ojos ¡Tu deber es vigilarme cuando yo no pueda ni con mi propia alma! Por tu descuido, la maldita que me impusieron como esposa intimó conmigo.—Amo le juro que al verlos besarse de esa manera pensé que usted también quería.—¡Animal, como vas a suponer eso si te dije que no amo a esa mujer! ¡Estaba intoxicado con la absenta! Por eso te mostré todos los pasajes secretos de
⚜️ MARIANNE Y ALYSSA ⚜️Marianne y Alyssa.Alyssa había recuperado la conciencia; su cabeza sangraba debido al golpe que Marianne le había asestado en legítima defensa.—Marianne se defendió al ver cómo su tío Gerald se le iba encima en reclamos, al ver cómo su tío Gerald se le iba encima en reclamos. Alyssa, aun con mareos, observaba a su prima con desdén. Aquellos que viera a Alyssa Greenwood a los ojos cuando estos destilan irá, jurarían que era la mirada de medusa. Ella era capaz de convertirte en piedra. En ese momento, Marianne lo experimentaba.—¿Estás loca Marianne? ¡Casi matas a mi hija! —Gerald le gritó a Marianne, Liza no se quedaba atrás, todos la estaban acusando, Jazmines se interpuso.—¡Ya es suficiente! No respaldo la agresión, pero debemos ser conscientes de que Alyssa no ha estado en sus cabales.—¡Es típico de usted, suegra, siempre mal poniendo a mi hija! ¿No puede ver la herida que le causó la salvaje de su nieta protegida? ¡Eso sucede cuando se pasa mucho tiempo
⚜️ ENFRENTAMIENTOS ⚜️El hombre corría por su vida, sabía que alguien lo acechaba, estaba escrito: su sangre bañaría la tierra a través de una constante y dolorosa desgracia, Abelardo conocería la peor manera su precio a pagar. Su captor es fuerte, y está intoxicado, por su sangre corre ríos de opio.—¡No lo hagas, no dejes a tu única hermana sin esposo! ¡No dejes a tu sobrina sin padre! —aquellas súplicas no llegaban a tocar los oídos del asesino, que en ese momento parecía privado de su raciocinio. La víctima lucha sin parar, sus fuerzas se van debilitando y es golpeada con brutalidad. El herido ve brillar un cuchillo de carnicero en la oscuridad de la noche, frío es el metal del arma asesina, lo siente cuando entra con fuerza en su carne, cortando arterias, llegando a sus órganos vitales, duele, arde… hasta que se va adormeciendo. Las manos del asesino son rápidas y eufóricas, una y otra vez clava repetidamente el cuchillo en el cuerpo de Abelardo, mientras el homicida repite como
⚜️ EL MUSEO DE CERA ⚜️—Alyssa se merece que le den una buena paliza, siempre ha sido mezquina y envidiosa, de nada le sirve ser tan hermosa, su frialdad arropa todo su exterior… Me enteré por una misiva que mi madre me envió explicándome que mi hermana había sufrido un ataque de nervios, por tal motivo mi padre localizó al doctor Stanley para que la estabilizara; mi madre hubiera preferido que fuese yo quien la atendiera para no levantar más habladurías, pero mi relación con Alyssa cada vez es más intolerable —Caden se burló en ese punto. —Me temo que Henry no obra milagros.—Así me enteré, de que ese doctor tuvo que sedarla. Cambiemos de tema y hablemos de ti ¿Cómo estás? Disculpa mi intromisión, sin embargo, debo contarte que las habladurías en torno a ti y Miriam están fuertes, mi padre y mi madre hablaron anoche con la abuela, dicen que los Hamilton están furiosos y fueron a visitar a tus padres, al parecer Miriam no come, ni habla.—¡Está cosechando las consecuencias de sus acto