CAPÍTULO XXVII
HUIR NO ES LA SALIDA

ANTONE

Cuando Edward salió a recibir a las chicas no quise irme, la verdad es que necesitaba verlas así fuera desde lejos, puesto que eso me tranquilizaría saber que llegaron bien, sin contratiempo, así que cuando llegaron me quedé observando desde el ventanal de mi despacho, que era donde me encontraba, estaban realmente hermosas las dos, las cámaras no mostraban con claridad en lo que en verdad se habían convertido, en todas unas bellezas divinas, aunque las dos ya eran todas unas preciosuras, para mi ante mis ojos mi mujer hermosa, mi BEBEITA era la más bella, la más hermosa de las dos, me la quedé contemplando no lo pude evitar, mis fuerzas de esperar a mañana para enfrentarlas se estaban debilitando, quería salir corriendo y abrazarlas, besarlas.

Desde la distancia sentí lo intranquila que se sentía mi BEBEITA, miraba a todos lados como analizando su alrededor o como buscando algo, hasta que giró su mirada hacia donde yo me encontraba, quise salir detrás de
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