—Oye… Kali… ¡Kali! —La llamada de Elliot la hizo volver la cabeza, sacándola de sus pensamientos, y se dio cuenta de que ya estaban en el departamento, pero ni siquiera sabía cómo habían llegado allí.
Respiró profundamente y se giró hacia Elliot, intentando conservar la ecuanimidad.
—¿Qué pasa? —preguntó.
Elliot se quedó mirándola por un momento, sin saber muy bien cómo abordarla.
—Lamento lo que pasó. No quería que te enteraras de esa manera que Emma había regresado… —murmuró.
—Sí, eso es evidente —respondió Kali sin una gota de emoción en la voz, pero Elliot sabía que aquello era un reproche en toda regla.
—Solo quise evitarte el mal rato —intentó justificarse él—, igual que tú cuand
Para el momento en que Elliot llegó a la Universidad, ya era inútil intentar rastrear a Kali en medio de la turba de estudiantes. Intentó marcarle varias veces, pero las llamadas iban directamente al buzón de voz.Finamente desistió y se fue a las oficinas de Davies Inc, y a nadie le pasó desapercibido que empezaba su día con un humor terrible. Sin embargo, solo Valeria hizo un acto de valentía y se atrevió a colarse en su oficina.—¿Elliot?Su hermano la miró y en ese mismo momento Valeria supo algo iba realmente mal.—¿Qué está pasando? —preguntó llegando junto a él.Elliot dudó por un instante, pero después de todo no tenía caso ocultarlo.—Emma regresó.—¿Qué…? —El rostro de Valeria solo reflejaba desconcierto—. ¿Cómo
—¡Kali! —La voz de Valeria la sobresaltó y la muchacha dio un respingo, mientras salía de sus pensamientos—. Nena, ¿te sientes bien? Estás… ausente.Kali pasó una mano sobre su frente y negó con muy poca convicción.—No, Val… no es nada… No te preocupes —respondió.—Si te soy honesta hay un millón de cosas que me preocupan ahora, y Elliot y tú son la primera de ellas.Kali se acarició los brazos con un gesto protector, sin saber si debía preguntar o no, pero terminó haciéndolo.—¿Y qué es lo que te preocupa de nosotros?—Elliot me dijo que Emma regresó —murmuró Valeria y vio a Kali levantar las cejas en un gesto confuso. Sabía que la familia Davies era diferente, pero ella no estaba acostumbrada a tener tanta confidencialidad con&h
Si el cerebro de Elliot en ese momento era un volcán en erupción, el de Emma era una página en blanco. Había estado a punto de ponerse a gritar por aquella prueba, pero Elliot lo había hecho primero… ¿Por qué estaba gritando? ¿Por qué estaba preguntándole…?—Entonces ¿por esto volviste? —gruñó él mientras sus ojos se cristalizaban, moviendo con furia frente a su rostro la prueba que tenía en la mano—. ¿Volviste porque estás embarazada, es eso?Diez semanas… Emma tenía que haberse quedado embarazada justo antes de desaparecer de su vida, la pregunta era: ¿habría vuelto si no lo hubiera descubierto? Por alguna razón Elliot no creía otra cosa.—¡Te estoy haciendo una maldit@ pregunta Emma! —exclamó él, haciéndola reaccionar, y Emma dio u
Benedetti decía que ahí en el pecho, justo debajo de garganta, debía estar el alma, hecha un ovillo. Elliot estaba seguro de eso, y estaba seguro de que Kali lo sentía igual porque pasaron minutos, largos, tétricos, insoportables, en que ninguno de los dos fue capaz de decir nada. Si al menos hubiera gritado… Pero Kali solo parecía en shock. Muda. Inexpresiva. —Nena… —Repítelo —pidió Kali como si no pupera creerlo y él pudo ver la decepción, la incredulidad, el dolor y la desesperación en sus ojos, todo mezclado en la misma medida. Elliot pasó saliva y cerró los ojos por un segundo, intentando encajar aquello, y cuando los abrió, la muchacha los encontró aún más enrojecidos y brillantes. —Por eso fue que regresó —dijo él con un murmullo ahogado—. Porque está embarazada. Kali dio un paso atrás y se apoyó en el respaldo del muble que tenía más cerca mientras Elliot trataba de llegar a ella, pero no se atrevió a tocarla. Sentía qu
Elliot podía escucharla llorar desde el otro lado de la puerta. Nunca, jamás en su vida se había sentido tan impotente, tan herido, tan frustrado. Se dejó resbalar por la pared opuesta del corredor, apoyó los codos en las rodillas y dejó caer la cabeza entre las manos, porque no tenía fuerzas para nada más.No se atrevía a dar un paso dentro de aquella habitación, y aunque lo hubiera intentado, estaba seguro de que Kali había cerrado con seguro. ¿Pero qué podía hacer? Kali no era de las mujeres con las que se podían tener términos medios o negociaciones en gris.¿Lo habría querido siendo solo su amante? Esa respuesta ya la tenía: NO.¿Lo habría querido sabiendo que había renunciado a su hijo por ella? De esa respuesta también estaba seguro: TAMPOCO.El hombre capaz de abandonar a un hijo no era un
Cuando Connor se detuvo delante de aquel edificio y lo único que vio fue la expresión perdida de Kali, parada junto a esa maleta, enseguida supo que algo iba terriblemente mal.Bajó del auto y se acercó a ella, haciéndola reaccionar al saludarla.—Hola, Kali…—Connor —respondió ella alargando la mano—. Disculpa que te haya hecho venir pero no sabía a quién más llamar…—Tranquila, no hay problema. —Intentó calmarla Connor, que después de su historia con Baby podía considerarse un experto en mujeres desesperadas—. ¿Pasó algo con Elliot?Ella asintió y él solo tomó la maleta de su mano, guiándola a su auto.—Vamos, por el camino conversamos. Vamos. —Le habló con suavidad, como si fuera una niña, porque realmente se veía un poco perdi
SI Jacob Lieberman le hubiera lanzado un guantazo al rostro, Elliot se hubiera quedado menos aturdido, pero cada una de aquellas palabras hicieron eco en su cerebro como si se las estuvieran metiendo a martillazos. Miró el documento frente a él mientras parpadeaba furiosamente y negó, empujándol de vuelta. —¿Qué demonios es esto? ¿Una demanda de divorcio…? ¿Cómo…? —Ni siquiera sabía por dónde empezar a preguntar—. ¡Tiene que ser una jodida broma! Tanto Connor como Jacob esperaron pacientemente a que se calmara, porque no era el primer cliente desesperado con el que trataban, pero si algo no tenía Elliot eran ganas de calmarse. —¿Dónde está Kali? —demandó. —Ella está bien —aseguró Jacob. —¡No te pregunté cómo está! ¡Pregunté dónde! ¡Quiero verla! —exclamó Elliot y vio a Jake echarse atrás en su silla y respirar hondo. —Está donde esté y la verás cuando la veas —respondió el abogado con acento tajante—. Entiendo que esto es difíc
—¡Diosa…! —Matt apenas podía creer que tuviera a Kali enfrente y menos en aquel estado—. ¿Qué te hizo ese imbécil? —gruñó tirando de su mano y haciéndola entrar en su departamento para abrazarla después con cariño.—Él no me hizo nada… —murmuró Kali mientras las lágrimas le caían otra vez—. Pero tampoco puede solucionar lo que está pasando, así qué…Kali se sorbió los mocos y Matt hizo un puchero. Era una mujer preciosa, pero en el fondo de alguna forma seguía siendo una niña indefensa.—Aquí estuvo, buscándote —dijo Matt separándose de ella y haciendo que se sentara en el sofá—. ¿Te encontró?La muchacha asintió, cansada.—Sí, pero ya todo terminó —susurr&oa