—¡Diosa…! —Matt apenas podía creer que tuviera a Kali enfrente y menos en aquel estado—. ¿Qué te hizo ese imbécil? —gruñó tirando de su mano y haciéndola entrar en su departamento para abrazarla después con cariño.
—Él no me hizo nada… —murmuró Kali mientras las lágrimas le caían otra vez—. Pero tampoco puede solucionar lo que está pasando, así qué…
Kali se sorbió los mocos y Matt hizo un puchero. Era una mujer preciosa, pero en el fondo de alguna forma seguía siendo una niña indefensa.
—Aquí estuvo, buscándote —dijo Matt separándose de ella y haciendo que se sentara en el sofá—. ¿Te encontró?
La muchacha asintió, cansada.
—Sí, pero ya todo terminó —susurr&oa
Diez días.Habían pasado diez días desde que Elliot había pasado una madrugada deambulando por la mansión Davies, intentando localizar a Kali. Después de eso se había ido a su departamento y no habían sabido mucho más de él.—¿Todavía no contesta? —preguntó Richard preocupado, mirando a su hermana mientras se acomodaba en una de las butacas de la oficina de su padre.Frente a él, Valeria se quitó los zapatos y se acomodó en otra butaca y su padre sirvió un trago para cada uno.—A mí no me responde al teléfono —dijo Andrew.—A mí tampoco —rezongó Richard.—Yo hablé con él ayer —dijo Valeria y los hombres la miraron sorprendidos. Era verdad que cuando aquella mujer quería algo, no había nada que la detuviera.—&
Valeria estaba con la cabeza metida en aquel diseño, sombrando con fuerza, como si le fuera la vida en ello, cuando escuchó una voz que la hizo detenerse en seco.—No deberías dejar tus tacones tirados a media oficina —dijo Emma con acento risueño.—Y tú ya no deberías andar en tacones… no estando embarazada —respondió Valeria con suavidad y se levantó para caminar hacia ella.—¡Val! ¡Te extrañé tanto! —exclamó Emma abrazándola, y Valeria trató de responderle con la misma calidez, pero no sabía si lo estaba logrando.«Si me hubieras extrañado me habrías respondido al maldito teléfono», pensó pero no lo dijo.—Yo también te extrañé, nena —aseguró tomándola de la mano y guiándola para que se sentara—.
Elliot sintió como si aquellas palabras lo abofetearan.—Tienes razón —aceptó echándose atrás en su silla y cruzando los brazos, pensativo—. Y tú me dijiste que no estaba listo para casarme, que no estaba listo para formar una familia. ¿Crees que cambié en cuatro meses?—¡Es diferente ahora…! —intentó defenderse Emma pero Elliot no estaba particularmente tolerante ese día.—¿Es diferente? ¿Por qué? ¿Por qué no tenemos otra opción? —la increpó Elliot—. Yo te di la mejor que tenía: paternidad responsable, y tú no la aceptaste. Honestamente no sé qué estás esperando, Emma, pero si solo mencionas la palabra «boda», en el mejor de los casos te diré que ahora soy yo el que no está listo para casarse; y en el peor de los casos&helli
Kali paseó las manos sobre su vientre redondeado de cuatro meses y sonrió porque se le antojó muy tierno. No era gran cosa, pero ella era delgada así que se le empezaba a notar ya.El seguimiento de su embarazo lo hacía una de las obstetras de la Fundación. Después de todo a eso se dedicaban, a ayudar a las mujeres, y Elijah Bell se lo tomaba tan en serio como para contratar solo a los mejores médicos.La doctora Marcell la revisaba cada semana, y podía decir con alivio que su embarazo se estaba desarrollando más que bien. El bebé estaba ganando peso y ella también, y la verdad era que tanto Jake, como Matt y el señor Bell estaban siempre pendientes de ella.El trabajo en la Fundación era sencillo para Kali. Participaba en eventos con el señor Bell y otros voceros, ayudaba con las recaudaciones y ya habían puesto a su cargo media docena de organizacion
Valeria respiró hondo mientras se bajaba del auto en aquel estacionamiento medio vacío.Era miércoles. Se suponía que debía ver a Emma allí a las once de la mañana, así que miró su reloj, comprobando que solo eran las nueve, y entró con paso firme al hospital.Su primera visita fue para Amelia, la había visto por última vez hacía menos de seis meses, pero ya era hora de hacer otra consulta con ella, en especial porque su vacuna para no hacer más pequeños Bennets estaba por vencerse.Después pasó al consultorio de Alan, que últimamente estaba muy concentrado en cierta señorita que había conocido en un club, y Valeria tenía que darle la enhorabuena por conocer por fin a una mujer que le correspondiera.Y media hora después se sentó con toda su santa paciencia en la primera sala de espera del hospita
A la gente le gusta atribuir a Shakespeare las mejore frases de amor, pero en realidad fue Henry Van Dyke el que escribió: «El tiempo es muy lento para los que esperan, muy rápido para los que temen, muy largo para los que sufren, muy corto para los que gozan; pero para quienes aman, el tiempo es eterno». Y tres días eran tiempo suficiente como para que cada una de aquellas personas que estaban reunidas en el salón de espera del aeropuerto de Los Ángeles, sintieran sus efectos. El vuelo era privado y Valeria lo había organizado todo a la perfección. La familia Davies ya había entablado relaciones de amistad con la familia Gilbert durante los últimos años, así que era una reunión de negocios y un encuentro con amigos. Valeria iba con Nick, Andrew con Lydia, Richard con Layla y Elliot… bueno Elliot iba solo y aparentemente tranquilo hasta que una figura entró por la puerta de la salita privada. Todos se quedaron petrificados mientras Emma arrastraba su
Elliot tenía la garganta cerrada. Si no hubiera tenido a su padre por un lado y a Lydia por otro, probablemente no habría podido caminar.Al inicio de la primera sala de muestras, una pequeña placa recibía a los invitados:LA DIOSA LIBERADAUna exposición de Matthew CaseyPara el patrocinio de la Fundación Great Soul.Y abajo en letras pequeñas rezaba:«Imágenes cortesía de la modelo y vocera de la Fundación GS, Kali Dhawan».Elliot sintió que sus ojos se humedecían. Todo el m@ldito museo debía estar lleno de fotos suyas, y él sabía que no podría soportar eso.—¡Pá…! —murmuró intentando retroceder, pero aunque a Andrew se le estrujó el corazón no lo dejó. Elliot no le dec
—OK, OK, campeón, solo respira, todo va a estar bien —dijo Andrew sentándolo en uno de los pocos banquillos que había en la sala de exposición.—¡Claro que no! ¡Nada va a estar bien! —exclamó Elliot con los ojos desorbitados—. ¿¡Te imaginas cómo va a tomar esto Kali!? ¿Qué le voy a decir…?—Pues la verdad…—¿¡Y si no quiere volver conmigo…!? —Se asustó Elliot. Su respiración era superficial, entrecortada.—¡Oye, oye! ¿Por qué no va a querer? —intentó tranquilizarlo Richard, pero ya era imposible no ver que estaba más tembloroso que una hoja en un tornado.—¿¡Y por qué iba a querer!? —gritó Elliot—. Estaba embarazada y yo ni siquiera me di cuenta… y confundí su prueba de e