Sentado allí, dando órdenes como un general en campaña, Elliot se preguntaba cómo aquella primera amenaza de Sohan para que se casara con Kali hacía un año lo había afectado tanto. ¿Cómo había llegado a creer que una empresa tan sólida como Davies Inc. perdería una de sus divisiones solo porque un oportunista como él se aprovechaba de su posición? Era cierto que le había tomado un año volver a encausar la división asiática hacia el mercado de la señora Goo, pero nada era imposible. Quizás estuviera demasiado aturdido en ese momento. Quizás hubiera estado abrumado y sobrepasado por todo lo que estaba sucediendo, pero incluso a esa falta de juicio tenía que agradecerle, porque por fin había encontrado su paquete completo. Por fin tenía al amor de su vida, la mujer por la que valía la pena seguir insistiendo a pesar de todo, y por ella precisamente estaba allí. —Bien. ¿Qué dicen los señores del tribunal? —preguntó Elliot cuando los tres hombres que se habían sentado frente a ellos term
—¿Estás segura de que quieres hacer esto? Ya tienes como un centímetro y medio —dijo Valeria acariciando la cabeza de Kali con indecisión—. Pensé que querías dejarlo crecer. —Y quiero dejarlo crecer —respondió Kali—, pero esta noche es demasiado importante, y no quiero desperdiciarla por un centímetro y medio de pelo. El cabello puede volver a crecerme mañana pero esta noche… esta noche yo tengo algo que decir. Valeria asintió, y empuñó la rasuradora eléctrica con una mano mientras frente a ellas Layla comenzaba a grabar y Lydia le sonreía para darle ánimos. Hacía un mes la hermana de Kali le había rasurado la cabeza después de que su padre le cortara el cabello por completo. Ahora, era Valeria la que estaba quitándole de nuevo lo poco que le había crecido, pero era porque ella se lo había pedido. Y a diferencia del video de hacía un mes, en este estaba sonriendo con sinceridad. «Yo tengo algo que decir». Fue el título de aquel video que Valeria subió a las redes sociales de la vo
Kali no pudo evitar hacer un puchero y sonreír de oreja a oreja mientras leía aquella tarjeta. Las flores eran preciosas, y aquella frase era toda una insinuación. En la parte trasera de la tarjeta había dibujado un pequeño corazón y repetido muchas veces la frase: «¿Quieres ser mi novia?». Todavía faltaba una hora para que el día terminara, pero la curiosidad de Kali era mucha. —¿Alguien trajo esto? —preguntó y la chica que había traído el obsequio asintió. —Un chofer, dijo que la estaría esperando hasta que saliera. Los ojos de Kali se iluminaron y no esperó más. Tomó su bolsa y sus rosas, se despidió de Elijah por ese día y bajó para encontrarse con el chofer. Era el sedán que Elliot usaba normalmente, pero en cuanto puso un pie dentro, el aroma dulce de las flores la envolvió. El asiento trasero estaba lleno de pétalos de rosas, y durante todo el camino estuvo escuchando la música que Elliot había preparado para ella. Casi no pudo reconocer el departamento cuando llegó. Parec
Tres años después —Que es la «A», mi amor, mírala bien —decía Elliot, sentado con una paciencia que solo él creía infinita, intentando enseñarle las vocales a su hija. —Pues a mí se me parece un a un «4» —dijo la niña cruzándose de brazos y arrugando el ceño. —Ya sé, pero no es un «4» porque no tiene esta patita completa —insistió Elliot. —¿Y tan difícil era terminarla? Para mí es un «4». —¡Pero no es un «4», en una «A»! —¿Y por qué? ¿Porque lo dices tú? —protestó Asha sacando el labio inferior como si fuera un pequeño y adorable pitbull—. Igual que esto… ¿Por qué tiene que ser una «E» si para mí es un «3»? —¡Pues porque tiene las patas para el otro lado, Asha! —exclamó Elliot, sintiendo cómo el ojo derecho ya empezaba a brincarle. —Bueno pues eso es fácil, se las pinto del lado que yo quiero y ya… —replicó la niña creando una deformada figura que no era ni número ni letra. —¡Kaliiiiiiiiii! —El grito de Elliot se extendió por la casa y pocos minutos después se Kali se asomó a
AMOR REBELDEUn libro de Valeria AdamsBestseller del New York TimesNúmero uno en el ranking de ventas por once semanas.La pantalla al fondo del set, tal como hacía un año, mostraba aquel anuncio en grandes letras oscuras, y junto a él aparecía la foto del libro que estaban a punto de publicitar.Ya se le había hecho habitual visitar aquel set durante sus lanzamientos, y por suerte la anfitriona, quizás porque era su amiga, tenía buen cuidado de hacerle llevadera la entrevista.Valeria parpadeó, intentando mantener la atención, pero lo cierto era que estaba cayéndose del sueño. La chica de maquillaje había hecho milagros escondiendo sus ojeras, pero la realidad era que estaba haciendo un esfuerzo. Estaba muy agotada por todas las pres
Hola bellas,Mil gracias por vuestros apoyos. Todos significan muchísimo para mí.❤❤❤Estoy súper feliz y emocionada al ver a tanta gente leyendo mi historia.❤❤❤❤❤Ahora, con BueNovela Español, queremos retribuir a todos, ya que estamosorganizando una campaña en F b. Con solo responder 3 preguntas sencillas,podéis tener la oportunidad de ganar recompensas. ¡¡¡¡No perdaís!!! Otra vez, muchísimas gracias por todos. ❤❤❤¡¡¡Nos vemos en VALE TODO... en la guerra y el amor, mi nuevo libroexclusivo en BueNovela!!!Os doy muchos besos.Vuestra,DayTorres
PREFACIO—No.La palabra era tan absurdamente sencilla, y a la vez tan incomprensible para él que Elliot se quedó allí, con aquella rodilla clavada en el suelo, aturdido.—¿Qué…?Parecía estúpido volver a preguntar, pero al parecer tenía un lado masoquista que no podía evitarlo.—No, Elliot, lo siento, no puedo casarme contigo.Elliot frunció el ceño y se levantó despacio, y luego cerró de golpe la caja de terciopelo azul marino en la que brillaba aquel anillo de compromiso.Miró a Emma como si estuviera viendo a una extraña y no a la mujer con la que había compartido los últimos años.—¿Pero qué demonios, Emma…? ¿¡Cómo que no!? —exclamó, arrepintiéndose de haber preparado aquella maldita propuesta e
—¡Mierda! ¡Está perdido! —Fueron las únicas palabras que escuchó Elliot antes de sentir el golpe del agua helada caer sobre su cuerpo.Abrió los ojos y se levantó bruscamente para encarar a su gemelo, pero el jarrón estaba en manos de su padre, así que solo lanzó un gruñido por lo bajo.—¿Se puede saber desde cuando estás bebiendo? —siseó Andrew Davies con un tono que los estremeció a él y a su hermano.—Depende, ¿qué hora es?—¡No te me pongas chulo, Elliot! —Se molestó su padre—. Llevamos dos horas esperándolos en el aeropuerto a Emma y a ti, sabes que tenemos un evento muy importante. ¿Por qué ninguno de los dos coge el maldito teléfono…?Andrew se interrumpió cuando su otro hijo le golpeó el brazo con el dorso de l