Posesivo. Violento. Necesitado.
Había muchas palabras para describir ese beso, pero en aquel momento no era capaz de pensar. Elliot encontró sus labios en una comunión única y ella se abrió para él sin darse cuenta. Sintió su lengua, traviesa y demandante, explorando su boca, invitándola. Sus manos subieron por sus muslos mientras su cuerpo la apretaba contra aquella pared, había electricidad en las puntas de sus dedos, había necesidad cuando se cerraron sobre sus caderas, atrayéndola con un gesto ansioso.
Elliot era una m@ldita invasión. Dominaba su boca, jugaba con su lengua, mordía sus labios y se bebía cada uno de sus suspiros como si jamás hubiera besado a otra mujer en el mundo. Kali echó atrás la cabeza buscando un poco de aire y sintió su aliento, caliente y entrecortado, sobre la piel de su garganta. Se le escapó un jadeo ahogado
Era una cosita pequeña, derretida y sonriente que cruzó los brazos detrás de su cuello y se acercó a su boca. Elliot le apartó el cabello de la cara y delineó la curva de sus labios antes de devorarlos.Sus dedos le recorrieron los muslos en un camino descendente hacia las pantorrillas y terminó soltando los broces de sus zapatos sobre los tobillos.—¿Estás lista, nena? —preguntó con un acento suave y lleno de lujuria antes de cerrar las manos debajo de sus nalgas y levantarla, llevándosela a la cama.Kali gimió un poco por la intromisión, porque Elliot no se había molestado en salir de ella. La sensación de plenitud rayaba en el absurdo, como si fueran dos piezas de un rompecabezas que finalmente se encontraran. La cama se hundió bajo su espalda y su cuerpo se hundió bajo el de Elliot mientras lo escuchaba respirar con fuerza de nue
Kali se tensó. Todo su instinto se preparó para pelear conforme Elliot iba leyendo aquel artículo y arrugaba poco a poco el ceño.Sabía perfectamente que aquel había sido su talón de Aquiles desde el primer momento: que la gente pudiera enterarse de que estaban juntos… que Emma pudiera enterarse de que estaban juntos. Y aunque lo había escuchado decirle a su asistente que no le pasara a nadie relacionado con ella, Kali no podía evitar tener todas las armas cargadas y listas.Por fin Elliot se sentó de nuevo en el sofá, junto a ella, y le acercó la foto donde salían los dos.—Oye… ¿crees que me veo sexi aquí? —preguntó de repente y Kali dio un respingo.—¿¡Eeehh…!? —murmuró aturdida, porque definitivamente no esperaba esa pregunta.—Es que tú pareces una diosa, y
—¡Por la nueva sociedad! —Brindó la señora Goo levantando su copa y todos hicieron lo mismo.—¡Por la nueva sociedad! —dijeron todos al unísono, chocando suavemente las copas y bebiendo.Entre ellos, sobre la mesa, descansaban más de media docena de acuerdos firmados, así que realmente tenían motivos para celebrar.La señora Goo era una mujer agresiva para los negocios, con una tasa de crecimiento exponencial en los últimos años, así que ya no temían perder el respaldo de Sohan en lo que al mercado asiático se refería.Elliot se comunicó con su padre, y al día siguiente ya habían conseguido todos los permisos de tránsito. El carguero que tenían fondeado en el Mar Arábigo, esperando por una confirmación para entregar la mercancía en La India, levó anclas y atraves&oacut
Elliot tenía el corazón desbocado, como si se le fuera a salir del pecho de un momento a otro. La sintió respirar con más calma y la levantó en brazos, llevándosela al baño. La sentó dentro de la tina de agua caliente, le apartó el cabello de la cara con un gesto brusco y le acarició la mejilla.—¡Auch! —protestó Kali con un puchero. La sombra de cuatro dedos de Elliot se desvanecía, pero todavía estaba allí.—Lo siento… me puse muy nervioso.Kali lo miró a los ojos y arrugó el ceño.—Mejor habla en presente, porque estás temblando… Elliot, ¿estás bien? —Se preocupó la muchacha.—¡Claro que no, estoy cagado del susto! ¿Qué fue lo que pasó…? ¿Te sientes mal…?—No… —Kali intent&
Elliot no estaba muy seguro de no querer asfixiar al fotógrafo con sus propias manos, pero los celos que sentía no eran razón suficiente para darle un primer mal día a Kali después de su regreso.Dejó las cosas en su oficina y se fue a la de Valeria, porque si alguien podía saber cuál era la flamante noticia del sacafotos era ella.—¡Hola hermanito! —lo saludó Valeria levantando las cejas con un gesto sugerente—. ¿Cómo estuvo la luna de miel?—¡Que no fue luna de miel…!—¡Elliot Davies, Dios sabe que no hay nadie que te quiera más que yo, pero qué bruto te me pones a veces! —rezongó su hermana acercándose a él y dándole un beso en la mejilla—. Ya veo que vienes con un humor de perros. ¿Qué fue lo que hiciste?—Yo no hice nada. —Elliot se cr
Segundos.Fueron solo segundos lo que le tomó a Elliot llegar al lado de Kali, pero ya el ambiente era pesado y agresivo. Y todo empeoró en el mismo momento en que Elliot pasó uno de sus brazos alrededor de la cintura de Kali y la estrechó contra él en un gesto claramente protector.—¿¡Elliot…!? —gruñó la mujer, incrédula.—Lilian —respondió él sin que el tono de su voz se subiera ni un decibel, pero aun así parecía cargada de amenaza—. ¿Se te ofrece algo?—¡Una explicación estaría bien para empezar! —exclamó y aquel chillido fue suficiente para que varias mujeres se acercaran a ella.El Centro Getty estaba conformado por varios museos y salones de convenciones que se reunían alrededor de un jardín al aire libre. Allí estaban, en un jardín llen
Por desgracia para Lilian, malinterpretó completamente el tono en aquellas palabras del señor Bell, porque se le acercó con la molestia retratada en el rostro.—¡Elijah! ¡Qué bueno que apareces! ¡Por favor, pídele a seguridad que saque a estos dos! —demandó.El hombre la miró con expresión incrédula.—¿Y hay alguna razón convincente para que quieras empezar a echar a mis invitados, Lilian?Elliot sintió que el cuerpo de Kali se tensaba y sabía que no era precisamente por la mujer, sino porque el escándalo había llegado al conocimiento del anciano.—Le ofrezco una disculpa, señor Bell —se adelantó con tono seco—, al parecer a la señora Lilian le ha molestado que besara a mi esposa delante de todos.Elijah Bell se inclinó hacia él y lo miró de ar
Kali no podía abrir los ojos, lo intentaba de verdad, pero tenía el cuerpo demasiado pesado. Sintió el roce suave de los dedos de Elliot sobre su costado y sonrió incluso en medio del sueño. La noche anterior se sentía como un completo huracán, recordaba algunas cosas, otras no… pero había algo… algo que simplemente no se le olvidaba.—Vamos, nena. Ya amaneció —susurró Elliot en su oído, intentando que se despertara—. Tienes que ir a la universidad. Vamos, levántate. —Le dio un beso en la mejilla y la vapuleó un poquito.—¿No puedo faltar hoy? —Ella hizo un puchero porque realmente no tenía ningunas ganas de pararse de la cama.—Nooooo. Ningún profesor te aceptará un justificante mío —se burló—. Ya sé que el sexo conmigo es adictivo pero todavía no pu