Capítulo III
En ese momento Marlene atiende la llamada – hola, ¿Quién habla? – hola Marlene. Soy yo, el profesor Enrique, tu compañero de trabajo. Quería saber cómo llegaste a tu casa. Ella sorprendida por la llamada, responde. – Bien afortunadamente. Ya estoy al fin descansa do un poco. Y... ¿Tú, cómo estás? – bien, pero la verdad me quede muy pendiente de ti.–¿Si? ¿Y eso por qué?– pude darme cuenta de que te llamaron a la dirección y todos ellos te encerraron allí. ESO es de muy mal gusto, y yo sé por todos los años que llevo trabajando en esa escuela, que cuando hacen eso, es para presionar a alguien, e incluso he podido notar cómo siempre te llaman la atención y nunca están conformes con nada de lo que haces. – oye, nunca me percate de que te fijas en lo que estaba sucediendo. Dice Marlene – pues si, pero eso es normal allí cada que vez que llega alguien nuevo, le hacen la vida de cuadritos si esa persona simplemente no es una lambiscona. – ya veo, pero conmigo se equivocaron, yo soy una profesional. Y yo fui a ese colegio a trabajar, no a buscar amiguismo. Así que quien me quiera a mí que sea por lo que soy, y no por andar atrás de nadie. – eso he podido notar en ti. Llegas y te enfocas en tu trabajo y no siquiera compartes con los demás. Comentó Enrique.– ¿Para qué? Si lo único que hacen es criticar al uno dar la espalda. Refutó Marlene– pues sí, así son la mayoría. Pero no generalices, porque no todos somos iguales.– tienes razón Enrique. Disculpa.– no te preocupes. El motivo de mi llamada además de saludarte y saber cómo habías llegado, era también ponerme a tu completa disposición.– ¿Cómo así? Preguntó Marlene extrañada.– si, así cómo lo escuchas. Quiero que sepas que de ahora en adelante cuentas con un amigo incondicional.– caramba muchas gracias, pero...– pero nada, no tienes nada de que preocuparte. No estás sola en esto, he podido notar que trabajas muy duro, y todo por darle todo a tus hijas, no es justo que te amargue la vida. Así que me comprometo a ayudarte en todo en cuanto necesites.– tanto así que podemos hacer las planificaciones juntos y así te puedo aportar ideas, ya yo tengo muchos años de experiencia y de seguro puedo compartir contigo algunas técnicas. Ya verás que no te volverán a molestar más esas víboras. – me parece genial. superagradecida con tu ofrecimiento... Al fin una buena noticia en el día. Es bueno saber que uno no está sola.– de hecho, en un instante voy a hacer la planificación de la próxima semana. Dice ella.– perfecto. Si gustas puedo ir y te ayudo. Respondió él.– ay, pero me daría mucha pena, porque debes estar cansado. Hoy trabajamos.– no, para nada. No te preocupes. Tú apúntame la dirección en un mensaje y allí estaré.– perfecto. Ya te la mando. Y entonces te espero para comenzar. Nos vemos.– hasta luego, Marlene. Ella tranca la llamada y se sienta en el sofá que está en la sala, respirando profundo y piensa que al fin encontró una luz al final del túnel. Alguien que de verdad la quiere ayudar. La verdad es que se sentía muy sola, batallando con tantas responsabilidades... La casa, las niñas, los distintos trabajos. Muchas veces se olvidaba de que ella tenía vida propia, solo parecía una máquina de trabajo. Soltaba los cuadernos del colegio y agarraba la máquina de coser, luego alguna cuenta llegaba a la peluquería para qué la arreglará. Siempre terminaba muy tarde. Pero no tenía más opción. Al cabo de un rato, se mete a la ducha y se da un baño relajante que la calma y la reconforta para seguir adelante. Luego de acicalarse, le dice a su hija Chiquinquirá: – saldré un momento al comprar un refresco y algunas galletas, ya que más tarde vendrá un compañero de trabajo para ayudarme. Ya regreso. Si vienes mientras estoy afuera, por favor recíbelo.– está bien mamita, no te preocupes. De esa manera sale Marlene en busca de los refrigerios. Era lo menos que podía hacer en agradecimiento a Enrique por tal ayuda. Luego regresa a casa y al abrir, se encuentra con Enrique, quien ya había llegado.– hola, Bienvenido, acá traigo algo de refrigerio para cuando nos dé apetito. Sonríe ella.– buenísimo. Agradecido por el gesto, pero no te hubieses molestado. Yo también traje jugó y dulces para las niñas. –ah caramba, pero que detalle el tuyo. Muchas gracias.– descuida, no hay de qué. Dice Enrique. Y es así cómo comienzan a realizar la planificación para las clases de la próxima semana, él se muestra muy profesional haciéndole algunas correcciones, y ella presta mucha atención no dejando pasar ningún detalle. Pues ya estaba cansada de las críticas. Estaba decidida a demostrarles de todo lo que ella era capaz. Lo que sus superiores no sabían es que a ella le faltaba era más concentración, pues muchas veces por tantas ocupaciones, no lograba enfocarse en lo que estaba haciendo y su mente iba un paso adelante pensando todo lo que le faltaba por hacer. Pero es justo allí cuando ella misma entra en razón y decide poner alma y cuerpo en sus actividades. Así terminan de hacer el trabajo, entre aprendizajes, compartir una que otra anécdota convirtiendo el rayo más agradable de lo que ella había imaginado. Luego al acompañarlo ella hasta la puerta, justamente va saliendo el vecino José de su casa y cruzan las miradas, pero José no deja de observar a Enrique, y piensa que entre ese hombre y Marlene había algún vínculo sentimental, por lo que se queda pensando y decide no darles más largas al asunto y hacer algo para seducir a su vecina. Enrique y José coinciden en el pasillo, pero Enrique no le da mayor importancia y se retira, despidiéndose de Marlene con un beso en la mejilla mientras agradecía por toda su ayuda. José justo iba saliendo para trotar, ya que se esperaba por mantener su imagen. Quedando Marlene viéndolo de reojo mientras él se sonríe con cara pícara guiñando un ojo. Pero justo al cerrar la puerta ambos escuchan un grito que sale desde el interior del apartamento de José, y en eso él regresa rápidamente, todo nervioso lograr abrir la puerta y entra de nuevo al apartamento, sin imaginar lo que encontraríaEn ese preciso momento José se regresa y sale corriendo en búsqueda de Marisol a ver qué había sucedido y el por qué del grito. Abre la puerta rápidamente y al entrar encuentra a Marisol tendida en piso inconsciente. Es allí donde la carga y la lleva sin perder tiempo al hospital tomando un taxi. Al entrar al hospital ingresa a Marisol corriendo por el área de emergencia en donde de manera inmediata es asistida por el personal médico que se encontraba de guardia en el lugar, pero en eso, le dice el doctor a José – es necesario que se retire del área de emergencia y vaya a la sala de espera mientras nosotros atendemos a la paciente. – no, yo no pienso dejará mi esposa sola. Respondió José – ella no está sola, está en muy buenas manos. Pero los familiares de los pacientes no pueden permanecer acá. Le agradezco y cooperé o tendré que llamar al personal de seguridad. – de acuerdo, estaré al pendiente, doctor... Por favor no dudé en avisar si necesitan algo. Es así como transcu
Marlene se despide y rápidamente entra en su apartamento, era una extraña sensación entre la fuerte atracción que sentía por José y que cada día se agudizaba más y la preocupación por la situación de Marlene… Por su parte José se queda pensativo mientras se sienta en la sala de su apartamento para tomar un breve descanso. No puede creer que haya dejado escapar el momento de besar a Marlene… Lo que esta no sabía era el secreto tan bien guardado de José. Pero eso sería un punto a su favor que tarde o temprano utilizaría sabiamente. Marlene llega a la sala de su apartamento y piensa que necesita conseguir otro empleo adicional para trabajar en sus horas libres, ya que se le estaba haciendo muy difícil la manutención de sus dos hijas con ese bajo salario, y prepara su currículum y actualiza todos sus documentos en la PC, y en ese momento recibe una llamada telefónica – aló, buen día. ¿Quién habla?– muy buen día, ¿Marlene?– si soy yo. ¿Quién habla? Preguntó de nuevo Marlene.– S
Llegó el amanecer y con él, el día tan esperado por ellas, el día en que saldrían con Enrique a pasar un día diferente a la Capital. Se levanta Marlene, comienza hacer el desayuno para todas y mientras tanto llama a sus niñas para que se vayan levantando y se alisten mientras ella prepara todo, dando chané de que llegue Enrique en búsqueda de ellas. Es así como al cabo dé un par de horas a eso de las ocho de la mañana, ya debidamente vestidas y desayunados se encuentran a la espera solo de que vengan por ellas, y en eso escuchen que tocan la puerta, no podían aguantar la alegría, sobre todo la pequeña Estefanía que por estar tan pequeña, solo pensaba en jugar y divertirse. Marlene se aproxima a la puerta y la abre, diciendo: – hola Enrique, ¿cómo estás? Muy buenos días. – Muy buenos días, Marlene. Es un gusto verte de nuevo. ¿Cómo estás? – excelente, ya estamos listas.– ¡genial! Entonces vamos, no hay tiempo que perder, nos espera un día maravilloso. –vamos niñas. Dic
Luego de cenar, se dirigen al estacionamiento y van de regreso a la casa. Al llegar Enrique muy gentil y caballerosamente las acompaña hasta la puerta de su casa. Despidiéndose – fue un honor para mí haber compartido con ustedes el día de hoy. Muchas gracias Marlene. – no tienes nada que agradecer. Fue un día maravilloso y en tal caso somos nosotras quienes debemos agradecer. – por favor piensa bien lo que hablamos, te aseguro que no te arrepentirás... Dice Enrique mientras la abraza y le da un beso en la mejilla. – te prometo que lo pensaré... Dice Marlene mientras le corresponde el abrazo aboyándose en su pecho brevemente. Luego se retira y entra a su apartamento dejando que Enrique se marche. Marlene se sentía feliz junto a sus niñas, tenían mucho tiempo que no la pasaban tan bien. Luego de cambiarse y echarse una ducha las niñas se dirigen a su habitación mientras que Marlene se acuesta en su recámara y ya envuelta en la oscuridad y el silencio de la noche, no para de p
Capítulo I Era un día como cualquier otro en la vida cotidiana de Marlene, ella era una mujer trabajadora, dedicada a la docencia, dando clases en unos de los colegios públicos más reconocidos de aquel lugar, un pueblito que se encontraba en el interior del país. Marlene se levanta temprano y se preparaba para ir a trabajar, pero no sin antes dejarle todo listo a sus dos hijas, Chiquinquirá y Estefanía . Pues ella, acostumbraba levantarse a altas horas de la madrugada para alistar todas las cosas y ya dejarles el desayuno listo bien tapado en su mesa del comedor como cada mañana para cuando ellas se levantaran. Al salir de su casa, se encuentra con la sorpresa de que su vecino de al frente, quien siempre se mostró muy buen amigo y colaborador, buen vecino como pocos, se estaba mudando y se estaba sacando todas sus cosas de su apartamento para subirlas al camión de la mudanza. Vaya, esto si que fue una sorpresa para Marlene, ya que él, si le había comentado que querí
CAPITULO II Marlene se acerca a la puerta y al abrir, no sé imaginaba lo que se iba a encontrar... – buenas tardes. ¿Señora Marlene?Ella queda atónita antes ese cuerpo escultural que parecía tallado por los mismísimos ángeles y esos ojos azules achinados que la miraban fijamente con una hermosa sonrisa que enmarcaba el rostro de aquel catire que tocaba su puerta. – disculpe, ¿es usted la señora Marlene? Pregunta nuevamente aquel atractivo hombre. – sí, sí, soy yo. Responde ella titubeando con voz temblorosa. Él se sonroja un poco, y se presenta tendiendo su mano al frente.– ¿en que puedo ayudarle? preguntó ella. – mucho gusto, yo soy José, su nuevo vecino de al frente. El antiguo propietario me hablo muy bien de usted, por eso he venido a presentarme. – ah ok. Entiendo. Mucho gusto. Es un placer conocerlo. Bueno acá estamos humildemente a la orden para lo que necesiten. Respondió Marlene. Ella estaba impactada ante el físico tan atractivo de aquel hombre, pero