Capítulo I
Era un día como cualquier otro en la vida cotidiana de Marlene, ella era una mujer trabajadora, dedicada a la docencia, dando clases en unos de los colegios públicos más reconocidos de aquel lugar, un pueblito que se encontraba en el interior del país. Marlene se levanta temprano y se preparaba para ir a trabajar, pero no sin antes dejarle todo listo a sus dos hijas, Chiquinquirá y Estefanía . Pues ella, acostumbraba levantarse a altas horas de la madrugada para alistar todas las cosas y ya dejarles el desayuno listo bien tapado en su mesa del comedor como cada mañana para cuando ellas se levantaran. Al salir de su casa, se encuentra con la sorpresa de que su vecino de al frente, quien siempre se mostró muy buen amigo y colaborador, buen vecino como pocos, se estaba mudando y se estaba sacando todas sus cosas de su apartamento para subirlas al camión de la mudanza. Vaya, esto si que fue una sorpresa para Marlene, ya que él, si le había comentado que quería mudarse más no le había dicho cuándo. Para ella, esto fue una noticia un poco triste, ya que el vecino era además amigo de quién fue su esposo en vida, pues ella había enviudado. Por tal motivo se había quedado sola con sus dos hijas, Chiquinquirá de 16 años y Estefanía de apenas un añito. Y este vecino le había prestado mucho apoyo, era de esos que estaba atento a cualquier novedad y si ella no se encontraba ya que se la pasaba trabajando para poder mantener sus dos hijas, él la asistía como para comprar la bombona del gas, o algún otro asunto de condominio que saliera imprevisto mientras ella llegaba. Era por esto, que el hecho de que él se mudará, aunque ella le deseaba el mejor de los éxitos, por otra parte, le preocupaba el tema de quién pudiera ser sus nuevos vecinos, ¿si estos serían buenos, o no? – Buenos días vecino, ¿Como amanece? ¿ Y esto que es? ¿No me diga que ya se va a mudar tan pronto? –Hola señora Marlene, todo muy bien, y bueno si. Hoy me mudo, disculpe usted que no le avise antes, lo que sucedió fue que no hace mucho logré hacer cambio de mi apartamento por una casa, ellos se vendrán a vivir para acá y yo me iré a vivir a su casa. –¿Cómo asi? – Pues si, yo me voy hoy, y en el mismo camión ellos se traerán sus cosas para acá. –Caramba, pero que rápido todo vecino... Bueno me alegro mucho y que le vaya muy bien. Lo voy a extrañar, usted siempre fue muy bien vecino, colaborador y respetuoso. Estoy segura que le irá bien donde quiera que usted llegue. – muchas gracias por sus palabras señora Marlene no esperaba menos de usted. Pero no sé preocupe, ellos se ven buenas personas, son gente seria y tranquilas, además solo son una pareja, no tienen hijos ni más familiares. Ya verá que se la van a llevar muy bien. –que bueno, al menos eso me tranquiliza un poco. Es así cómo ella se despide sorprendida ante tal situación y se dirige a su trabajo. Éste era el sitio donde se le olvidaba un poco los problemas, pues los pequeños niños, con sus travesuras, y todo el cariño que le daban en el salón, lograban sacarla de la realidad y de todas sus preocupaciones así fuese por un rato. Marlene,era nueva en su trabajo, apenas tenía un año, se estaba adaptando a todas las exigencias de sus superiores. A pesar de trabajar con personas muy profesionales, era un ambiente muy hostil, ya que enfocaban la atención en las debilidades de los más nuevos para hacerlos sentir mal con críticas destructivas que le bajaban el autoestima al más empoderado. Cada día se volvía todo un desafío tener que asistir allí, muchas veces le faltaba la fuerza de voluntad, por temor a ser juzgada ya que no era la docente experta que sus jefes esperaban, pero cada vez que pensaba en sus hijas, se llenaba de valor y retomaba con más fuerzas cada día . La técnica que utilizó para poder sobrellevar tal situación era encerrarse en su aula de clases con sus niños hasta la hora del recreo y luego de finalizado el receso, se encerraba de nuevo hasta la hora de salida. Así evitaba confiarse con este ambiente tan hostil. Era algo así como su propio reto, un desafío que ella se había autoimpuesto,ya que les quería demostrar a todos que ella podía con eso y mucho más. Como si fuese poco con la sorpresa que encontró al salir de su casa, cuando llegó la hora de recreó, se aproxima a ella la coordinadora diciéndole: – ¡Maestra Marlene, es necesario que vaya a la dirección un momento pues tenemos que reunirnos con usted urgente! Marlene, con cara de sorprendida y sin poder disimular el desagrado tan solo de escuchar el tono de reproche de la coordinadora, contesta. – si claro, desde luego, no tengo ningún problema, vamos... Al llegar a la dirección, la coordinadora cierra la puerta y le dice estando sentados el director, y las dos coordinadoras además de Marlene. – maestra Marlene, podemos notar con gran preocupación que para tener un año de servicio en nuestra institución, usted aun no se adapta a las exigencias y los requerimientos de nuestro plantel.– ustedes me van a disculpar pero para apenas tener un año, siento que he tratado de dar lo mejor de mí , nunca faltó, entrego todo lo que se me solicitan en los tiempos estipulados y no me parece justo este reclamo.– A nosotros tampoco nos parece justo Marlene, que todavía se te tenga que estar corrigiendo cada cosa que haces, estás igual que los niños. – Si haces una cartelera la haces mal, si entregas una planificación la haces inapropiada, todo hay que estar diciéndote cómo hacerlo. A lo que Marlene, una vez más sintiéndose atacada, responde muy herida en su orgullo, pero con dignidad y firmeza en sus palabras, poniéndose de pie, acotó – tal vez tengan razón, tal vez si me ha faltado un poco más de esmero, pero muy a pesar de toda mi situación personal, les prometo que no tendrán que volver a tomarse su tiempo en corregirme más nada, pues he trabajado en grandes cargos en dependencias privadas y nunca he tenido tantos problemas como ahora que soy docente de primaria. Ya lo verán. – eso esperamos Marlene, de no ser así, nos veremos en la triste obligación de levantarte un procedimiento administrativo y solicitar tu cambio. Marlene da su espalda y se retira de la dirección, dirigiéndose hacia su salón nuevamente, ahora con más preocupación que antes, definitivamente éste no era su mejor día. Ella trabajaba muy duro, además de dar clases, cosía bolsos y cartucheras a mano para poder ganar algo más de dinero, y también trabajaba la peluquería en sus tiempos libres y con eso reunía un poco más para poder cubrir los gastos de la casa, alimentación más los personales. El salario de docente era el más bajo de Latinoamérica, no alcanzaba para cubrir ni siquiera las necesidades básicas, pero por lo menos tenía una estabilidad laboral, era algo fijo. Mientras que la peluquería y la costura era algo inestable. Lo que si era cierto es que ella no se daba por vencida ante las adversidades, no perdía tiempo en nada, solo se dedicaba a trabajar y trabajar, muchas veces se le pasaba la hora de la comida por estar atendiendo a alguien o sacando algún pedido de costura. Todo esto lo recompensaba cuando podía pagar los gastos y cubrir las necesidades de sus dos hijas. Esto era lo que la reconfortaba. Ese momento tan desagradable que había experimentado en la dirección, la lleno de tanta rabia y frustración, pues nadie sabía lo que ella tenía que hacer para poder salir adelante, pero eso lejos de opacarla, le dio más fuerzas para luchar con más ahínco cada día y se volvía cada vez más autocrítica, se convirtió en alguien muy estricta y exigente consigo misma. Terminada su jornada, se regresa a su apartamento, todo fluye con normalidad, al entrar, encuentra a sus hijas bien, y se dispone a preparar el almuerzo, pero en ese momento tocan la puerta y ella se aproxima. Lo que no se imaginó era la sorpresa que se encontraría.CAPITULO II Marlene se acerca a la puerta y al abrir, no sé imaginaba lo que se iba a encontrar... – buenas tardes. ¿Señora Marlene?Ella queda atónita antes ese cuerpo escultural que parecía tallado por los mismísimos ángeles y esos ojos azules achinados que la miraban fijamente con una hermosa sonrisa que enmarcaba el rostro de aquel catire que tocaba su puerta. – disculpe, ¿es usted la señora Marlene? Pregunta nuevamente aquel atractivo hombre. – sí, sí, soy yo. Responde ella titubeando con voz temblorosa. Él se sonroja un poco, y se presenta tendiendo su mano al frente.– ¿en que puedo ayudarle? preguntó ella. – mucho gusto, yo soy José, su nuevo vecino de al frente. El antiguo propietario me hablo muy bien de usted, por eso he venido a presentarme. – ah ok. Entiendo. Mucho gusto. Es un placer conocerlo. Bueno acá estamos humildemente a la orden para lo que necesiten. Respondió Marlene. Ella estaba impactada ante el físico tan atractivo de aquel hombre, pero
Capítulo III En ese momento Marlene atiende la llamada – hola, ¿Quién habla? – hola Marlene. Soy yo, el profesor Enrique, tu compañero de trabajo. Quería saber cómo llegaste a tu casa. Ella sorprendida por la llamada, responde. – Bien afortunadamente. Ya estoy al fin descansa do un poco. Y... ¿Tú, cómo estás? – bien, pero la verdad me quede muy pendiente de ti.–¿Si? ¿Y eso por qué?– pude darme cuenta de que te llamaron a la dirección y todos ellos te encerraron allí. ESO es de muy mal gusto, y yo sé por todos los años que llevo trabajando en esa escuela, que cuando hacen eso, es para presionar a alguien, e incluso he podido notar cómo siempre te llaman la atención y nunca están conformes con nada de lo que haces. – oye, nunca me percate de que te fijas en lo que estaba sucediendo. Dice Marlene – pues si, pero eso es normal allí cada que vez que llega alguien nuevo, le hacen la vida de cuadritos si esa persona simplemente no es una lambiscona. – ya veo, pero conmigo se
En ese preciso momento José se regresa y sale corriendo en búsqueda de Marisol a ver qué había sucedido y el por qué del grito. Abre la puerta rápidamente y al entrar encuentra a Marisol tendida en piso inconsciente. Es allí donde la carga y la lleva sin perder tiempo al hospital tomando un taxi. Al entrar al hospital ingresa a Marisol corriendo por el área de emergencia en donde de manera inmediata es asistida por el personal médico que se encontraba de guardia en el lugar, pero en eso, le dice el doctor a José – es necesario que se retire del área de emergencia y vaya a la sala de espera mientras nosotros atendemos a la paciente. – no, yo no pienso dejará mi esposa sola. Respondió José – ella no está sola, está en muy buenas manos. Pero los familiares de los pacientes no pueden permanecer acá. Le agradezco y cooperé o tendré que llamar al personal de seguridad. – de acuerdo, estaré al pendiente, doctor... Por favor no dudé en avisar si necesitan algo. Es así como transcu
Marlene se despide y rápidamente entra en su apartamento, era una extraña sensación entre la fuerte atracción que sentía por José y que cada día se agudizaba más y la preocupación por la situación de Marlene… Por su parte José se queda pensativo mientras se sienta en la sala de su apartamento para tomar un breve descanso. No puede creer que haya dejado escapar el momento de besar a Marlene… Lo que esta no sabía era el secreto tan bien guardado de José. Pero eso sería un punto a su favor que tarde o temprano utilizaría sabiamente. Marlene llega a la sala de su apartamento y piensa que necesita conseguir otro empleo adicional para trabajar en sus horas libres, ya que se le estaba haciendo muy difícil la manutención de sus dos hijas con ese bajo salario, y prepara su currículum y actualiza todos sus documentos en la PC, y en ese momento recibe una llamada telefónica – aló, buen día. ¿Quién habla?– muy buen día, ¿Marlene?– si soy yo. ¿Quién habla? Preguntó de nuevo Marlene.– S
Llegó el amanecer y con él, el día tan esperado por ellas, el día en que saldrían con Enrique a pasar un día diferente a la Capital. Se levanta Marlene, comienza hacer el desayuno para todas y mientras tanto llama a sus niñas para que se vayan levantando y se alisten mientras ella prepara todo, dando chané de que llegue Enrique en búsqueda de ellas. Es así como al cabo dé un par de horas a eso de las ocho de la mañana, ya debidamente vestidas y desayunados se encuentran a la espera solo de que vengan por ellas, y en eso escuchen que tocan la puerta, no podían aguantar la alegría, sobre todo la pequeña Estefanía que por estar tan pequeña, solo pensaba en jugar y divertirse. Marlene se aproxima a la puerta y la abre, diciendo: – hola Enrique, ¿cómo estás? Muy buenos días. – Muy buenos días, Marlene. Es un gusto verte de nuevo. ¿Cómo estás? – excelente, ya estamos listas.– ¡genial! Entonces vamos, no hay tiempo que perder, nos espera un día maravilloso. –vamos niñas. Dic
Luego de cenar, se dirigen al estacionamiento y van de regreso a la casa. Al llegar Enrique muy gentil y caballerosamente las acompaña hasta la puerta de su casa. Despidiéndose – fue un honor para mí haber compartido con ustedes el día de hoy. Muchas gracias Marlene. – no tienes nada que agradecer. Fue un día maravilloso y en tal caso somos nosotras quienes debemos agradecer. – por favor piensa bien lo que hablamos, te aseguro que no te arrepentirás... Dice Enrique mientras la abraza y le da un beso en la mejilla. – te prometo que lo pensaré... Dice Marlene mientras le corresponde el abrazo aboyándose en su pecho brevemente. Luego se retira y entra a su apartamento dejando que Enrique se marche. Marlene se sentía feliz junto a sus niñas, tenían mucho tiempo que no la pasaban tan bien. Luego de cambiarse y echarse una ducha las niñas se dirigen a su habitación mientras que Marlene se acuesta en su recámara y ya envuelta en la oscuridad y el silencio de la noche, no para de p